Parag Khanna: `Las pymes representan la economía real del mundo?

El experto en geopolítica estadounidense Parag Khanna afirma que las pymes tienen un papel muy relevante en la economía mundial a la hora de enfrentar la crisis. Entrevista íntegra, en [cycnews].
Analisis Credito y Caución
Madrid - 01-dic.-2009

 

PARAG KHANNA, director de la Global Governance Initiative [Iniciativa de Gobernanza Global, institución que dirige los esfuerzos de gobiernos, empresas, organizaciones y sociedad civil para alcanzar los Objetivos del Milenio marcados por la ONU] de la New America Foundation [Fundación por una Nueva América], con base en Washington DC, está considerado como uno de los expertos en relaciones internacionales más destacados y, como tal, participó en calidad de consejero en la campaña presidencial de Barack Obama.

 

 

Desde que los mercados comenzaran a caer en 2008, los gobiernos de todo el mundo han gastado casi 11 billones de dólares para salvar a los bancos e intentar reparar el sistema financiero. ¿Acumular deuda es la manera más segura de que las economías puedan salir de la recesión?

En los Estados Unidos las estadísticas muestran que, por ejemplo, las solicitudes de desempleo se han decelerado. Se puede suponer, entonces, que los 11 billones de dólares están impulsando al sector privado para salir de la recesión. ¿Es la manera más segura de enfrentar esta situación? Sí, a corto y medio plazo. Por eso hay quien opina que Bernanke, presidente de la Reserva Federal, salvó el mundo, y yo, de momento, estoy de acuerdo.

 

¿Cuánto tiempo pueden los gobiernos seguir financiando la salida de la recesión?

Algunas instituciones financieras han ido pagando sus deudas TARP [Programa de Alivio para Activos con Problemas] y otros tipos de préstamos en los Estados Unidos. Por tanto, hay algunas pruebas de que el sector privado se está recuperando. Obviamente, habrá alguna consolidación; todavía existen ciertos fracasos bancarios de escala menor. Es posible que veamos grandes fusiones que aporten mayor eficacia al sistema. Además, quizás los consumidores empiecen a gastar más. Por otra parte, comienzan a crecer las tasas de ahorro y no quisiéramos minar esta tendencia porque tanto la deuda personal como la pública sean astronómicas en los Estados Unidos. Siempre vuelvo a la deuda, porque la crisis deudora no ha sido ampliamente tratada al nivel personal. Yo no me precipitaría afirmando que estamos fuera de la recesión ya que el balance financiero va a estar peor que nunca, a pesar de los modestos niveles de ahorro en los Estados Unidos.

 

¿Piensa que la recuperación bursátil de este año es la prueba de que el mundo está saliendo de la recesión?

Dado que el crecimiento depende del sector financiero, especialmente en los Estados Unidos, un rebote en dicho sector significará que este saca estadísticamente a la economía de la recesión, pero nadie, que yo sepa, cree que eso implique que no tengamos una crisis a largo plazo. Si el nuevo modelo de crecimiento económico sostenible da como resultado una deuda pública importante en vez de una deuda privada, eso no quiere decir que hayamos resuelto necesariamente nada. El PIB y el PIB per cápita son cosas diferentes, pero creo que claramente se trata de una cuestión de países diferentes en trayectorias distintas. A la gente le sorprende cómo algunos estados europeos están remontando. Hay quien piensa que los Estados Unidos tiene el potencial de remontar más rápidamente. No obstante, en realidad va a depender de la velocidad a la que se recuperen las exportaciones en los Estados Unidos y de la rapidez con que pasemos a otro modelo. Algunas empresas clave que ya lo están haciendo, por ejemplo, en los sectores automovilístico e industrial, están aún muy débiles e inestables, tanto en términos de nuevas estrategias y formas de gobernar como en niveles de apoyo gubernamental. Por eso no puedo dar una perspectiva muy positiva acerca de cuándo vamos a salir de esta recesión. Creo que vamos a ver, a pesar de la unidad del G-20, bastante fragmentación política.

