Observatorio

¿Qué es el 6G?

El nacimiento del 6G, el nuevo protocolo móvil desplegará otro concepto de redes y aplicará de forma masiva la inteligencia artificial.

Juan Pablo Zurdo
¿Qué es el 6G?

Apenas se ha desplegado una pequeña parte del 5G y ya existe una carrera geopolítica para desarrollar el 6G. Es otro ejemplo de la rapidez como factor crítico de la economía digitalizada y automatizada: o desarrollas y exportas tecnología o la compras al precio que toque. El 6G no es una entelequia. Ya en 2019 se le dedicó una cumbre mundial en exclusiva. China ha puesto en órbita un satélite experimental y asegura que posee el 35% de las patentes internacionales. En Estados Unidos la innovación 6G es sobre todo privada, aunque recibe cobertura estatal, y también declaran inversiones y avances tangibles de laboratorio la Unión Europea, Rusia, Corea del Sur o Japón. La mayoría predice la comercialización de los primeros servicios alrededor de 2030. 

 

Para entender esta competición por el futuro cercano es útil mirar al pasado reciente. Está en nuestro bolsillo: la zancada de gigante entre lo que podía hacer un móvil en 2012 y un smartphone de 2022. Por la simple ley de la aceleración tecnológica o de la capacidad de computación, el salto de escala en la próxima década, entre 5G y 6G con la estación intermedia del 5G+, podría ser mucho mayor. En términos cuantitativos, tendrá incluso 100 veces más rapidez de descarga, con picos de un terabyte por segundo. Suficientes, dicen, para bajar 142 horas de series en un segundo. Diez veces menos latencia, 0,1 milisegundos, y bandas de frecuencia de unos 3.000 gigahercios cuando la flamante 5G llega a los 110. No hace falta explicar la descomunal diferencia con la red 4G que aún usamos la mayoría.

 

Pero el salto será también cualitativo, de concepto tecnológico y repercusión social. El 6G implica superar las infraestructuras cableadas. Sus dispositivos actuarán como antenas en redes descentralizadas y cooperativas para asumir un volumen inaudito de objetos interconectados. Si pasar del 4G al 5G implica la eclosión del Internet de las Cosas, el 6G será el factótum para la hiperconectividad planetaria y una nueva generación de aplicaciones de inteligencia artificial (IA). La universidad alemana Jacobs le llama “IA colaborativa” solo posible en una economía de comunicaciones inalámbricas plenas, con tal intercambio de información que da una nueva dimensión al término “masivo”, y cuya dotación IA analiza y resuelve situaciones cambiantes de forma instantánea.

 

Por ejemplo, si el 5G conecta miles de vehículos entre sí y con las plataformas de gestión de tráfico para permitir cierto nivel de conducción autónoma, el 6G haría posible la autogestión de todos los vehículos ya autónomos para que tomen decisiones sobre la marcha y reconfigurar rutas en función no solo del tráfico sino de la ciudad como ecosistema integrado, incluidos los dispositivos vestibles, los wearables, de las personas. Es un modelo de IA transversal, automatizada e interconectada donde redes y aplicaciones aprenden de su experiencia incluso para autorepararse. Quien dice tráfico, dice cualquier otro servicio público en el modelo smart city. 

 

Y quien dice servicio público, dice servicios privados, industria 5.0 y negocios cuyo potencial, a veces inquietante, hoy requiere imaginación. Podría revolucionar el mundo de los contenidos en sentido amplio, desde la comunicación con hologramas en relaciones comerciales al gemelo digital de lo que se quiera y realidades extendidas como el metaverso, donde la percepción ya no solo sería visual o sonora sino plenamente sensorial, inmersiva, cognitiva si avanzan las tecnologías de intercambio de información entre humanos y máquinas. Las aplicaciones posibles varían desde las compras online con calidad de experiencia física a la educación, toda clase de diseño industrial o la medicina no solo para intervenciones sino en tratamientos y seguimientos remotos.

 

El Grupo de Promoción de IMT-2030, de China, explica que el 6G permitirá pasar de la interconexión de todas las cosas, misión del 5G, a la interconexión inteligente de todas las cosas. Sería el paradigma “del todo conectado y con gemelo digital”. El Grupo quiere verle las implicaciones positivas para el desarrollo sostenible de las sociedades. ¿Algún riesgo, además del golpe quizá definitivo a la privacidad? Promete más eficiencia energética en cada dispositivo, pero si multiplicamos el consumo por la miríada de objetos conectados y el análisis de IA para tomar decisiones, esa demanda de energía podría ser un cuello de botella, incluso una fuente de emisiones de CO2 —ocurre hoy con la minería de criptomonedas o algunos programas de IA con un gasto desmesurado— si la electricidad procede de plantas no renovables.

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