Observatorio

La instapoesía que triunfa en las redes

En CyC Prisma analizamos el resurgir de la poesía en nuestros días después de tiempos de letargo, con un vigor que recuerda al del siglo de oro. ¿la clave? Nuevos enfoques desafiantes y un altavoz llamado Internet.

Carmen de Silva
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Allá en el siglo XIX, cuando Becquer se preguntaba: “Qué es poesía” y él mismo se respondía: “Poesía eres tú", ni de lejos imaginaba el sevillano que el debate encontraría cobijo en el seno de una nueva generación de poetas en el siglo XXI, los instapoetas, hombres y mujeres jóvenes que dan rienda suelta a sus pensamientos en las redes sociales con no poco predicamento. 

Cierto es que mucho han cambiado las cosas desde Garcilaso, Becquer o Machado, pero entonces, como ahora, la poesía, dicen los que saben, sigue siendo poesía. Su esencia, esa capacidad única del género para expresar las más íntimas emociones humanas hasta remover el alma, es la misma. Y luego está lo demás, el cómo: una poesía cercana, libre, transgresora; el dónde: en las redes sociales (audiencias millonarias al alcance de un clic), el cuándo: aquí y ahora (no es necesario publicar libros, aunque se hace), y el quién: los instapoetas (autores de entre 20-40 años que enamoran a legiones de jóvenes y no tanto), aunque buena parte de ellos no sienten que el término les represente: “No creo que haya un grupo de instapoetas. Tal vez hay cierta gente que utiliza las redes sociales para presentar sus proyectos o para llegar a un determinado público al que no llegaría sin el escaparate que estas te brindan, pero igual que en otras profesiones o sectores”, afirma Patricia Benito, poeta de éxito en las redes.

¿Por qué triunfa? La pregunta del millón. Un poco de contexto. La línea ascendente comenzó poco antes de la pandemia. De hecho, según datos del National Endowment for the Arts, en Estados Unidos, la venta de libros de este género tiene desde 2015 un crecimiento anual del 21% y, casualmente, muchos de ellos, aproximadamente la mitad, pertenecen a instapoetas, que han vuelto a poner de moda este género casi siempre minoritario. Como señalaba Benito, una de las causas, sin duda, es el uso de la tecnología, más concretamente, de las redes sociales, que permiten una difusión global 24/7. Entre las más relevantes, Instagram, de ahí lo de instapoetas, pero no solo. También YouTube, X y TikTok. 

En esos campos de cultivo recolectan los nuevos poetas legiones de ávidos lectores que como antaño, buscan palabras bellas que conforten el alma, aunque a través de formas y sitios diferentes, como los movimientos #bookstagram (Instagram), #booktok (TikTok) o la plataforma Wattpad. Los números hablan por sí solos. En el panorama nacional, Benito cuenta con 173.000 seguidores en Instagram, Miguel Gane, 310.000 y Elvira Sastre, 610.000. Ellos son solo tres de los nombres de una larga lista de poetas que manejan la lírica tan bien como las redes. Sus followers están a la par, incluso por encima, de reputados novelistas españoles actuales como Rosa Montero, Arturo Pérez Reverte y hasta la superventas Megan Maxwell. A nivel internacional, el fenómeno Rupi Kaur, escritora e ilustradora indio-canadiense atesora 4,5 millones de seguidores e incluso llegó a estar en la lista de los personajes más influyentes de Forbes under 30.