 

La crisis actual está provocando una vuelta al proteccionismo. ¿Puede esto derivar en una regresión en la liberalización del comercio internacional?

Todos los países se preguntan si se puede llegar a una situación de exceso de globalización y la respuesta de cada país a esta pregunta es diferente. Por ejemplo, en los Estados Unidos da como resultado una legislación como Buy America [Compra americano] y en India, aranceles sobre productos chinos. En cierta manera, apoyo la idea de que un país mantenga una base productiva con el objetivo de emplear a su gente. El desempleo no es un factor externo a la globalización; se debe a una gran crisis social y política. Si la globalización y el comercio libre agravan esta crisis, un país con liderazgo sensato tomará medidas preventivas. La cuestión es: ¿qué medidas han de adoptarse a corto, medio o largo plazo? Yo no creo que el principio de

Compra americano sea una buena idea, porque en algunos sectores, como el del acero, se ha demostrado que el aumento de los aranceles sobre el acero brasileño es una acción contraproducente.

A la industria le cuesta más comprar el acero norteamericano y emplea a menos gente que si compra el acero brasileño más barato. Las corporaciones saben mejor que los gobiernos lo que va a costar más y qué es más eficaz. De este modo, las empresas norteamericanas continuarán su outsourcing en India tanto como sea posible.

 

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¿Qué futuro tienen, en su opinión, las pymes en una economía globalizada?

Las pymes y las empresas familiares suponen un factor muy importante de resistencia en la economía mundial, porque tienen un modelo económico distribuido en lugar de una dependencia directa de Wall Street, por ejemplo. Las economías de microservicio son muy importantes: los golpes afectan a todos y esa generalización contribuye a diluir los efectos. En principio, es un modelo sólido y más de economía real que de economía financiera. Resulta interesante que la receta que se está apoyando en los Estados Unidos sea forjar una economía más impulsada por las exportaciones, cuando la crítica de China y otros mercados emergentes es, precisamente, que han sido demasiados dependientes de las exportaciones. No es que basarse en las exportaciones sea malo, lo malo es depender de un solo importador. La lección que los países asiáticos han sacado es que no tienen que reducir su dependencia de las exportaciones y aumentar el consumo interno, solo necesitan diversificar sus mercados de exportaciones. En este sentido, es importante que las pymes de España, Portugal y los Estados Unidos se centren en localizar intermediarios que ayuden a sus exportaciones en estos mercados emergentes, especialmente en China e India.

 

¿Y qué papel juegan las empresas aseguradoras?

Lo importante es que la globalización se extenderá aún más después de esta crisis, no se va a reducir, y ahí es donde empresas como Crédito y Caución o Atradius entran. Creo que los seguros contra el riesgo de exportar e instrumentos parecidos son de una importancia capital en la economía global ya que sin seguros no podemos hablar de globalización tal y como la entendemos hoy día.

 

¿Cómo valora el resultado de la cumbre del G-20 en Pittsburg a finales de septiembre? ¿Está de acuerdo con la idea de que la revisión de las regulaciones planteada puede evitar crisis financieras en el futuro?

El G-20 ha mantenido, a pesar de la presión, un plan de acción de 47 puntos y esto ha generado expectativas. Sobre la regulación financiera quieren algo entre la supervisión del FMI, un consejo de estabilidad financiera y una forma de reforzar los requisitos para el capital. Esperan que el seguimiento atento de los reguladores ayude a sustentar un sano resurgir del sector financiero, pero si podrán o no mantener eso es difícil de saber. Por lo que se ve, es posible llevar a la legislación estadounidense adonde se quiere en este momento, hay tantas trampas. Y sobre lo que dijo Sarkozy referido a la remuneración ejecutiva, se sobrepasó al afirmar que podemos tener una regulación transnacional porque es evidente que todavía existe una sutil rivalidad entre países.

 

¿Está de acuerdo con que una armonización de regulaciones es necesaria para que sean eficaces?

Es fácil decir que vamos a armonizar la regulación, pero muy difícil hacerlo en la práctica. Por eso se han mantenido durante tanto tiempo, a pesar de su debilidad, grupos como el Banco de Pagos Internacionales.

