Hasta hace pocos años se entendía por agricultura urbana un huerto ubicado en un solar, patio, azotea o rincón verde de la ciudad, con técnicas de cultivo tradicionales. Esta tipología sigue existiendo, pero además las nuevas tecnologías agrícolas permiten formatos como los verticales, en bastidores, contenedores o estructuras adosadas, que se adaptan al escaso espacio disponible, con sistemas de cultivo hidropónicos y aeropónicos de nutrientes disueltos en un líquido que hace de sustrato o se pulveriza para que lo capten las raíces. Sin necesidad de tierra.
Este tipo de huertos instalan diferentes sistemas para mejorar su productividad, como bases móviles que orientan los cultivos hacia el movimiento solar, iluminación LED con la longitud de onda adecuada para estimular el crecimiento, temporizadores programables de riego o sistemas fotovoltaicos de autoconsumo. Y, además, cuentan con arsenal digital de sensores IoT que registran datos de humedad, estrés hídrico y desarrollo, con plataformas de gestión asistidas por IA.
Se trata por tanto de la versión urbana de la AgTech (agricultura tecnológica) que mejora el uso de espacio, tierra, agua, energía, nutrientes y tratamientos, lo que se traduce en productividad si la gestión es adecuada. De ahí que se proponga como parte de la solución a la escasez de terreno cultivable y mejorar el suministro de alimentos en ciudades cada vez más pobladas. También para reducir la dependencia de la importación y la huella ambiental del transporte, siempre que logre una rentabilidad competitiva.
Según Data Bridge, el mercado global de la agricultura urbana podría pasar de unos 260.000 millones de dólares en 2024 a 680.000 en 2032, si bien otras consultoras proyectan estimaciones más modestas. Estos datos reflejan la evolución de los proyectos, que comenzaron en su mayoría como iniciativas sociales y ecológicas, hacia un modelo de negocio más profesionalizado.
Posiblemente el área metropolitana de Londres sea el entorno más avanzado en AgTech, con startups que surgen para proveer materiales, tecnologías y servicios. Por ejemplo, se especializan en sistemas de aeroponía para cultivos verticales o de compostaje a partir de residuos urbanos, desarrollan robots y equipos automatizados asistidos con IA para tareas agrícolas, o conectan a productores y consumidores mediante plataformas online.
En el mundo proliferan proyectos, con diferentes modelos de explotación, como Sky Greens, en Singapur, considerada la primera granja comercial en formato de estantes verticales mediante hidroponía; el sistema de jardineras elevadas sobre palets y contenedores portátiles de Sole Food Street Farms, en Vancouver o Rooftop Republic, en Hong Kong, distribuida en las cubiertas de varios edificios residenciales, por nombrar solo algunos países.
La sostenibilidad económica de estos negocios cuenta con ventajas como un amplio público potencial alrededor, además de una relación más directa entre productores y consumidores, con menos intermediarios, que además reduce los costes de transporte. En entornos controlados como invernaderos, a salvo de las inclemencias meteorológicas y con menor riesgo de enfermedades, también minimizan los tratamientos plaguicidas.
Sin embargo, su competitividad enfrenta limitaciones como la propia escasez de superficie operativa, incluidas las azoteas no aptas estructuralmente para la instalación de huertos abiertos o en invernadero. La expansión de este modelo de cultivo intensivo, más allá de una pequeña plantación comunitaria, necesitará que la planificación urbanística la prevea en el diseño de barrios y edificios. Su versión más tecnificada implica además un alto consumo eléctrico. De ahí que también se proponga como solución intermedia el desarrollo de granjas en las cercanías de las ciudades, es decir, la AgTech periurbana.