El Premio Nobel 2010 de Economía, Christopher Pissarides, manifiesta en esta entrevista exclusiva su opinión sobre las medidas que deberían adoptar los diferentes gobiernos de la Unión Europea para estimular el empleo juvenil, por ejemplo mediante una protección equitativa entre los empleados antiguos y los nuevos puestos de trabajo, en su mayoría temporales, además de otras políticas anticrisis como la armonización fiscal o el apoyo a la financiación de las pymes. Para visualizar el último número completo de cycprisma, pulse sobre la imagen. Más allá del efecto de la construcción, ¿cómo explicar las elevadas tasas de paro juvenil en España? Reconozco que me ha sorprendido el nivel alcanzado por el desempleo. Pero si afecta principalmente a los jóvenes es por la estructura del mercado laboral. A pesar de las reformas que aprobó el anterior gobierno y las nuevas que emprende el actual ejecutivo, continúa la segmentación entre los contratos regulares de gente de más edad y los temporales, más volátiles, a los que acceden los jóvenes. Casi todas las consecuencias de la recesión y el desempleo recaen sobre estos últimos y por ello los jóvenes están sobrerrepresentados en este segmento. En todos los países en crisis, los jóvenes dependen mucho más de la creación de nuevos empleos que los trabajadores más veteranos. Pero la creación de empleos es lo primero que se recorta durante una recesión. España se resiente mucho más que otros Estados por la gran protección que concede a los trabajadores más antiguos. Entonces, ¿qué innovaciones es necesario introducir en las políticas laborales para cambiar esta situación en España y otros países europeos? No existe otra fórmula que la recuperación general de la economía. Teniendo en cuenta la situación que atravesamos, no deberíamos engañarnos a nosotros mismos pensando que una reforma del mercado laboral va a crear muchos puestos de trabajo. Se podría aliviar esta carga al ocuparse de los desempleados de larga duración o de los jóvenes mediante programas o estímulos específicos, como los que Alemania ya ha probado con gran éxito. En Gran Bretaña se diseñaron los programas Welfare to Work [paso del bienestar al empleo] durante el gobierno de Tony Blair, también con resultados muy positivos. No haciendo nada al respecto solo se consigue desplazar la carga a los jóvenes, que podrían seguir desempleados durante largos períodos. ¿La presidencia chipriota de la Unión Europea prioriza esta cuestión? Se están centrando más en la crisis de la eurozona y en particular en la situación griega. No tengo la impresión de que el desempleo sea una prioridad para la Unión Europea en estos momentos. Ahora la prioridad es el problema de la deuda, que causa más preocupación. ¿Cómo recuperar el tejido productivo que destruye la crisis y de paso estimular un crecimiento sostenible? Actualmente, buena parte del gasto estatal se dedica a crear nuevas infraestructuras o a mantener las existentes, partidas que se incluyen en los presupuestos generales. Pero, llegado el caso, resulta más fácil recortar ese tipo de gastos que los de programas sociales, por ejemplo. Invertir mucho menos en el mantenimiento de carreteras o vías de trenes no es una medida que atraiga tanto la atención inmediata de los medios o de los votantes, a diferencia, por poner un caso, de los recortes en pensiones. En mi opinión, como prioridad debería retirarse el gasto en infraestructuras del presupuesto general y financiarlas con préstamos. No contarían como deuda pública, ya que el crédito se devolvería en el futuro a través de una mayor productividad. Otra prioridad, a menudo puesta de relieve cuando escuchamos a los empresarios, es que la educación no se ha adaptado bien a las nuevas necesidades de la economía europea, basada en servicios, y no solo en los de alto nivel. La escuela todavía no proporciona ese tipo de preparación. Sería bueno para el crecimiento de los próximos 10 años que los departamentos de educación preguntasen a los directivos de las empresas por sus necesidades futuras con el fin de introducir nuevos currículos en los centros de enseñanza. Así pues, ¿la evolución educativa sería un factor clave en el crecimiento sostenido del continente? Lo será tanto a medio como a largo plazo. No me refiero necesariamente a la educación superior, que con frecuencia destaca la Comisión Europea. Creo que la educación secundaria es más importante porque existen muchísimos trabajos que requieren formación no superior, y que por tanto puede impartirse