En 2009, la economía de Brasil registró recesión moderada, con una contracción del PIB del 0,7%, debido principalmente a una caída interanual del 7,4% de la producción industrial, provocada por un brusco descenso de las exportaciones y de la inversión [-10%]. Sin embargo, desde el cuarto trimestre de 2009, el país ha registrado una fuerte y generalizada recuperación, gracias al repunte de las exportaciones a Asia, la inversión y una demanda de consumo boyante. En 2010, la producción industrial y las exportaciones crecieron un 11,5% interanual y las ventas minoristas mostraron, por lo general, una fortaleza excepcional, con un aumento de volumen del 10,9% en términos interanuales, como resultado de las mejoras en el mercado de trabajo, y la creación de muchos empleos nuevos, tanto temporales como indefinidos. Las condiciones de crédito se mantuvieron flexibles y los costes de financiación han alcanzado mínimos históricos, estimulando el consumo de los hogares, que creció un 7% en 2010. Mientras las exportaciones de bienes y servicios aumentaron un 11,5% el año pasado, el crecimiento de las importaciones crecieron significativamente más: un 36,2%. En el conjunto de 2010, la producción creció un 7,6% en términos interanuales. 2011: desaceleración del crecimiento y aumento de la inflación Este rebote se frenó hacia finales del año pasado, lo que parece apuntar a un enfriamiento del crecimiento económico en 2011: el PIB creció un 4,2% interanual en el primer trimestre y se prevé un aumento del 4,3% en 2011. La formación bruta de capital fijo [+8,8%] y el consumo de los hogares [+5,9%] crecieron significativamente en términos interanuales en el primer trimestre de 2011. El crecimiento de la producción industrial se ha desacelerado notablemente en el primer semestre de 2011 en relación con el primer semestre de 2010, llegando incluso a registrar un descenso interanual del 1,6% en junio de 2011. Uno de los efectos colaterales del boom ha sido el aumento de la inflación, que ha subido de manera constante desde septiembre de 2010 y que, debido al repunte económico y al aumento de los precios de los alimentos, registró una subida interanual del 6,7% en julio de 2011. Se trata del índice más alto desde noviembre de 2008 y se sitúa por encima del objetivo del 4,5% fijado por el Banco Central. Para el conjunto de 2011, se prevé que la inflación de precios al consumo aumente un 6,6% en términos interanuales. Medidas políticas para hacer frente al sobrecalentamiento de la economía La situación del sector bancario, sujeto a una fuerte regulación y supervisión, es razonable. Se aprecian ya indicios de un aumento de la presión en el ciclo crediticio, de manera que la banca comercial registra un rápido aumento de la proporción de deudas dudosas en sus carteras. Para contener el crecimiento del crédito, que se incrementó en un 20% entre abril de 2010 y abril de 2011, el Banco Central ha impuesto a los bancos requisitos de reservas más estrictos, a la vez que el gobierno ha subido los impuestos sobre el crédito al consumo. En una apuesta por contrarrestar el sobrecalentamiento de la economía nacional y la inflación, desde abril de 2010 el Banco Central ha venido subiendo el tipo de interés de referencia SELIC [su tipo a un día]. En junio de 2011, subió por cuarta vez este año, 25 puntos básicos, hasta situarse en el 12,5%, 3,75 puntos básicos por encima del registrado en abril de 2010. La fuerte apreciación del real ha afectado negativamente a los exportadores brasileños Sin embargo, la subida de tipos de interés ha atraído una mayor inversión de capital a corto plazo, y dichas importaciones de capital es lo último que necesita Brasil ahora mismo: las entradas de capital y el aumento de la inflación han forzado una apreciación del tipo de cambio del real [BRL]. El BRL se ha apreciado casi un 50% frente al USD en los dos últimos años, favoreciendo las importaciones [que crecieron, en términos de USD, un 32% en el período comprendido entre enero y julio de 2011], aumentando al tiempo las preocupaciones de los exportadores brasileños de bienes manufacturados debido a la erosión de su competitividad. En los siete primeros meses de 2011, las exportaciones de coches cayeron un 8% en términos interanuales. Para contener la apreciación de la moneda, en octubre de 2010 el gobierno brasileño impuso medidas de control del capital, aumentando los impuestos sobre las compras de renta fija de los inversores extranjeros y, en enero de este año, aumentó los requisitos de reservas en posiciones cortas en USD en manos de bancos locales. A finales de julio de 2011, la