Observatorio

Métodos de innovación vertiginosa

El cambio se acelera y con él la carrera para materializar ideas útiles en menos tiempo.

Juan Pablo Zurdo
Innovación Vertiginosa

El cambio siempre ha sido parte de la economía pero en el siglo XXI ha incrementado su velocidad. La carrera por materializar ideas útiles en menos tiempo ha traído consigo nuevas metodologías que permiten desarrollar soluciones a contrarreloj. ¿Por qué tanta prisa? Por la necesidad acuciante de adaptarse a una economía de transformaciones simultáneas, desde la digitalización y la automatización a la transición energética o los nuevos hábitos de consumo, junto con otros factores como normativas más estrictas, crisis de suministro, la inflación o cisnes negros como una pandemia. 

Surfear esas oleadas de cambio obliga a las empresas a evolucionar con más rapidez, precisión y constancia que en cualquier periodo previo. De ahí la proyección de las metodologías ágiles o la innovación abierta para generar nuevos productos, servicios y procesos. Basan su eficiencia en la orientación no al producto sino al cliente o al usuario —también el interno—, en interiorizar qué espera de verdad, cómo y para qué va a usarlo. Bajan la teoría a la práctica, enseguida generan prototipos y los perfeccionan mediante pruebas sucesivas que integran al usuario. Combinan diversidad y creatividad a la hora de idear con el criterio técnico para entender las restricciones y elegir la solución que mejor equilibra valor y precio. Así, el producto o servicio final ha sido testado y validado, evitando caer en desarrollos unilaterales donde se entregaría al cliente un resultado que no responda a sus necesidades.

Ya en 2017, el 82% de 500 ejecutivos senior entrevistados por Forbes afirmaba que esas metodologías ayudan a crear mejores estrategias de negocio y, según el Project Management Institute, en 2018 el 71% de las empresas internacionales ya las empleaban para innovar. Sin embargo, el punto de giro ha estado en la pandemia de Covid-19, que ha exigido una capacidad de adaptación al cambio sin precedentes. Según el informe anual State of Agile de 2020, el 43% de las organizaciones aumentó su dependencia de los modelos ágiles para desarrollar aplicaciones y el 60% imprimía más velocidad a su comercialización. El mismo informe de 2021 destacaba avances aún más notables con algunos saltos de escala como el uso para desarrollar software: del 37% al 86%. El 94% de las compañías analizadas aplicaba estos métodos en algún grado.  

Aunque algunas de estas metodologías tienen años, hoy potencian su conocimiento del cliente y la monitorización del testeo mediante analítica avanzada e inteligencia artificial. A metodologías más genéricas como Design Thinking o Lean Thinking y a métodos de tipo Scrum, kanban, Programación Extrema o SAFe se añaden otros como Agile Inception, Crystal o Lean Startup. Se especializan por ejemplo en definir objetivos generales, desarrollar software, en proyectos complejos que requieren resultados a corto plazo, flujos de trabajo sin cuellos de botella que reducen desperdicios de tiempo y material, escalar procesos a toda la organización o corregir tareas que no aportan valor al cliente. Alguna de las más recientes dice completar todo el proceso de propuesta de soluciones, diseño, prototipado y testeo en apenas cuatro días. 

Ante la proliferación de metodologías para acelerar la innovación corporativa, los expertos advierten que antes de implantar un método hay que ser metódicos, es decir, fomentar equipos orientados a la creación y al crecimiento, la experimentación sistemática, la empatía no solo hacia los clientes sino a los grupos de interés y alianzas exteriores para potenciar las capacidades internas. Mejor asesorarse antes de intentar agilizar sin tener claro qué, para qué, quién lo hace y cómo. 

Lo ágil se basa en equipos multidisciplinares, incorporando a usuarios y clientes en el diseño. A menudo se recurre a facilitadores externos para guiar el proceso, lo que está muy cerca ya de la innovación abierta: la que comparten diferentes organizaciones para lograr juntas lo que está fuera de alcance por sí solas en plazos breves. En otro post ya hablamos de los hackatones, los eventos de una, dos o tres jornadas para desarrollar soluciones técnicas entre empresas, desarrolladores y diseñadores externos. Son los más conocidos, pero la innovación abierta integra otros modelos como: los ideatones, centrados en innovar conceptos; los challenge, una especie de hackaton pero más prolongado y para retos genéricos; o las expediciones de datos, donde profesionales de data science y otros ámbitos ayudan a las organizaciones a analizar y visualizar la información propia y abierta para exprimirle valor y entender mejor un problema como, por ejemplo, el consumo excesivo de energía.
 

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