
El riesgo de crédito comercial se refiere a la posibilidad de que una empresa proveedora no cobre en el plazo acordado con sus clientes los bienes entregados o servicios prestados, lo que afectará a sus flujos de efectivo y estabilidad financiera. Es fundamental que las empresas evalúen estos riesgos para implementar estrategias adecuadas de mitigación.
Estrategias de gestión del crédito
Una buena estrategia de gestión del crédito puede ayudarle a minimizar el riesgo de crédito. Entre las medidas más relevantes que refuerzan la adecuada gestión del riesgo se encuentran:
• Calificación crediticia inicial de los clientes potenciales antes del cierre de las operaciones.
• Contratos detallados que incluyan los términos, condiciones que regulan la relación comercial y el momento de entrega de la mercancía o prestación del servicio.
• Seguimiento continuo de la evolución de su cartera comercial, incluida la obtención de información financiera.
• Evaluación del impacto en el riesgo de crédito de posibles cambios económicos o normativos.
• Correcta emisión de facturas y sistema de contabilidad al día.
• Recordatorios de vencimiento de factura o de retraso en el pago.
• Adopción de medidas para reducir las líneas o poner fin a una relación comercial ante el deterioro del riesgo de crédito.
• Uso de herramientas mitigadoras como el seguro de crédito.
Mitigar el riesgo de crédito con el seguro de crédito
El seguro de crédito es uno de los principales instrumentos utilizados por las empresas para diseñar una estrategia de protección frente al impacto de las deudas incobrables de los clientes.
La empresa asegurada cuenta en todo momento con información de las líneas de crédito comercial que puede ofrecer a cada uno de sus clientes amparadas por el seguro de crédito. En caso de impago, la aseguradora de crédito le indemniza de acuerdo al porcentaje de cobertura pactado y en algunos casos, como el de Crédito y Caución, pone en marcha mecanismos de recobro.
El seguro de crédito se aplica cliente a cliente, no a las transacciones individuales, por lo que las sucesivas operaciones quedan cubiertas dentro de la línea de crédito comercial amparada por la aseguradora. La empresa asegurada tiene un mayor control de su relación comercial que con otras herramientas, ya que ante el retraso en el pago puede declarar el impago a la aseguradora u ofrecer a su cliente diversas prórrogas comerciales.
Otras formas de proteger sus cuentas por cobrar
El seguro de crédito es una fórmula para minimizar el riesgo de crédito comercial, pero existen otras alternativas:
• Pago al contado. Sin duda, es la más efectiva ya que el riesgo de impago desaparece. Su principal desventaja es que la concesión de crédito comercial es un elemento de competitividad tan relevante como calidad, el precio o los plazos de entrega.
• Carta de crédito. También conocida como crédito documentario. Se trata de una garantía del banco del cliente de que se hará cargo de la deuda. Están vinculadas a operaciones concretas, no a la actividad comercial en su conjunto, por lo que es necesaria una para cada factura. Sus costes son elevados en comparación con el seguro de crédito y su ejecución está sujeta a condiciones formales muy estrictas. En caso de impago, la tramitación documental debe incluir todos los documentos exigidos en el condicionado. Es además importante analizar la solvencia de la entidad financiera que toma el riesgo, ya que el sistema financiero internacional no exige la misma solvencia que el europeo.
• Factoring sin recurso. Un factor adelanta el pago de sus facturas a cambio del derecho a cobrarlas a su vencimiento. La factorización de facturas consume los límites de crédito con las entidades financieras. Como fórmula de protección, el coste del servicio es elevado en comparación con el seguro de crédito y se produce la cesión del cobro al factor, por lo que inmediatamente después del vencimiento el cliente será objeto de acciones de recuperación que tensionarán la relación comercial.
• Autoseguro. Implica que la empresa no transfiere el riesgo de crédito comercial y enfrenta directamente con sus propios recursos el impacto de los impagos. Para ser realmente efectivo, requiere una planificación cuidadosa y una sólida base financiera ya que la empresa deberá constituir una provisión para deudas incobrables con recursos líquidos y disponibles de forma inmediata con la que asumir el impacto de posibles quiebras o impagos de clientes.