2010 y 2011 se han caracterizado en Argentina por un elevado crecimiento del PIB [por encima del 8%] como consecuencia de las políticas macroeconómicas expansivas, la intervención de la Administración y los altos precios de las exportaciones agrícolas [semillas de soja]. La política económica expansiva [por ejemplo, sistema de apoyo a los niños para familias pobres e hipotecas baratas para la compra de primera vivienda] ha estimulado la demanda interna, aunque de forma artificial. Al mismo tiempo, la fuerte demanda de materias primas de los mercados florecientes de China y el vecino Brasil han disparado las exportaciones argentinas. Sin embargo, se prevé que el crecimiento se frene en 2012, con una caída del crecimiento de las exportaciones y políticas monetarias y fiscales más restrictivas, que constituyen ahora una necesidad urgente. Además, la intervención de la Administración está obstaculizando el crecimiento del PIB. Cifras de inflación oficiales poco fiables Desde el segundo semestre de 2009, la recuperación ha generado un aumento de la inflación, que se sitúa oficialmente en el 9.9% en 2011, pero que en realidad probablemente supere el 25%. Las cifras oficiales de inflación se consideran cuestionables. La confianza general en la banca es baja ya que, a pesar de unas reservas y una capitalización adecuadas, los ahorradores todavía recuerdan con nitidez la crisis del peso de 2001. Existe una creciente divergencia entre bancos públicos y privados. La situación de los bancos públicos es por lo general peor debido a una mayor exposición a la deuda del sector público. La política intervencionista y procíclica de la Administración de Argentina ha generado un mayor control por parte del Estado y ha llevado al actual clima inflacionista. La estrategia económica sigue siendo también ad hoc, y el Estado recurre al control de precios, prohibiciones de exportación y proteccionismo comercial. La política monetaria está muy politizada y, con un gasto público generoso y susidios a los consumidores, ha contribuido a un déficit presupuestario del 1.4% del PIB este año. Debido a la adversa percepción de los inversores internacionales y a los problemas todavía sin resolver con los titulares de bonos que boicotearon la restructuración de la deuda en 2005, el Estado no puede endeudarse libremente en los mercados internacionales. Para reforzar las finanzas públicas, en 2008 el Gobierno y el Congreso aprobaron la nacionalización de un fondo de pensiones privado por valor de 30.000 millones de dólares. Una parte de sus reservas de divisas se ha transferido al Tesoro, para evitar problemas de liquidez en el sector público y un eventual impago soberano. Al mismo tiempo, la Administración ha ordenado al banco central que transfiera parte de las reservas de divisas a un fondo para pagar el servicio de la deuda pública. De momento, las reformas estructurales han sido mínimas [banca, fondos de pensiones, sector energético, gobiernos provinciales/locales]. Los controles de precios cubren el 70% de los artículos de la cesta de consumo y los inversores extranjeros ya le habían dado la espalada a Argentina antes de la crisis crediticia porque no se les permitía subir los precios de consumo. A finales de 2001, Argentina dejó de pagar 94.300 millones de dólares estadounidenses de deuda pública la mayor parte bonos soberanos y, en junio de 2005, se completó una reestructuración involuntaria de la deuda con los titulares de bonos. Se convirtieron 102.600 millones de dólares de la antigua deuda [incluidos los intereses adeudados] en 35.200 millones de dólares de nueva deuda, después de que el 76% de los acreedores aceptaran el trato. En junio de 2010, Argentina consiguió reestructurar otra permuta de 12.200 millones de dólares en bonos que se habían quedado fuera en el canje de 2005, situando el importe total de deuda reestructurada en el 92.6%. Con la devolución de la totalidad de los 9.800 millones de dólares de la deuda del FMI a finales de 2005, Argentina puso punto final a sus vínculos con dicha organización. Pero sigue sin haber solución a los atrasos de 8.800 millones de dólares del Club de París, lo que sigue bloqueando el acceso de Argentina a los mercados financieros internacionales. Sin tal acceso, Argentina se enfrenta a los actuales problemas para cubrir sus necesidades de financiación externa. Como consecuencia de ello, la Administración argentina ha mostrado una mayor disposición a resolver los problemas pendientes para tener acceso de nuevo a los mercados de capital y evitar así un nuevo impago soberano. En noviembre de 2010, la presidenta Fernández de Kirchner anunció que el Club de París estaba de acuerdo en entablar conversaciones sobre el pago de la deuda pendiente sin la supervisión del FMI [una condición previa exigida por Argentina], pero la solución sigue siendo incierta. Cuenta corriente en deterioro y mayor fuga de capitales Aunque las exportaciones han crecido en 2010-2011, como consecuencia del repunte económico, el ritmo de crecimiento de las importaciones ha sido mayor, provocando un menor superávit de la balanza comercial y un claro deterioro de la cuenta corriente en 2011. Además, antes de las elecciones