Observatorio

El futuro del euro también será digital

El Banco Central Europeo estudia la introducción del euro digital en 2026, con el objetivo de hacer más eficientes los pagos electrónicos y salvaguardar al euro como moneda pública.

Tony Snape
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Preocupado por la inestabilidad de las criptomonedas y la falta de una empresa europea líder en la transferencia electrónica de dinero, el Banco Central Europeo (BCE) está estudiando la conveniencia de introducir un euro digital para reducir la dependencia de Europa de proveedores estadounidenses como PayPal, Apple Pay, Visa y Mastercard.

El banco con sede en Fráncfort empezó a analizar la posibilidad de un euro digital en 2020 y, tras 18 meses de investigación, está elaborando un prototipo de diseño que le ayudará a tomar una decisión a finales de este año. El BCE está realizando el trabajo en nombre de los bancos centrales de la zona del euro, como el Banco de España, con el fin de ofrecer un enfoque paneuropeo coordinado. El Banco de España ha puesto en valor la idea de un euro digital que podría fomentar la innovación, aumentar la eficiencia de los pagos y reducir la actual dependencia de soluciones y tecnologías de pago no europeas.

El Banco Central Europeo ya ha puntualizado que el euro digital estaría vinculado al tipo de cambio de la moneda física y no trataría de sustituirla. Se utilizaría exclusivamente como medio de pago, no como instrumento para inversiones financieras, con un umbral limitado a 3.000 euros por persona.

Muchos economistas se preguntan si es realmente necesario que el BCE intervenga en la creación de un sistema de pagos minorista característico del sector privado. El banco sí cree que el euro digital “reforzaría la soberanía monetaria de la zona euro” y proporcionaría un ancla de estabilidad para el euro en la era digital. 

Estamos estudiando cómo podría diseñarse y distribuirse un euro digital, así como el impacto que podría tener en el mercado. A continuación, decidiremos si iniciamos el proceso para desarrollarlo”, afirman desde el BCE. “Debería ser accesible, robusto, seguro, eficiente y cumplir la ley. También garantizaríamos el máximo nivel de privacidad”.

No es probable que el euro digital se introduzca a corto plazo: el 2026 se considera la primera fecha posible para su implantación. Por encima de todo, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha señalado que el euro digital sería algo más que un mecanismo de pago, más bien una iniciativa transversal y verdaderamente europea que tiene el potencial de afectar a la sociedad en su conjunto.

Es esta visión ambiciosa la que preocupa a voces críticas como la de Peter Bofinger, catedrático de Economía de la Universidad de Würzburg y miembro del Consejo de Expertos Económicos alemanes de 2009 a 2019, quien afirma no ver la necesidad ni de limitar los depósitos en el banco central a unos pocos miles de euros ni de un nuevo sistema de pagos basados en un euro digital simplemente para hacer pagos digitales baratos sin ofrecer servicios adicionales.

El profesor destaca el éxito en Alemania de la Girocard, un mecanismo de bajo coste que ya se utiliza más que el efectivo. Los costes de transacción oscilan entre el 0,14% y el 0,17%. “Por tanto, no hay una necesidad obvia de que el BCE sea un proveedor de pagos digitales baratos al por menor, lo que requeriría la tenencia paralela de depósitos en euros digitales”.

El sistema Pix, introducido por el banco central brasileño en 2020, ofrece un sistema de liquidación para pagos minoristas que puede utilizarse con una amplia variedad de instrumentos de pago. La gran diferencia con el euro digital es que con Pix los hogares y las empresas pueden utilizar sus depósitos bancarios existentes como objetos de pago, no hay necesidad de mantener ningún depósito en el banco central y, por tanto, el sistema Pix no proporciona una moneda digital del banco central.

En Europa, los bancos centrales ya están ayudando a los proveedores de pagos a introducir transacciones electrónicas más seguras y rápidas en euros utilizando stablecoin, un token o vale de criptomoneda con un precio estable vinculado a activos como el euro o el oro. En enero el Banco de España autorizó a la empresa malagueña Monei, pionera en pagos digitales, a probar su token EURM, que envía euros a paridad 1:1 a escala global, utilizando la tecnología blockchain de Ethereum y Polygon. En este escenario en permanente evolución, 2026 aún queda lo suficientemente lejos como para que el diseño de una moneda única digital europea tenga aún mucho debate por delante.

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