EDMUND PHELPS fue galardonado con el Premio Nobel de Economía en 2006 por su aportación al estudio de la relación entre los efectos a corto y largo plazo de la política económica. Es profesor McVickar de Economía Política en la Universidad de Columbia, Nueva York, y director del Center on Capitalism and Society [Centro de Estudios sobre el Capitalismo y la Sociedad], organización dependiente de la misma universidad. Phelps define su trabajo como un programa que integra a la gente corriente dentro de los modelos económicos, a partir del análisis del paro y la inclusión, el crecimiento y dinamismo económicos y los vaivenes en los negocios.
Parece haber un consenso general en torno a que las economías mundiales comenzarán a salir en breve de la crisis. No obstante, algunos estudios indican que hasta 2014 los niveles de PIB per cápita no volverán a alcanzar las cotas anteriores a la recesión. ¿Está de acuerdo con este escenario?
Tengo que decir, primero, que no he centrado mi pensamiento en el PIB per cápita, sino más bien en el empleo. Y, ciertamente, estoy de acuerdo en que la tasa de paro estará todavía por encima de su punto más bajo en 2007 y 2008. En cualquier caso, es bastante difícil pronosticar cuál será el PIB per cápita futuro, porque no sabemos cuál será el crecimiento de la productividad. Quizá salgamos rápidamente de la curva cuando la economía se recupere, pero pienso que no iremos muy lejos y que más bien habrá un progreso lento hacia los niveles normales de empleo. Aun así, al cabo de cuatro o cinco años, estaremos todavía en una cota alta, con un nivel bastante elevado de desempleo.
¿Cuándo saldremos entonces de la recesión?
Depende de si hablamos de una recuperación del PIB o de un cambio de dirección en el desempleo. Creo que hay buenas razones para pensar que el PIB va a empezar a crecer antes de fin de año, y tal vez incluso antes en Francia y Alemania, según se percibe en este momento. En cuanto al empleo, es posible que pueda producirse algún descenso persistente antes de que dé un giro uno o dos trimestres más tarde, pero no creo que el momento exacto de la recuperación sea tan relevante. Lo importante es cómo estará la economía dentro de dos o tres años. En los Estados Unidos la tasa de empleo será todavía bastante débil entonces. En Asia las cosas parecen ir mejor, también en América Latina. Me preocupan el Reino Unido y España, porque han recibido golpes muy duros. Por otra parte, Francia y Alemania parecen en relativa buena forma y pienso que el PIB crecerá en estos dos países en 2010.
Cuando usted habla de la tasa natural de desempleo, ¿a qué se refiere? En España, el desempleo se acerca al 18%, en el Reino Unido al 8 y en los Estados Unidos al 10. ¿Cuánto disminuirá cuando salgamos de la recesión y a qué velocidad?
Cuando hablo de la tasa natural pienso en una especie de nivel de respiro a medio plazo. Es adonde vamos en los próximos cuatro o cinco años. Creo que la situaría entre el 6,5 y el 8% en los Estados Unidos.
¿Cómo puede la economía volver a los niveles de PIB per cápita anteriores a la recesión? ¿Cuáles serán las fuentes de crecimiento económico?
Entramos en un terreno complicado. La depresión de los años 30 demostró que un país puede tener un buen crecimiento en productividad sin conseguir por ello aumentar el empleo. En los Estados Unidos, la tasa de empleo creció bastante, pero nunca volvió a un nivel normal en los años treinta, a pesar de haber alcanzado niveles buenos de productividad. La fuente más importante, tanto de empleo como de incremento de la productividad, es la capacidad de innovación intrínseca de la economía y, desde este punto de vista, Europa no ha sido precisamente un ejemplo durante mucho tiempo. Estados Unidos no ha estado mal comparado con Europa, pero parece que ha perdido parte de su dinamismo, al menos en la última década. El mundo de los negocios está sujeto a demasiados condicionantes en el corto plazo. El sector financiero está involucrado en novedades interesantes como la gestión de derivados y operaciones de cartera propia, sin beneficiar al sector empresarial. Además, el Congreso estadounidense se empeña en apoyar muchos proyectos que continúan incrementando la dimensión del sector público sin financiarlos con un aumento de los impuestos. Así, la deuda pública ha aumentado y ahora va a dispararse por encima del 80% del PIB. Asimismo, tenemos en perspectiva gastos en protección social [salud, jubilación y seguridad social] que se ejecutarán en 2020, horizonte para el cual la deuda pública será enorme. En consecuencia, en los Estados Unidos tendremos tipos de interés y tasas de impuestos altos, un dólar débil, una ralentización en el tiempo de desarrollo de productos y niveles de empleo muy reducidos.