generales y presidenciales, se produjo una fuga de capitales del país debido a las inquietudes respecto a la inflación, la debilidad del peso y la incertidumbre en relación con la política económica. Según el banco central, entre enero y septiembre de 2011 las salidas de capital se duplicaron, en términos interanuales, situándose en 18.000 millones de dólares. Solo en el tercer trimestre de 2011, las salidas de capital ascendieron a 8.400 millones de dólares, erosionando considerablemente el nivel de reservas en divisas, que pasaron de cubrir más de 12 meses de importaciones en 2010 a menos de 8 meses a finales de 2011. Esta posición de liquidez debilitada ha llevado a la Administración a tomar varias medidas para detener las salidas de capital, como la introducción de diversos controles comerciales, de capital y una supervisión más estricta del cambio de divisas [por ejemplo, ordenando a las empresas la repatriación de los ingresos por exportación y el rendimiento de las inversiones extranjeras]. Se ha animado a las empresas extranjeras a que aumenten sus inversiones en Argentina y a producir más bienes localmente. Estas medidas han mejorado las cuentas externas, pero de manera artificial: mediante la manipulación del mercado por la Administración. Argentina sigue siendo una economía muy dolarizada. Perspectivas: fuerte aumento del riesgo arbitrario Las poco fiables cifras económicas oficiales apuntan a una moderación del crecimiento del PIB en 2012 que se situaría en el 3.5% y a una alta inflación continuada. Los resultados económicos de Argentina se verán negativamente afectados por la desaceleración del crecimiento en Brasil, su principal mercado de exportación, y porque el precio de las materias primas agrícolas ha dejado de aumentar. La política económica es demasiado expansiva a la vista de las cifras de la inflación real de más del 25% y el aumento del déficit presupuestario [1.4% del PIB en 2011]. La poca fiabilidad de los datos oficiales y el excesivo estímulo fiscal/monetario dan una visión artificialmente positiva de los resultados económicos reales de Argentina. El resultado final de una intervención estatal masiva en la economía [comercio, capital, restricciones al cambio de divisas y manipulación de las cifras económicas] es una acumulación de tensiones en los mercados que no puede mantenerse indefinidamente. El peso está ahora muy sobreevaluado situándose la inflación real muy por encima de la lenta depreciación de la moneda y esta situación debe corregirse. Sin embargo, las autoridades se niegan a ajustar el peso mediante una fuerte depreciación del tipo de cambio oficial. En su lugar, se han aplicado restricciones a la importación y controles de cambio, lo que ha generado más retrasos en los pagos para los importadores extranjeros y un brusco aumento del riesgo financiero en las operaciones comerciales con Argentina. La posición de liquidez de Argentina todavía no está en peligro. Sin embargo, se ha deteriorado considerablemente este año, al situarse la inflación real por encima de la depreciación del peso [generando una pérdida de competitividad] y se prevé una nueva reducción de las reservas de divisas en 2012. Las cuentas externas siguen debilitándose y las relaciones con los mercados financieros seguirán siendo inestables mientras sigan pendientes los atrasos de 8.800 millones de dólares que el país debe al Club de París para completar la restructuración de su deuda externa. Es necesario resolver esta cuestión antes de que Argentina pueda recurrir de nuevo a los mercados financieros mundiales. Para recuperar la confianza de los inversores y detener la fuga de capitales, la Administración debería también reducir el gasto público [es decir, reducir los subsidios, que representan más del 4% del PIB] así como levantar las restricciones al cambio de divisas. Sin embargo, no cabe descartar más acciones arbitrarias por parte de la Administración en un contexto de mayores tensiones económicas y de deterioro de las cifras clave; sin embargo, dichas acciones solo agravarán los actuales desequilibrios económicos. Por consiguiente, es vital mantener la cautela a la hora de operar en este mercado y seguir de cerca su evolución. Acerca de Crédito y Caución Crédito y Caución, compañía de seguros, lleva cerca de 80 años contribuyendo al crecimiento de las empresas, protegiéndolas de los riesgos de impago asociados a sus ventas a crédito de bienes y servicios. Con una cuota de mercado cercana al 60% en España y al 33% en Portugal, se sitúa como la compañía líder de su sector en el mercado ibérico. Asimismo, Crédito y Caución ha expandido su actividad directa a Brasil. La compañía es el operador en estos tres mercados del Grupo Atradius, presente en 42 países. Con unos ingresos totales cercanos a los 1.800 millones de euros y una participación del 31% en el mercado global del seguro de crédito, tiene acceso a la información de crédito de más de 52 millones de compañías en todo el mundo y toma más de 22.000 decisiones diarias de límites de crédito. La fortaleza financiera de Crédito y Caución queda avalada por la calificación A- de Standard & Poor's. |
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