El precio del petróleo pasará factura en Rusia

Rusia logró evitar la recesión en 2014, pero debe prepararse para una inevitable tormenta económica en 2015 ante el descenso del precio del petróleo.
Madrid - 03-mar.-2015

Rusia ha evitado la recesión en 2014. Su economía, dominada por el gas y el petróleo, ha crecido un 0,6% impulsada por el consumo privado, con un desempleo en mínimos históricos del 4,9%, un superávit por cuenta corriente del 2,6% y una deuda externa limitada al 34% del PIB. A mediados de enero de 2015, las reservas de divisas en el Banco Central eran de 380.000 millones de dólares, lo que suponen diez meses de cobertura de importaciones.

Junto a estas cifras, que dibujan una imagen de solidez financiera y moderadamente positiva en 2014, hay señales claras que indican que la situación económica se está deteriorando con rapidez. La inversión bruta se desplomó en comparación con 2013. Las reservas de divisas se redujeron más del 20% en 2014, mientras el Banco Central intentaba en vano detener la depreciación del rublo, que perdió casi el 50% de su valor frente al dólar, lo que provocó un aumento de la inflación hasta casi alcanzar el 10% a finales de año. La bolsa de Moscú cayó más del 60%, subrayando la gravedad de la pérdida de confianza.

Esto es solo el comienzo. Prevemos que la economía rusa decrezca entre el 3,5% y el 4% en 2015. La contracción podrá ser incluso mayor impulsada por los tres problemas económicos de Rusia: la falta de inversión, las sanciones internacionales y el bajo precio del petróleo. Rusia debería prepararse para una inevitable tormenta económica en 2015.

Los datos de 2014 destacan la falta crónica de inversión de la economía rusa. Esto ya era evidente en 2013, antes de la crisis de Ucrania, cuando el aumento de la salida de capital alcanzó los 65.000 millones de dólares. Rusia necesita inversión urgente para modernizar su sector energético. Los campos de Siberia Occidental, que representan el 90% del petróleo ruso, están en niveles máximos de producción. La exploración de los campos árticos requeriría una inversión de 700.000 millones de dólares hasta 2035, según la Agencia Internacional de la Energía. Otros sectores manufactureros también necesitan inversión.

La intervención rusa en Ucrania también ha generado costes económicos. No sólo los directos, asociados al despliegue activo de tropas y la atención a las áreas de Crimea y del Este de Ucrania controladas por los separatistas ucranianos, sino los derivados de las sanciones internacionales y, paradójicamente, de la propia respuesta rusa.

Las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea se dirigen a los oficiales rusos y a las compañías de defensa y energía, que enfrentan severas restricciones de acceso a la tecnología y a la financiación extranjera. Las sanciones sobre las empresas energéticas son las más efectivas a corto plazo. Con el acceso bloqueado a la tecnología energética y sin medios para adquirirla en otro lugar, la inversión en empresas rusas se encuentra en peligro. Estas sanciones están atacando el punto débil: la inversión.

Pero la mayor amenaza para la economía rusa es la caída continua del precio del petróleo. El sector energético representa el 30% del PIB ruso, el 70% de las exportaciones y el 50% de los ingresos gubernamentales. El precio del petróleo se ha desplomado por el incremento de la oferta hacia los 50 dólares por barril. Cabe esperar que se recupere hasta los 75 dólares en 2015, pero estará aún muy por debajo de los 95 con los que Rusia está realizando sus previsiones económicas.

Por otro lado, la depreciación del rublo aumenta la preocupación por la inflación. La depreciación se inició en la primavera de 2014, cuando la incertidumbre sobre la anexión de Crimea aumentó la salida de capital. El Banco Central de Rusia trató de frenar la devaluación mediante intervenciones en el mercado de divisas gastando, hasta principios de 2015, más de 95.000 millones de dólares, el 25% de sus reservas. Cuando el precio del petróleo comenzó a descender esta política se hizo insostenible. La devaluación del rublo alcanzó el 60%, lo que encarece el coste de las importaciones, especialmente alimentos y lácteos, escasos como resultado de las sanciones de respuesta de Rusia. Para abordar la amenaza de la inflación, el Banco Central de Rusia ha elevado los tipos de interés, que han llegado a alcanzar el 17,5%, restringiendo aún más las inversiones.

 

Preparándose para la tormenta

La economía rusa afronta 2015 con debilidad, afectada por las sanciones internacionales y el bajo precio del petróleo. Es muy poco probable que pueda evitar una recesión y esta será significativa. Se espera que la inversión disminuya otro 16,5% y el consumo de los hogares, que descenderá un 6%, no podrá mantener la economía, como en 2014. El sector exterior aportará cierto alivio, ya que la debilidad del rublo impulsará las exportaciones de sectores no energéticos y llevará a una contracción de las importaciones del 30%, manteniendo la cuenta corriente en positivo. A partir de 2016 puede percibirse una cierta recuperación.

Estas previsiones están asociadas a una recuperación del precio del petróleo hasta los 75 dólares y a la relajación de las sanciones internacionales a partir del verano. Si no se produce un cambio en el precio del crudo, la economía rusa puede verse mucho más afectada y la contracción económica podría alcanzar el 7% o el 8%. La presión sobre el rublo puede agravar la situación o incluso provocar un pánico bancario, razón por la que el Banco Central de Rusia sigue dedicando divisas a frenar la devaluación, pero este gasto está presionando los niveles de las reservas. En caso de agotarse Rusia no tendría acceso a préstamos internacionales de emergencia, debido a las sanciones.

 

Acerca de Crédito y Caución

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