En 2009, la crisis mundial, la caída de los precios de las materias primas y una menor producción agrícola, que cayó un 30% debido a una grave sequía, pusieron fin en Argentina al crecimiento que se había iniciado en 2004. El consumo privado cayó debido al aumento del desempleo y a una reducción del crédito a los hogares, y la inversión fija también se desplomó. El crecimiento del PIB se redujo hasta el 0,6%, según datos oficiales, aunque poco fiables. Parece más probable que se haya registrado una contracción del 2,5%. Sin embargo, en 2010, la economía se recuperó con firmeza, con un crecimiento del PIB del 8,3%, gracias a las favorables condiciones externas, cosechas de grano récord y políticas macroeconómicas expansivas. La fuerte demanda de materias primas de los mercados en auge de Brasil y China ha disparado las exportaciones argentinas. La política económica expansiva también ha contribuido a la recuperación, estimulando la demanda interna, si bien de manera artificial. El consumo privado aumentó un 8% y el gasto público un 11%. Lamentablemente, la recuperación también ha generado un aumento de la inflación a partir del segundo semestre de 2009, que se estima oficialmente en el 10,7% para 2010, pero que probablemente supera el 30%. Las cifras oficiales de la inflación están en tela de juicio desde que el anterior presidente cesara al responsable del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, INDEC, en 2007, por publicar cifras que aun siendo exactas resultaban difíciles de digerir. Si bien el sector bancario argentino no está expuesto a activos tóxicos, hay poca confianza general en los bancos. A pesar de unas provisiones y capitalización adecuadas, los ahorradores todavía recuerdan con nitidez la crisis del peso de 2001. Existe una creciente divergencia entre bancos públicos y privados. La situación de los bancos públicos es por lo general peor debido a una mayor exposición a la deuda del sector público. Política económica La política intervencionista y procíclica de Argentina ha generado un mayor control por parte del Estado y ha provocado el actual clima inflacionista. La estrategia económica sigue siendo también ad hoc e intervencionista, y el Gobierno recurre al control de precios, prohibiciones de exportación y proteccionismo comercial. La política monetaria está muy politizada. Tras años de caída, la deuda del sector público se estabilizó en el 51% del PIB en 2010. Debido a la opinión desfavorable de los inversores internacionales y al problema no resuelto con los titulares de bonos que boicotearon una reestructuración de la deuda en 2005, el Gobierno no puede endeudarse libremente en los mercados internacionales. Para reforzar las finanzas públicas, en 2008 el Gobierno y el Congreso aprobaron la nacionalización de un fondo de pensiones privado con un valor de 30.000 millones de dólares estadounidenses. Una parte de sus reservas exteriores han sido transferidas al Tesoro, evitando problemas de liquidez en el sector público y un posible impago de la deuda soberana. Con déficits fiscales recurrentes de manera constante, debido al elevado gasto público y a los subsidios a los consumidores, y con elecciones previstas en 2011, existe un elevado riesgo de que el Gobierno recurra a otras agencias del sector público para cubrir su agujero financiero: en enero de 2010, la presidenta ya ordenó al banco central que transfiriera 6.600 millones de dólares estadounidenses de sus reservas exteriores a un fondo para pagar el servicio de la deuda pública. Afortunadamente, situado en un 1,3% del PIB, el déficit fiscal en 2010 ha resultado inferior al previsto, gracias principalmente al repunte económico. De momento, las reformas estructurales han sido mínimas [banca, fondos de pensiones, sector energético, gobiernos provinciales/locales]. Los controles de precios cubren el 70% de los artículos de la cesta de consumo, y los inversores extranjeros ya le habían dado la espalda a Argentina antes de la crisis crediticia porque no se les permitía subir los precios de consumo. Deuda exterior A finales de 2001, Argentina dejó de pagar 94.3000 millones de dólares estadounidenses de deuda pública la mayor parte bonos soberanos y, en junio de 20005, se completó una reestructuración involuntaria de la deuda con los titulares de bonos. Se convirtieron 102.600 millones de dólares de la antigua deuda [incluidos los intereses adeudados] en 35.200 millones de dólares de nueva deuda, después de que el 76% de los acreedores aceptaran el trato. En junio de 2010, Argentina consiguió reestructurar otra permuta de 12.200 millones de dólares en bonos que se habían quedado fuera en el canje de 2005, situando el importe total de deuda reestructurada en el 92,6%. Con la devolución de la totalidad de los 9.800 millones de dólares de la deuda del FMI a finales de 2005, Argentina puso fin a sus vínculos con dicha organización. Pero todavía no se han resuelto los atrasos de 6.700 millones de dólares del Club de París, lo que sigue bloqueando el acceso de Argentina a los mercados financieros internacionales. Sin tal acceso, Argentina se enfrenta a los actuales problemas para cubrir sus necesidades de financiación externa. Como consecuencia de ello, el Gobierno argentino ha mostrado mayor disposición a resolver los problemas pendientes para tener acceso de nuevo a los mercados de capital y evitar un nuevo impago soberano. En noviembre de 2010, el Gobierno argentino anunció que el Club de París estaba de acuerdo en entablar conversaciones sobre el pago de la deuda pendiente sin la supervisión del FMI [una condición previa exigida por Argentina], pero la solución todavía es incierta. Por consiguiente, la posición de solvencia sigue siendo, al menos artificialmente, razonable, a pesar de que el ratio de deuda exterior como porcentaje del PIB y las exportaciones de bienes y servicios han mejorado. Balanza de pagos En 2010/2011, el repunte económico ha generado un crecimiento de las importaciones, por encima de las exportaciones, que también crecen, provocando una caída de los superávits comerciales y por cuenta corriente. Debido a una cuenta de capital negativa, con menos inversión extranjera directa, importantes salidas netas del sector privado no financiero y falta de acceso al crédito comercial, la balanza total de pagos cerró 2008/2009 con déficit, pero se recuperó en 2010. Argentina sigue siendo una economía muy dolarizada. Perspectivas Las poco fiables cifras económicas oficiales apuntan a una moderación del crecimiento del PIB en 2011 que se situaría en el 5,1% y una alta inflación. La política económica es demasiado expansiva a la vista de las cifras de inflación reales del 15-20% y del aumento de los déficits presupuestarios. El peso está sujeto actualmente a una depreciación real, poro no es lo suficientemente fuerte como para compensar la alta inflación. A corto plazo, el sector público podrá hacer frente a sus obligaciones, pero el futuro a medio plazo sigue siendo una incógnita. Las importantes reservas internacionales de Argentina [incluyendo la absorción del fondo de pensiones] son un amortiguador frente a riesgos de aplazamiento de pagos en 2011, pero la fuga de capitales sigue siendo una amenaza. A pesar de las previsiones de un acuerdo definitivo sobre la deuda con el Club de París, el diferencial de la cobertura por riesgos crediticios [CDS, por sus siglas en inglés] de Argentina sigue siendo el más alto de Sudamérica, y sigue bloqueando su acceso a los mercados financieros mundiales, incluyendo la emisión de bonos por parte de las grandes corporaciones argentinas. |
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