Perspectivas

Las empresas lideran el autoconsumo energético

Azoteas y cubiertas se han convertido en recursos para ganar competitividad empresarial e independencia energética.

Juan Pablo Zurdo
Autoconsumo energético

Los costes de la energía en 2021 han alcanzado máximos históricos. En este contexto, son cada vez más las empresas que estudian hasta qué punto tiene sentido abordar las inversiones en autoconsumo como una fórmula para bajar el importe de su recibo. Azoteas y cubiertas se han convertido en recursos para ganar competitividad. En el actual contexto, cada metro cuadrado de panel concede independencia energética en la medida en que reduce el uso de la red convencional, en una búsqueda de la eficiencia energética a la que se ha sumado Crédito y Caución.   

España, uno de los países con mayor radiación solar de Europa, ha favorecido como pocos a las renovables: el 45% de la energía que sale por el enchufe ya tiene ese origen. Sin embargo, la modalidad de generar y consumir uno mismo tenía el freno normativo puesto hasta el Real Decreto de 2019, que modificó la historia del autoconsumo en España al agilizar los trámites y derribar algunas barreras importantes: regula qué hacer con el excedente, si venderlo a la red o recibir una compensación en factura, permite instalar baterías para almacenar o el autoconsumo colectivo mediante el cual varias empresas en un polígono pueden compartir una instalación fotovoltaica. 

La subida de los precios del gas natural y de la compensación de emisiones de CO2 explican el incremento coyuntural del precio de la energía en 2021 que, sin duda, acelerará la tendencia. Sin embargo, la opción creciente por el autoconsumo tiene una explicación estructural relacionada con la mejora de la tecnología: los gráficos de los paneles solares dibujan una X, donde el precio es la línea descendente y la ascendente su eficiencia en generación. Según la Unión Española Fotovoltaica (Unef), el coste de la instalación ha caído un 50% en el último lustro, lo que reduce la amortización de la inversión en el autoconsumo industrial en entre cinco y siete años. Las compañías instaladoras y proveedoras de este servicio afirman que es posible reducir entre un 40% y un 60% la factura eléctrica. 

De acuerdo con la Unef, en 2019 se instalaron 459 megavatios (MW) de autoconsumo, el doble que el año anterior; 2020 marcó un nuevo récord con 596 MW. En este crecimiento notable, la distribución por sectores ha representado un 56% para el sector industrial, un 23% para el sector comercial y, finalmente, un 19% para el sector doméstico.

Se trata de una tormenta casi perfecta. El sector aún reclama  reajustes clave para que el autoconsumo progrese en la economía real, pero patronales como la propia Unef o la Asociación de Empresas de Energías Renovables prevén que se intensifiquen los factores acelerantes del autoconsumo. Seguirán bajando, dicen, los precios de la tecnología, la instalación y la gestión y crecerán los servicios asociados para vender electricidad de fuentes renovables a medio y largo plazo o la financiación de la instalación por parte de la empresa proveedora a cambio de un contrato amplio. Esta transición energética implica un nuevo modelo distribuido, con múltiples puntos de generación lo más cerca posible de los puntos de consumo, la sintonía con los valores sociales y con un nuevo actor energético, el autoconsumidor. Ya se ensayan cambios disruptivos como células fotovoltaicas fabricadas con carbono en vez de silicio, capaces de adaptarse a superficies irregulares o paneles bifaciales o transparentes, con menor impacto estético, y mejoras en la curva de optimización de las baterías, que se acerca cada vez más a la de los propios módulos. 

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