Los gobiernos han hecho mucho hincapié en el gasto público como una salida a la recesión.
¿Piensa que esta estrategia es adecuada? ¿Cuál será el efecto del endeudamiento público sobre la inversión normalmente reservada para las generaciones futuras? ¿Lo ve como una medida a corto o largo plazo?
Es complicado. Depende más que nada de a qué se va a dedicar el gasto público: servicios públicos varios, esencialmente bienes de consumo, o compras del sector de bienes capitales. Usted señala la tendencia a gastar incrementando el déficit; ello depende de la financiación de todos esos gastos y, por supuesto, eso generará un crecimiento de la deuda pública. Tanto este aumento de esta deuda pública en los Estados Unidos como la perspectiva de derechos futuros, los cuales son efectivamente pasivos gubernamentales, pesarán mucho sobre los tipos de interés. Claro que una deuda pública importante y los pagos de derechos sociales en el futuro necesitarán tasas de impuestos más altas. Esta expectativa debería considerarse en las decisiones relativas a la inversión que se toman actualmente. Una empresa tiene que tener en cuenta los costes laborales si van a subir los impuestos. También puede ocurrir que los Estados Unidos demuestre a los pesimistas que estaban equivocados y que la próxima década esté plena de innovación. En ese caso, saldremos de la deuda pública creciendo y con una base de impuestos que se irá ampliando sin que tengan que ser tan altos como pensamos, aunque es verdad que existen buenas razones para preocuparse.
¿Qué importancia da a la educación y a la I+D? ¿Es posible reservar recursos suficientes para estos campos con el clima actual? ¿Sufrirán la economía y las generaciones futuras si se invierte menos dinero en estas áreas durante este ciclo?
Si no se apuesta por la innovación, los sueldos descenderán más de lo esperado en 2020. Los jóvenes heredarán altos niveles de deuda pública, así que no solo sus sueldos serán bajos, sino que además los impuestos sobre sus ingresos serán altos y el nivel de impuestos en general también será elevado. No obstante, no habrá hambre en la calle: estamos hablando de tal vez un 1,5% de crecimiento por año durante la próxima década, frente al 2,5 que tuvimos en los años noventa, o el 3% en nuestras mejores décadas.
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La inflación está en su nivel más bajo en la mayoría de los países. De hecho, en España tenemos una ligera deflación. ¿Esto es positivo o negativo? ¿Cuáles son las perspectivas para la inflación al salir de la recesión?
Un pequeño nivel de deflación no resulta catastrófico pero, por otra parte, puede plantear problemas porque cuando la tasa de inflación desciende, los tipos de interés, en términos de pagos de interés sobre el dinero, tendrán que ser consecuentes. No obstante, llega un punto en que no pueden seguir cayendo si la tasa de inflación está demasiado baja. Entonces, los tipos de interés llegan al límite más bajo, principalmente cero, y no pueden seguir descendiendo fácilmente. Eso sí resulta preocupante, pero no creo que vayamos a tener un periodo largo de deflación. En los Estados Unidos podríamos experimentar una subida de la inflación dentro de uno, dos o tres años, pero la Reserva Federal cuenta con herramientas para apagar el incendio antes de que surjan falsas expectativas. Sin embargo, la Reserva Federal se encontrará en una posición difícil, dado que se mostrará reticente a hacer cosas que detengan la inflación, y que probablemente aplazarían, detendrían o retrasarían la recuperación. Por tanto, quizás tengamos un poco más de inflación de la que querríamos durante un par de años.
¿Cómo piensa que pueden sobrevivir las pymes a la crisis actual? ¿Cuál será su futuro en una economía poscrisis y globalizada?
