Observatorio

El salto evolutivo de los robots humanoides

El alucinante avance de sus capacidades va haciendo realidad las películas futuristas. Tienen mucho que mejorar, pero ya son inminentes las aplicaciones comerciales e industriales.

Juan Pablo Zurdo
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Los robots humanoides han llegado antes de lo que se esperaba

Tras la irrupción de la Inteligencia Artificial generativa hace tres años, algunos analistas confesaron que la esperaban, pero no en esta década sino en la siguiente. Con los robots humanoides, que imitan la configuración biomecánica y las capacidades físicas y cognitivas humanas, parece suceder lo mismo. 

En 2019, el célebre perro-robot Spot llegaba al mercado. Sus movimientos naturales parecían situar a su creadora, Boston Dynamics, en otro nivel. Como si viniese del futuro. Apenas ha transcurrido un lustro y ese hito ha sido analizado, imitado, replicado y superado por una colección de androides cuyas acrobacias están fuera del alcance de un gimnasta. Coordinación, agilidad, estabilidad, fuerza y sutileza, todo progresivamente mejorado

Estamos ante una nueva carrera tecnológica, de velocidad y de fondo. Cuando todavía sorprende que el Unitree G1 chino se comercialice por 25.000 euros, un precio bastante inferior al de robots equivalentes, o que Atlas, también de Boston Dynamics, se pruebe en Hyundai para inspección y movimiento de materiales, de pronto aparece Corleo, de Kawasaki, una especie de caballo impulsado por hidrógeno capaz de cabalgar con su jinete por terrenos abruptos. 

Estas habilidades se relacionan directamente con el salto cualitativo de las capacidades sensoriales y cognitivas, gracias a la convergencia de tecnologías exponenciales. Es decir, aquellas que actúan como motor de otras disciplinas y se refuerzan mutuamente para que el conjunto avance más rápido. Las que imprimen un mayor impulso son la Inteligencia Artificial generativa y el machine learning (ML) para aprender tareas y tomar decisiones de forma autónoma, combinadas con la sensórica (táctil, visual, de estabilidad, etc, para interpretar el entorno) o la mecatrónica que integra ingeniería mecánica, ingeniería electrónica, robótica, automatización y computación. De ahí su desarrollo de componentes como los motores eléctricos de las articulaciones que facilitan tanto alardes de fuerza como de precisión.   

La inyección de fondos desde programas gubernamentales (China, EEUU, Japón, Corea, UK, la UE…) y gigantes tecnológicos (Meta, Google, OpenIA, Nvidia o Tesla, además de especialistas más pequeñas pero punteras), explica el estreno de varios modelos este año y el pasado, junto con otros en las últimas fases de desarrollo. 

 

¿Para qué se usan?

 

Para cada vez más cosas. Heredan capacidades de otros robots rodados en industrias y movilidad autónoma. Pero además su motricidad bípeda les permite adaptarse a actividades y espacios físicos más variables y variados. Aunque algunas aplicaciones tienen mucho margen de mejora, ya se comercializan o proyectan versiones para logística de almacén, montaje en fábricas, obras de construcción, atención al cliente, vigilancia y monitoreo en entornos peligrosos, para cuidar pacientes o como asistentes domésticos que serán capaces de cocinar o planchar. 

Se suelen diseñar como cobots para apoyar a un humano con el que hacen tándem, si bien el desarrollo de Inteligencia Artificial generativa y el machine learning asegura usos cada vez más independientes. Según Bernstein Research, hacia 2050 podrán abordar casi cualquier tarea, incluidas la terapia o la compañía en su calidad de superasistentes IA. Esto plantea un nuevo desafío para el empleo humano y su capacidad de adaptación. Por ejemplo, el 45% de españoles cree que en unos 15 años los robots podrán realizar su trabajo.

Este escenario también se refleja en las proyecciones de crecimiento. De acuerdo con Forbes, el mercado global podría escalar de 2.400 millones de dólares en 2023 a 66.000 millones en 2032. Más prudente, Goldman Sachs rebaja esa cifra a los 38.000 millones en 2035. Para Garter, en apenas dos años serán el 10% de todos los robots inteligentes, aunque diferentes analistas consideran demasiado optimista esa conclusión.

Están cayendo los costes gracias a unos componentes más asequibles, pero la demanda de unos productos que seguirán siendo caros puede quedar reservada a las grandes empresas. A esto hay que sumar la integración con otras tecnologías corporativas, la formación del personal y los costes de mantenimiento. De hecho, ya se valora el modelo de Robot as a Service.  

De ahí que el mercado esté tan pendiente de la estrategia China: ofrecer robots no tan sofisticados pero mucho más baratos para acaparar clientes y aumentar progresivamente su calidad. Como con los móviles y los coches eléctricos. De momento, Estados Unidos encabeza el top de la ingeniería, pero China apuesta por una escala industrial para consumo interior y exportación. Ya empieza a usarlos en vigilancia policial, como operarios fabriles y planea usarlos de forma masiva en atención geriátrica debido al envejecimiento de su población.

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