Observatorio

Europa lidera la transformación sostenible

Europa ha quedado rezagada en la carrera de la digitalización, pero lidera la apuesta global de la tecnología sostenible.

Juan Pablo Zurdo
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Europa ha quedado rezagada en la carrera de la digitalización, liderada por Estados Unidos, o en la producción de bienes de industrias concretas como paneles solares, microchips o baterías de litio, dominadas por China y Corea del Sur. Para que no se repita la historia, la Unión Europea aspira a liderar la tecnología sostenible exportable al mundo, con el efecto añadido de cierta reindustrialización. Se trata de una de las grandes transformaciones en marcha de la economía que, además de un imperativo ético, es también una oportunidad de negocio global. Esta ventaja competitiva europea ya se da en sectores como la generación eólica marina. Se trataría de ampliar su escala hasta abarcar la mayor cantidad posible de productos y servicios relacionados con la reducción de emisiones.

¿Por ejemplo? El hidrógeno verde, que no se produce con gas como el hidrógeno convencional, sino mediante electricidad renovable. Las inversiones en esta tecnología alternativa que podría liberarnos de la dependencia del petróleo o el gas natural se han incentivado ante los precios desbocados de la energía y los derechos de emisiones de CO2, dramáticos para la competitividad empresarial. La UE no solo quiere subirse al tren sino convertirse en locomotora, de ahí su estrategia de forzar la descarbonización de toda su economía en 2050. La palabra toda, es la clave. Según la Asociación Española del Hidrógeno, si el objetivo fuese un 50%, muchas compañías e instituciones podrían refugiarse en la otra mitad para aplazar el coste y la incertidumbre de la transición. Pero apuntar al 100%, al menos como meta ideal, obliga a los poderes públicos y la iniciativa privada a moverse en esa dirección que desembocaría en el liderazgo. Estados Unidos y China han asumido sobre el papel objetivos de descarbonización parecidos, pero a más largo plazo o con menor reflejo en la legislación que Europa. 

Es previsible la expansión de la conciencia verde entre los consumidores y las nuevas generaciones profesionales. Las tendencias económicas acompañan a este cambio  sociológico, lo que acelera la financiación de proyectos con criterios ESG (ambientales, sociales y de buen gobierno) desde la inversión pública y privada en Europa. No le faltan vientos favorables al órdago europeo. La industria 4.0 —la de la digitalización avanzada, la inteligencia artificial y la robotización— permitirá reducir los costes laborales, lo que mermará la competitividad china y facilitará la relocalización de factorías en suelo europeo.  Pero el intento de anticiparse a la competencia de otras regiones también entraña riegos. Algunos expertos apuntan precisamente el de que la presión política y social tienda al monocultivo de lo sostenible y relegue otras actividades productivas. No basta invertir más en I+D+i, sino que habrá que desarrollar, entre tantas oportunidades de negocio, las más realistas. La apuesta por el liderazgo de la transformación sostenible será una apuesta con retorno a medio y largo plazo y en cierto sentido rígida, mientras otros competidores, China o India por ejemplo, no dudan en construir centrales nucleares para asegurare energía barata y sin la intermitencia que lastra a las renovables.
 

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