Otros tiempos, otros temas

Pero no solo de tecnología vive la poesía de hoy. Además de lírica y redes hay temas nuevos, desafiantes, irreverentes que contribuyen al éxito. Donde antes solo había amor, ahora también hay sexo. Donde solo cosas de hombres, ahora hay muchas de mujeres. Donde temas intratables, ahora hay tabúes al descubierto: racismo, discriminación, salud mental, feminismo… Las mujeres son arte y parte –buena parte– de la nueva poesía y en sus obras reinvindican su protagonismo y lo hacen sin ambages, como Irene Domigo Langares, Irene X en las redes, ganadora del I Premio Espasa es Poesía con La chica no olvida, una obra que constituye, según la editorial que la publica, “un canto rebelde y valiente que denuncia las desigualdades y los olvidos”. También de feminismo habla Benito: “La poesía, igual que cualquier disciplina artística o cualquier charla de bar, solo intenta reflejar lo que una persona siente, lo que le preocupa, cómo evoluciona, lo que le aterra y le da vida, lo que quiere cambiar y lo que no entiende. El feminismo pertenece a la gente, a las calles y al día a día y esos aprendizajes y enseñanzas, inevitablemente, los encuentras en los poemas y en los bares”.

Una clave más: la otrora recurrente brevedad del tiempo es ahora una máxima aunque no como tema, sino como forma. El gusto por lo corto encaja sin duda con la filosofía propia de las redes sociales donde los lectores viajan de post en post, de tuit en tuit sin pararse demasiado en nada. Por eso las audiencias minoritarias son ahora millones de almas dispuestas a consumir momentos de poesía. Internet es la biblioteca global y los instapoetas, los nuevos trovadores y bardos armados con smartphones, tabletas y ordenadores portátiles.

 

¿Likes o libros?

“No son excluyentes. Ambos son válidos y respetables”, señala Miguel Gane quien al mismo tiempo precisa que, al menos en su caso, lo tiene claro: “Yo escribo en los libros. Instagram es una herramienta para distribuir mi trabajo, pero no escribo en las redes sociales, lo hago por y para los libros”. 

Y así es en la mayoría de los casos. Los instapoetas crecen y se reproducen a golpe de clics, audios, vídeos y likes, pero también se relacionan con el mundo físico a través de los libros publicados por pequeñas editoriales independientes, al principio, y más grandes al final. “Las redes son muy buenas para no depender de terceros que decidan darte visibilidad o no y, sobre todo, para tener un contacto directo con tus lectores. Tú escribes tus libros y, si te apetece, que no siempre es fácil, aprovechas lo que te da ese lugar. Otra cosa es que haya editoriales que publiquen a gente porque tiene seguidores, sin valorar demasiado otros aspectos. Pero imagino que si lo hacen es porque hay gente que quiere leerlos", dice Benito.

De hecho, muchos de ellos comienzan autopublicando sus obras, como la propia Rupi Kaur, que con su libro Milk & Honey, traducido, curiosamente, por Elvira Sastre, estuvo más de cien semanas consecutivas en la lista de los más vendidos del New York Times. El sol y sus flores, el segundo poemario, fue publicado por la editorial Simon & Schuster, y vendió un millón de copias en los primeros tres meses tras su publicación en 2017.

En España, después del clic o del play, editoriales como Lumen, Alfaguara, Visor o Planeta, habilitan el salto de la pantalla al papel con un éxito similar en muchos casos. El poeta y cantautor Marwan, por ejemplo, ha llegado a vender 200.000 ejemplares de sus poemarios, una cifra desorbitada para el género que él atribuye a saber transmitir una cierta cercanía y hablar de emociones profundas de un modo sencillo.


Poetízate, poesía en las aulas 

Acercar la poesía a los más jóvenes es el objetivo de “Poetízate. Poesía en las aulas”, una iniciativa de Fundación Occident, que lleva el género poético a alumnos y alumnas de primaria y secundaria, de entre 10 y 17 años, presentándolo como una herramienta de expresión y comunicación.

Mediante talleres con lecturas dramatizadas muy animadas a cargo de poetas como Josep Pedrals, David Castillo o Gonzalo Escarpa, se trabaja la poesía como un género inclusivo y abierto, fomentándolo y difundiéndolo entre niños y adolescentes. Hasta el momento, más de 7.630 alumnos han participado en esta iniciativa enmarcada en el Concurso de Poesía Jesús Serra, también convocado por la Fundación.

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