Cohen [1937, Nueva York] es una gran voz del mundo. Está considerado el mayor experto del planeta en economía política internacional. Desde el comienzo de su carrera en los años sesenta se dedica a desenredar la complicada madeja formada por las relaciones mercantiles y estratégicas entre países.
¿Cree que las políticas de la zona euro garantizan su continuidad?
Sobrevivirá. Quizá su mayor inconveniente radica en que ha sido precipitada la unión de naciones tan distintas dentro de una sola moneda y una política económica común. Pero, gracias a sus valores políticos, la zona euro ha llegado para quedarse. Los gobiernos harán todo lo posible para prevenir su ruptura por todo lo que representa la Unión Europea. No creo que la eurozona opere muy bien, la verdad, pero tampoco creo que fracase.
En este sentido, ¿cuáles son los efectos de una gobernanza débil en Europa?
Ese es el problema clave de la economía europea. La eurozona no es como Estados Unidos, una federación genuina con un banco central capaz de imponer sus políticas a todos los estados miembros. Por el contrario, la zona euro es un grupo de naciones soberanas que pueden limitar lo que les pide la Unión Europea, u oponerse a ello. No es una federación sino una confederación. Además los países no desean renunciar a algunos de los elementos más importantes de su soberanía, por ejemplo la autonomía fiscal. No es que los gobiernos sean demasiado débiles, sino que su soberanía les permite resistirse a una gestión central.
¿Cuáles son los principales riesgos que enfrenta la economía común?
Déjeme que incida. La eurozona integra a 28 países, todos muy distintos, y faltan mecanismos para compensar estos desequilibrios en el grupo. Estados Unidos cuenta con un sistema de transferencia centralizado a través del Gobierno de Washington. Cuando aparecen desigualdades entre los estados, los flujos económicos automáticamente fluyen desde los territorios más prósperos a través de mecanismos de protección social, subsidios de paro…
Europa carece de este tipo de instrumentos entre naciones, necesita una mutualización del riesgo a través de un sistema fiscal y mientras no exista seguirán apareciendo desequilibrios y situaciones como las que vimos en Grecia, España o Portugal. Sin un mecanismo permanente de transferencia fiscal que neutralice los riesgos de estos desequilibrios, siempre se darán crisis de la moneda única, dolorosas negociaciones y acuerdos imperfectos.
Algunos analistas aseguran que sin las medidas adecuadas volveremos a sufrir otra gran crisis. ¿Está de acuerdo?
Es evidente. Globalización de las finanzas, una enorme red de instituciones financieras alrededor del mundo con ingentes cantidades de dinero fluyendo a través de las fronteras y entre monedas nacionales... son muchos los problemas y por eso veremos más crisis. Las finanzas son inherentemente frágiles y proclives a ellas. El sistema financiero mundial ha crecido más allá de la capacidad de cualquier gobierno individual para controlarlo.
Y las medidas que se han introducido para limitarlo son insuficientes e ineficaces.
Manténgase informado.Únase a nuestra Newsletter