Situación por la que una persona física o jurídica soporta con su propio patrimonio la materialización de los riesgos a los que está expuesta en lugar de asegurarlos con un tercero.
En puridad, exigiría una dotación a provisiones para pérdidas vinculada a la estimación de los riesgos a los que estamos expuestos.
La ventaja evidente de esta práctica es el ahorro de la prima asociada a la contratación de cualquier seguro, siempre que no se concrete el evento adverso.
Sus principales inconvenientes son los asociados a la falta de un seguro en caso de evento adverso:
- Mayor incertidumbre ante los efectos económicos de un evento inesperado. El ahorro de prima podría ser insuficiente para cubrir los costos derivados de un evento adverso.
- Mayor riesgo financiero. Se asume la responsabilidad total ante cualquier pérdida o daño.
- Inexistencia de la dispersión del riesgo que genera un seguro, por el que las primas de todos los asegurados permiten soportar los grandes impactos de aquellos que sufren los eventos adversos.
En el caso del seguro de crédito se añaden inconvenientes derivados de pérdida de capacidad de prevención:
- Menor rigor técnico a la hora de analizar la materialidad de los riesgos de crédito a los que estamos expuestos ya que las aseguradoras cuentan con información adicional sobre los deudores finales y mayor capacidad de análisis.
- Complejidad de la gestión y mayor necesidad de recursos propios para el análisis de la cartera de clientes.
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