administración anunció una tasa adicional sobre las transacciones en divisas de productos derivados. Endurecimiento de la política fiscal La presidenta Rousseff también ha adoptado medidas urgentes en materia de política fiscal para hacer frente al sobrecalentamiento de la economía, provocado en gran parte por el aumento del gasto público en los últimos dos años. Los préstamos masivos del gobierno y las desgravaciones fiscales también contribuyeron a evitar una mayor recesión durante la crisis crediticia, pero gran parte del estímulo de 2009 se dirigió a emplear trabajadores en el sector público y a aumentar las pensiones y las prestaciones sociales en lugar de mejorar las deficientes infraestructuras del país. Incluso cuando la economía empezó a dar claras señales de recuperación el año pasado, el gasto público se mantuvo elevado en la recta final de las elecciones legislativas y presidenciales de octubre de 2010. El gasto público representa más del 20% del producto interior bruto de Brasil y la deuda pública asciende al 59% del PIB. Perspectivas: buenas, si bien se mantiene el riesgo de sobrecalentamiento de la economía El resultado de las elecciones presidenciales y legislativas ha aportado continuidad pero no ha alterado la fragmentación política y el deficiente progreso legislativo en Brasil. La escasa disciplina partidaria y la falta de lealtad en la coalición que caracterizan al sistema político de Brasil siguen siendo un obstáculo a la toma de decisiones. Se trata de un escollo importante para las reformas urgentes destinadas a reforzar la estructura de la economía del país a largo plazo. El crecimiento económico se mantendrá sólido Se prevé que el crecimiento del PIB se mantenga sólido en 2011 [4,3%] y en 2012 [4,7%], impulsado por la demanda interna, la inversión y las exportaciones. Sin embargo, la previsión de inflación para 2012 se ha revisado al alza, hasta el 5,1%, lo que significa que sigue existiendo el riesgo de que el rebote económico no se controle y se produzca un sobrecalentamiento de la economía. El principal objetivo de las autoridades es lograr un crecimiento del PIB que sea sostenible manteniendo, al mismo tiempo, bajo control la inflación y el aumento del déficit por cuenta corriente [3,1% del PIB], es decir un aterrizaje suave. Las entradas adecuadas de capital extranjero evitarán que el creciente déficit por cuenta corriente ponga en peligro la sólida posición de liquidez y solvencia. Una vez dicho esto, además de las elevadas cantidades de inversión extranjera directa [48.000 millones de USD en 2011, tras los 26.000 millones registrados en 2010], está entrando más capital a corto plazo Brasil, lo que complica todavía más la estricta política monetaria del Banco Central en términos de objetivo de inflación. La apreciación el BRL socava cada vez más la competitividad de las empresas exportadoras brasileñas, manteniendo al Banco Central de Brasil en una difícil posición de o bien subir los tipos de interés [para combatir la inflación] o reducirlos [para contener la apreciación del real]. Se prevé que el Banco Central aumente su tipo de interés de referencia y/o tome medidas adicionales para frenar el crecimiento del crédito, por ejemplo mediante un aumento de los requisitos de reservas y de capital. En julio de 2011, declaró que no espera una desaceleración de la inflación hasta el 4,5% [el índice objetivo] antes del primer semestre de 2013. Al mismo tiempo, el gobierno de Brasil ha hecho públicos nuevos planes para ayudar a las empresas afectadas por la apreciación del real. Los problemas del endurecimiento fiscal Es necesario un mayor rigor fiscal para evitar un sobrecalentamiento de la economía y para reducir el déficit del sector público, pero el gobierno se enfrenta al hecho de que menos del 10% del presupuesto anual comprende partidas que pueden reducirse, mientras que el gasto correspondiente a nóminas, asistencia sanitaria y educación son fijos. Una posible medida sería una reforma del complicado sistema fiscal y del generoso sistema de pensiones, pero no parece probable debido a las circunstancias políticas. La mejora de las infraestructuras es esencial para sostener el crecimiento a largo plazo [el deficiente estado de muchas carreteras, aeropuertos y puertos y la sobrecarga de los sistemas de suministro de energía ya están obstaculizando el crecimiento]. Sin embargo, para lograr dichas mejoras el gobierno debería aumentar la inversión del sector público: un estímulo adicional que acentuaría todavía más el riesgo de sobrecalentamiento de la economía. |
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