Tenían razón pero nadie les escuchó. Lo mismo sucede con los informes del FMI, que han advertido de los riesgos durante años en los Estados Unidos. Han tenido razón, pero nadie los ha escuchado.

 

¿Está satisfecho con el ritmo al que se producen las reformas necesarias para crear una economía mundial más estable?

Se dice que el mundo que sale de la crisis debería ser muy diferente del que existía antes de ella. Pero, una vez que se introduce la política en todo eso, se complica porque cada país tiene sus asuntos legislativos, sus propias elecciones que atravesar, etcétera. Hay un acuerdo normativo general, pero no creo que este acuerdo se vaya a trasladar políticamente a prácticas armonizadas en los países del G-20. Tenemos que limitar la ingeniería financiera y algunas formas de comercio y, lo más importante, hay que mostrar una capitalización a través de los bancos. Son áreas donde habrá muchas dificultades que sortear en cada economía, especialmente en los Estados Unidos, que es tan dependiente del apalancamiento que no creo que vaya a vivir en consonancia con el espíritu del acuerdo. Yo diría que resulta absolutamente crucial emprender una reforma de envergadura en cuanto a los requerimientos del capital. Creo que hay que fortalecer el rol de los fondos monetarios regionales en términos de intercambios de divisas para lograr la estabilidad monetaria. No creo que el FMI constituya una solución global, debido a la falta de confianza en este organismo y su lentitud. Se está intentando reinventar, actuar con mayor agilidad y emitir dinero a espuertas, pero todavía no tienen suficiente. Básicamente todavía apoya de forma prioritaria a los gobiernos del Este de Europa. Ya no es una institución de naturaleza global. Bien podríamos llamarlo Fondo Monetario Europeo. Para mí carece de credibilidad global.

 

En un artículo reciente para The Washington Note describe al G-20 como limitado por emitir meras `declaraciones vagas´. ¿Piensa que su eficacia puede ser fortalecida, o debería ser reemplazado por un órgano de liderazgo más concentrado?

El G-20 no puede ser fortalecido en el sentido legal porque, por el momento, no es un órgano legalmente constituido, es una plataforma de coordinación informal y esa es su mejor virtud, por cierto. Por ello tiene una gran eficacia, es de lejos el mecanismo intergubernamental más eficaz que existe en el mundo, pero no es reglamentario ni vinculante. La única manera de fortalecer el G-20 es por medio legal o ampliando la agenda. Y no creo que eso tenga sentido, porque uno de los problemas principales con las organizaciones internacionales en general es que tienden a intentar abarcar más de la cuenta y consiguen muy poco en sus áreas comunes. Por eso, el G-20 tiene que seguir centrándose solo en los asuntos macroeconómicos y tratarlos correctamente, dejando los demás de lado. Además, hay pocos países líderes en el G-20 y muchos estados importantes no incluidos que quieren jugar un papel. Hay ciertas áreas, como el clima y la paz política, donde sería mejor incluir a más países. En la Global Governance Initiative, donde trabajamos sobre los asuntos del G-20, hablamos del G-X, donde X depende del tema y de quiénes sean los líderes en ese tema.

 

¿Debería el dólar estadounidense ser reemplazado por una nueva moneda de reserva mundial?

Creo en la frase `Quien tenga el dinero, que ponga las reglas´. Si este debate avanza o no depende de si China invierte en la capitalización del FMI. Ya ha empezado a imponer ciertas condiciones, como han hecho Brasil y otros países ricos en capitales como Singapur, Corea del Sur o India. Están insistiendo en comprar más de los llamados derechos especiales de giro [DEG] del FMI, reformulando la cesta de monedas vinculada a los DEG para que sea distribuida de una manera más regular a través las monedas principales. Está bien porque se ha llevado a cabo con un método transparente, proactivo y preventivo al dirigirse a la crisis mundial del dólar, sin tener la alternativa de repente de una gran demanda alrededor del dólar, lo que dañaría la economía mundial otra vez.

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