Perspectivas

¿Cómo impacta el cambio demográfico global en el comercio internacional?

Las compañías que adopten estrategias flexibles que se adapten a estos cambios estarán mejor posicionadas para liderar los mercados del futuro.

Antonio Gallardo
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La demografía es uno de los factores de cambio más importantes en la economía global, tanto a nivel macroeconómico como microeconómico. El incremento de población, los cambios en la distribución por edad, la esperanza de vida, las tasas de natalidad o los flujos migratorios, afectan de forma muy relevante a la forma en que las sociedades producen, consumen y comercian.

Actualmente, el cambio demográfico global combina dos tendencias dispares: 

•    Un envejecimiento acelerado en gran parte del mundo.
•    Crecimiento joven en regiones como África y el sur de Asia.

Esta fusión está transformando la demanda interna, las exportaciones, las importaciones y las cadenas de valor internacionales. Comprender estos procesos es clave para anticipar tendencias y crear oportunidades.

 

Un mundo que envejece y se desplaza: los grandes vectores demográficos

No todas las regiones se mueven en la misma dirección. Según la ONU, la población mundial seguirá creciendo hasta mediados de la década de 2080, llegando incluso a superar los 10.300 millones de habitantes, pero con un marcado envejecimiento en Europa, Norteamérica y Asia oriental. En la Unión Europea los mayores de 64 años representan un 21,3% de la población en 2024, un 0,3% más que solo hace un año. Japón y Corea presentan cifras similares, lo que repercute en su balanza comercial y en su estructura de importaciones y exportaciones.

En contraste, el África subsahariana y parte del sur de Asia mantienen tasas elevadas de natalidad y una estructura poblacional joven. La urbanización y el aumento de las clases medias pueden convertir la juventud en un motor económico. Si se gestiona bien, este bono demográfico permitirá diversificar exportaciones hacia manufacturas y servicios con mayor valor añadido.

Esto generará mercados con necesidades muy distintas ya que, mientras las sociedades envejecidas demandarán productos duraderos, más servicios sociosanitarios, vivienda adaptada y tecnología de asistencia, los jóvenes, en cambio, impulsan el consumo de educación, bienes de consumo masivo y soluciones digitales.

 


Cambios en la elasticidad de la demanda

En primer lugar, el envejecimiento de la población altera la elasticidad de la demanda. Los consumidores de mayor edad tienden a priorizar bienes y servicios menos cíclicos: salud, seguros, vivienda estable, servicios financieros de bajo riesgo, frente a bienes de consumo rápido, como automóviles o tecnología de entretenimiento. 

Esto implica que las cadenas de valor de sectores como la automoción o la electrónica deben ajustar su escala, al mismo tiempo que se expanden sectores como la biofarmacéutica o la biotecnología aplicada al cuidado. El peso relativo de los productos intermedios ligados a esas industrias también se reconfigura, por ejemplo, en una mayor demanda de principios activos para productos farmacéuticos.

Por último, también se acelera un cambio estructural con un paso del comercio de bienes al comercio de servicios que crece además impulsado por la tecnología.

 

Cambios en fecundidad y natalidad

La baja fecundidad en muchas economías avanzadas reduce la demanda de vivienda y de bienes vinculados a hogares grandes, lo que incide en sectores como la construcción, el mobiliario o los electrodomésticos de gran formato. Sin embargo, aumenta la demanda de bienes de alta calidad, más compactos y de ciclo de vida más largo. 

Esto obliga a que las cadenas de valor incorporen innovaciones de diseño, sostenibilidad y personalización, y que las exportaciones de países especializados se orienten hacia productos premium y de nicho.

 

Expansión del consumo en economías jóvenes

En regiones con estructura joven y urbana el dinamismo se refleja en la creciente importancia de los bienes de consumo masivo y el incremento de fórmulas de comercialización como el e-commerce y los pagos digitales. A nivel de cadenas de valor, esto genera un doble efecto. Por una parte, la necesidad de importar insumos básicos y maquinaria para sostener industrias locales emergentes.


Por otro, la oportunidad de insertarse en segmentos bajos y medios de la cadena de valor como la industria textil, la agroindustria o la electrónica de montaje. 

En este contexto, la disponibilidad de infraestructuras logísticas como puertos, corredores ferroviarios y hubs digitales, se convertirá en un factor diferencial de competitividad comercial.

 

Cambios en la balanza por cuenta corriente

Las sociedades jóvenes, con mayor proporción de trabajadores en edad activa, tienden a mostrar déficits por cuenta corriente porque importan más bienes de capital y tecnología. En contraste, las sociedades envejecidas acumulan superávits por el mayor ahorro relativo, que se canaliza hacia inversión externa, con impacto directo en la financiación de infraestructuras y empresas en economías emergentes. Este flujo financiero se traduce en nuevas dependencias entre regiones.

 

Retos y oportunidades para empresas

El cambio demográfico global no solo es un fenómeno macroeconómico o geopolítico, también condiciona directamente las decisiones estratégicas de las empresas generando nuevos desafíos, pero también oportunidades y diferencias estrategias para afrontarlos:

• Diversificación de la demanda: aplicando estrategias de segmentación por cohortes demográficas, no solo por nivel de renta, y avanzando hacia la personalización de productos.

• Innovación en productos y servicios: aumentando la inversión en I+D focalizándola en necesidades demográficas específicas, combinando diseño inclusivo, digitalización y sostenibilidad. La colaboración con start-ups locales en mercados emergentes es una vía interesante para innovar en proximidad al cliente.

• Captación y movilidad del talento: el envejecimiento significa menos fuerza laboral disponible en economías maduras, mientras que el crecimiento de jóvenes en países en desarrollo aumenta su capital humano, aunque las brechas de formación y la rigidez en la movilidad pueden limitar su aprovechamiento. Para superarlo, se pueden implementar estrategias globales de talento que combinen formación en mercados emergentes, atracción de migrantes cualificados y automatización para compensar déficits de mano de obra en sectores críticos como salud o logística.

• Mayor volatilidad en las cadenas de suministro: urbanización, presión de las clases medias o sensibilidad en bienes básicos pueden cambiar la demanda de productos de forma muy rápida.  Para superar problemas de exceso de demanda o lo contrario, de desabastecimiento, se pueden implementar estrategias como la diversificación de proveedores, el nearshoring en regiones estables y el uso de analítica predictiva para anticipar choques de demanda vinculados a dinámicas poblacionales. 

•  Regulación y estándares internacionales: la transición hacia servicios y productos transfronterizos exige fortalecer las capacidades de cumplimiento normativo internacional. Las empresas con experiencia en adaptación regulatoria obtendrán una ventaja competitiva significativa.

En resumen, el cambio demográfico abre un doble escenario para las empresas: por un lado, exige ajustes estructurales en productos, mercados y talento; pero por otro, ofrece oportunidades únicas en nuevos nichos de consumo y de comercio transfronterizo. Las compañías que adopten estrategias flexibles que se adapten a estos cambios estarán mejor posicionadas para liderar los mercados del futuro.

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