Observatorio

La logística que viene: colaborativa y tecnológica

La tecnología puede optimizar la logística, pero no revolucionar su concepto. Eso corre a cargo de un nuevo paradigma: la logística colaborativa.

Juan Pablo Zurdo
La logística que viene: colaborativa y tecnológica

Para entender la logística que viene hay que integrar algunas tendencias que decantan su evolución. Tenemos cambios en el consumo como el incremento del comercio electrónico y la multicanalidad. Crecen las grandes ciudades mientras se peatonalizan o descongestionan sus centros. Y, aunque aparezcan experiencias reindustrializadoras en Europa o se reconfiguren los mapas de proveedores para reducir riesgos, la economía seguirá globalizada y deslocalizada. 

Al mismo tiempo cada vez más países aplican leyes prosostenibilidad que afectan a las cadenas de suministro e irrumpen otros factores que podrían prolongarse como la crisis energética, los cuellos de botella en el transporte y la escasez de componentes y materiales desde semiconductores al gas natural debido al desequilibrio entre producción y demanda. Este frente de tendencias interconectadas impacta especialmente en los sectores más transversales del ecosistema, por ejemplo en una logística obligada a adaptarse rápido. Hablamos de una industria que genera el 10% del PIB y un millón de puestos de trabajo en España, si incluimos los departamentos logísticos de las empresas. 

La logística 4.0 ya responde con la digitalización a algunos de esos retos y multiplicará su alcance a medida que integre tecnologías de gestión y automatización como la inteligencia artificial, blockchain o el protocolo 5G que disparará el Internet de las Cosas. Y asoma la versión 5.0, que es básicamente lo mismo, digitalización intensa, pero también enfocada al control de emisiones, la eficiencia energética o el bienestar laboral. 

Por disruptivas que sean, las tecnologías tienen un impacto limitado ante la escala real de la transformación y la necesidad de un cambio de modelo donde ganará protagonismo la logística colaborativa. Colaborativa en sentido amplio. Es decir, no solo referida a la alianza de empresas que comparten recursos para mejorar la eficiencia de sus cadenas de suministro y distribución, sino entendida como un reto colectivo donde se pongan de acuerdo las diferentes administraciones, productores, distribuidores, clientes y organizaciones sociales desde las asociaciones de consumidores a las de vecinos. 

¿Por qué semejante, y complicado, nivel de consenso? Porque implica un nuevo mapa mental para redibujar el mapa geográfico y orgánico de la logística. Por ejemplo para cambiar el actual sistema de suministro desde grandes centros a las afueras de las ciudades por microhubs integrados en la trama urbana que racionalicen la última milla y eviten sinsentidos como las seis entregas diarias a cada establecimiento horeca en Madrid. Eso sí, habría que convencer y compensar a distribuidoras celosas de su logo y su servicio. 

Otras iniciativas para racionalizar el sistema planean puntos de entrega y recogida en vez de hacerlo a domicilio o plataformas digitales de gestión de zonas de carga y descarga. Incluso se prevé un cambio de hábitos de consumo como renunciar a la entrega urgente de productos que no corren prisa para así reducir viajes. La reestructuración debería extender una red de estaciones multimodales que conecte producción y distribución por todos los medios de transporte disponibles, con un repunte del ferrocarril que ya se planean la Unión Europea, que quiere doblar el tráfico ferroviario de mercancías de aquí a 2050, y otros corredores internacionales como la Nueva Ruta de la Seda hacia China. 

Desde un punto de vista más técnico, la colaboración no solo comparte fletes, distribución o incluso compras conjuntas para optimizar costes, también alcanza a la relación proveedor-cliente gracias a la información común. Por ejemplo, la empresa de suministro puede analizar los datos de sus clientes para prever pedidos, plazos, cantidades y puntos de entrega. El proveedor puede generar patrones sobre ritmos de consumo e inventarios de cada cliente para hacer más eficiente y económico su servicio. Y ese modelo de gestión compartida puede extenderse con los mismos criterios de eficiencia a las empresas de transporte o a cualquier otro proveedor de servicios logísticos, como un software o una aplicación ad hoc. 

¿Qué pide a cambio este modelo? Esfuerzo técnico para integrar sistemas, pero sobre todo disposición, confianza, transparencia y reglas claras para que la colaboración solucione problemas en lugar de crearlos.  

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