Observatorio

Brine Mining, el nuevo filón de minerales estratégicos

La salmuera de la desalación marina y la magmática bajo los volcanes podría convertirse en una inesperada fuente de metales cada vez más caros y demandados.

Juan Pablo Zurdo
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Se suceden los avisos sobre el agotamiento de recursos minerales si no reducimos su ritmo de uso. El Banco Mundial ya proyectaba que incluso una economía circular plena será insuficiente para cubrir las necesidades de cobre, el metal base para una electrificación que se pretende masiva. Lo mismo puede decirse de la demanda de litio para fabricar baterías, casi un 1.000% mayor en 2050 que en 2017, según el mismo informe. Esa escasez y el consiguiente aumento de precios podrían moderarse si se descubren nuevos filones o mejoran las técnicas de extracción. Pero también podrían ir a más por la presión de las legislaciones ambientales o el rechazo social que ya bloquea proyectos mineros en países como España, Alemania o Serbia. Un efecto no deseado sería la apertura de esas minas en países bastante menos escrupulosos, con la ironía de que Europa compre, a un mayor coste económico y ecológico, lo que no quiere producir. 

Parte de la solución vendría con el acceso a una abundante materia prima, sin duda. Y no se trata del milagro de descubrir un yacimiento de litio o cobalto donde no lo hay, sino del filón insospechado de la salmuera, es decir, el fluido con elevados porcentajes de sal disuelta que además contiene diversos químicos y minerales, algunos potencialmente rentables por su valor de mercado: por ejemplo litio o el carísimo rubidio, además de magnesio, cesio, germanio, boro, escandio, indio, vanadio, galio, molibdeno, fósforo, bario, estroncio, cloruro sódico y cloruro potásico, entre otros.

Se conoce como Brine Mining y tiene su ejemplo más consolidado en la extracción del litio en salares latinoamericanos. Muy pocas naciones cuentan con entornos así de especiales, por eso su promesa de salto de escala reside en la salmuera producida por las plantas desaladoras de agua marina, unas 9.000 en el mundo, con España entre los primeros puestos por nivel de implantación. 

Algunas de las instalaciones más avanzadas ya ensayan técnicas mejoradas de filtrado por membranas, cristalización y concentración, entre otras, para extraer algunos de esos elementos. Y programas europeos como Sea4Value invierten en procesos industriales modulares de separación y extracción de diferentes metales, para transformar lo que actualmente se considera un deshecho en una futura fuente de negocio. La proliferación de desaladoras por todo el mundo debido al crecimiento de la población y del estrés hídrico proporcionaría bastante más de esa materia base, reduciendo al mismo tiempo su vertido al mar.

Según una investigación publicada en Nature, la tecnología de explotación tiene opciones realistas de madurar, aunque es necesario especializarla en los minerales concretos que se prioricen por su valor estratégico, algo no siempre sencillo entre intereses enfrentados de potencias o países productores y compradores. Otros proyectos comunitarios desarrollan tecnologías para recuperar elementos valiosos de las aguas residuales urbanas y sobre todo industriales, cuya principal dificultad técnica es aislar una sola sustancia cuando viene disuelta junto con otras en líquidos muy complejos.

Además de la marina, emerge otro tipo de salmuera aún poco conocida: los fluidos magmáticos o salmueras volcánicas profundas, con concentraciones particularmente altas de minerales por efecto del calor. Tratar esos fluidos con tecnologías maduras tendría ventajas como menores costes energéticos, de procesamiento e impacto ambiental al minimizar los residuos respecto a la minería terrestre. Además, las perforaciones podrían usar el calor geotérmico como fuente de energía renovable para el proceso industrial. Apenas habría que realizar prospecciones, los filones ya estarían localizados de antemano en alrededor de 2.000 volcanes activos o inactivos que parecen viables. Europa pone en la lista de ese recurso potencial a 15 países. 

Algunas empresas pioneras ensayan la extracción de litio en salmueras subterráneas. Y la perforación profunda a partir de dos kilómetros y a cientos de grados de temperatura empieza a mejorar resultados con sistemas de perforación mecánica, o quizá con haces de microondas si un día se adaptan a la extracción del fluido salado. Pongamos un ejemplo de ese filón que a veces asoma a la superficie: según la publicación Geoscientist, los gases que emanan de los fluidos magmáticos bajo el Monte Etna lanzan a la atmósfera unas 20 toneladas de cobre y 10 kilos de oro, cada día. 

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