El debate en estos momentos sugiere que esta es la primera recesión seria que jamás hayamos sufrido en la economía estadounidense desde la crisis de 1929. La caída que yo recuerdo en la economía estadounidense entre 1968 y 1977 fue sumamente larga y profunda. Hay que recordar que la tasa de desempleo en 1968 fue cercana al 3% y que llegó hasta el 10. Este dato no entra en el libro de los récords porque hubo una ligera recuperación hacia 1973 ó 1974, por lo que se suele hablar de la recesión de 1974 a 1977. Sin embargo, si observamos el periodo entre 1968 y 1977, hubo un enorme aumento del desempleo y todo el mundo se preocupó de las consecuencias sociales y de la posibilidad de que se produjeran disturbios entre la población. Me parece que la economía americana hoy en día no es causa de tal desasosiego, como lo fue entonces. Además, sufrimos la recesión de los primeros años ochenta, que llevó la tasa de desempleo al 10,8%, posiblemente mucho más alta que la de 1977 si analizamos los datos mensuales. La recesión actual ha llevado este índice al 9,5%, mejor que el 10, y además partíamos del 4,3 y no del 3%. Por consiguiente, no es la primera recesión en la que las pymes lo han pasado mal. No estoy seguro de que su porcentaje de fracasos sea mayor que el de las grandes corporaciones. Supongo que estas tienen algunas ventajas al estar diversificadas, mientras que las pymes están muy especializadas. Pero hemos visto algunas grandes empresas fracasar, como General Motors. No creo que los despidos se concentren solamente en las pymes.
¿Considera que los seguros de crédito juegan un papel importante en la resolución de esta recesión?
Probablemente sí. Pero además estaría bien que las empresas practicaran algo de due diligence [auditoría de compra y venta]. Obviamente, existen riesgos para los proveedores de seguros, además de para los compradores de seguros, ya que nadie puede protegerlos de un choque o caída sistémica como la que acabamos de experimentar.
Los economistas han sido escudriñados desde el inicio de la crisis de crédito. ¿Cree que tienen mejor o peor consideración ante el público en relación con sus actuaciones antes y durante la debacle? ¿Y qué opinan los propios economistas? ¿Tienen una visión más positiva o negativa de su profesión como resultado de los análisis llevados a cabo durante la crisis?
[Se ríe]. ¡Una pregunta genial! Estoy seguro de que el público tiene una opinión mucho más negativa de los economistas que antes de la crisis, y esto es justo e injusto a la vez. La parte injusta es la de asumir que cada economista sobre la Tierra debería estar informado sobre la vulnerabilidad de la hoja de balance de Citibank. Ese no es nuestro trabajo, es una locura. Habría que echar mucha culpa sobre los economistas financieros, que no advirtieron sobre los riesgos de una crisis financiera como consecuencia del potencial derrumbe de los precios de la vivienda y las propiedades comerciales. Muchos economistas comentaron en varias ocasiones entre 2006 y 2007 que los precios de la vivienda habían subido un 60 ó 65% en los últimos años sin una razón evidente, excepto que los tipos de interés eran bajos. Pero se suponía que no se iban a mantener en esos niveles para siempre y, aparte, los tipos no eran suficientemente bajos como para justificar ese alza en la vivienda. Así pues, muchos economistas se habían preparado para una corrección grande. Lo que no sabíamos era que los bancos estaban demasiado expuestos al apalancamiento, habían concedido muchísimos créditos malos y paquetes avalados de forma atípica que resultaban difíciles de valorar, etcétera. El economista general no era consciente de todo eso. La parte justa de la crítica es que, durante casi tres décadas, la economía formal se ha basado en modelos mecánicos en los cuales la economía se presentaba como una suerte de curso estable estadístico, en el cual hay unas vibraciones, pero cuyo futuro es básicamente conocido. ¡Vaya! ¡Qué error tan grande! China no es así. Ni siquiera la economía estadounidense es así. ¿De dónde sale esa gente? Por tanto, los economistas ortodoxos que nos han llevado a todo esto sí merecen ser critica dos con dureza.
LA INFLUENCIA DEL NOBEL
EDMUND PHELPS recibió el Nobel de Economía en 2006, lo que ha supuesto, en sus palabras, `oportunidades que, de lo contrario, no habría tenido y mucha actividad. Y este influjo positivo continúa aún, para mi sorpresa, gracias a la crisis financiera. Me gusta pensar en mí mismo como uno de los pocos macroeconomistas que no ha sido del todo desacreditado´ [se ríe]. En la actualidad, Phelps está centrado en la dirección del Center on Capitalism and Society, en Columbia. `Creo que tenemos muchos conocimientos sobre la crisis financiera y las reformas que el capitalismo tiene que hacer para recuperar su dinamismo´, afirma. También está escribiendo un libro `que describe el panorama general desde el año 1800. Espero tener un éxito moderado cuando se publique en un par de años´.
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