en la escuela. Las estadísticas son sorprendentes: muchos empresarios de compañías tecnológicas de vanguardia como Apple, por ejemplo, emplean a jóvenes cuando terminan el instituto. Ese tipo de trabajadores necesita formación básica, pero no universitaria, para vender iPads o iPhones. Si los institutos proporcionasen este tipo de educación como parte del currículo, ahorrarían a las empresas mucho dinero en formación y las harían más productivas. En cuanto a las dificultades de la eurozona, ¿considera que el euro como divisa es un éxito o un fracaso macroeconómico? La moneda única fue un éxito cuando se introdujo, pero no está soportando bien la recesión. Deberíamos mirar el euro como parte del proceso de integración europea y replantear las preguntas: ¿La integración europea es un éxito o un fracaso? ¿Hemos dado todos los pasos necesarios para mejorar el proceso? No tengo dudas de que ha sido un enorme éxito para nuestras economías y también desde el punto de vista político. Reunir a países tan diversos como los europeos en una economía única es una tarea muy difícil, y por eso es admirable que se haya conseguido hasta el nivel actual. No obstante, si tuviéramos que empezar de nuevo y me preguntaran, probablemente aconsejaría hacer ciertas cosas de forma diferente. Es posible que el euro fuera una de ellas. ¿La armonía fiscal es uno de esos aspectos? ¿Por sí misma puede ser una solución de la crisis o hay otros factores en juego? Debe hacerse si el euro quiere evitar una crisis similar en el futuro. Estamos abocados a sufrir otras crisis porque las economías modernas no pueden evitarlas. Por eso, si cuando atravesemos otra no queremos padecer problemas como los presentes, la única forma de lograrlo es con una mayor armonización fiscal. ¿Cómo podrían crecer las pymes, generar empleo y contribuir a la recuperación general de la economía si les resulta tan difícil acceder a la financiación? Es una cuestión difícil. Creo que los gobiernos deberían apoyar a las pequeñas empresas en estos momentos, dadas las dificultades a las que se enfrentan en los mercados financieros. Podrían ayudarlas concediendo beneficios fiscales y subvenciones para la puesta en marcha de nuevos negocios. ¿Qué deberían hacer los bancos durante la crisis? ¿Están suficientemente regulados en todo el mundo? Existe una mayor regulación en estos momentos y sin duda son mucho más cautelosos en lo que hacen. Su principal problema es adquirir liquidez porque muchos de ellos, no todos, tendrán que operar con un ratio de depósitos más alto, con más dinero líquido. Necesitamos encontrar liquidez y empezar a prestar dinero de nuevo. Ese será el siguiente paso. En su opinión, ¿qué importancia cobran en este reto las aseguradoras de crédito? Es una labor de suma importancia. En las circunstancias presentes, si una pequeña empresa tiene que satisfacer un pedido mediante crédito, y dicho crédito no está garantizado y lo pierde, puede significar la bancarrota para ella. El seguro de crédito juega un papel vital a la hora de ayudarlas a operar en semejante ambiente de incertidumbre. Según la Unión Europea, las pymes necesitan orientarse a la exportación para crecer, pero una gran parte de las facturas internacionales no llegan a pagarse. ¿Qué políticas se pueden implementar para cambiar este escenario? No me sorprende lo que me dice. ¿Qué políticas, a parte de los seguros, se pueden aplicar en caso de impago? Supongo que las sanciones, sobre todo al nivel de la Unión Europea. No es fácil regular este tipo de cosas. Profesor, permítanos un último apunte personal: ¿cómo han cambiado su vida y su trabajo el Premio Nobel? Ha transformado ambas facetas completamente. Hoy soy una persona mucho más ocupada. Mi trabajo tiene mayor aplicación, porque uno de los efectos de esta crisis es que ahora la gente te identifica, te reconoce y escucha. En este sentido, la crisis no representa una gran diferencia para los colegas encargados del trabajo teórico, pero sí para mí porque la gente quiere una valoración sobre las políticas que se están aplicando. Y eso es lo que básicamente hago ahora. La mayoría de las conferencias a las que me invitan versan sobre los problemas particulares que enfrenta la economía mundial, más allá de los problemas que ocupan a otros economistas en sus torres de marfil. Ahora puedo poner en práctica casi cuatro décadas de investigación y aplicarla a la economía real, algo de vital importancia en un campo como el desempleo. En este aspecto, resulta muy gratificante. |