Desde su incorporación al diario Cinco Días en 1998, ha seguido muy de cerca acontecimientos como la crisis bursátil, la económica o la burbuja tecnológica. A su juicio, ¿todos estos procesos han sido inevitables?
Se han debido, en parte, a una arquitectura europea mal diseñada y, en parte, a decisiones poco acertadas con las que no se gestionaron adecuadamente las situaciones, hay un poco de todo.
Parece que instituciones y bancos han tenido parte de responsabilidad, pero ¿también los consumidores?
Digamos que hay una responsabilidad colectiva. Por ejemplo, hubo gente que se hipotecó por encima de sus posibilidades, pero posiblemente también le estimularon a hacerlo.
Tras la lección aprendida, ¿ha aumentado la educación financiera en la población española en este último periodo?
Pues no lo sé, creo que cuando pasé la crisis lo sabremos. Cuando ocurre una crisis tan grave todo el mundo es mucho más consciente de los riesgos y decisiones que toma. Por ejemplo, no creo que hoy alguien quiera adquirir dos pisos sobre plano, como mucho compraría uno. Pero, igual, dentro de dos o cinco años la situación vuelve a remontar y hacemos las mismas tonterías, que es lo más probable, porque al final es lo que ha pasado siempre.
Por lo tanto, ¿sólo aprendemos cuando nos dan ‘palos’?
Hombre, yo espero que la gente no vuelva a invertir en sellos… pero nunca se sabe. Efectivamente, parece que esa que dices es la forma en que aprendemos.
En uno de sus libros explica cómo las subidas y bajadas de las acciones tienen consecuencia directa sobre el estado de la economía. Pero, ¿hasta qué punto depende la ‘salud’ de la economía de los vaivenes bursátiles?
Más que de los vaivenes bursátiles, la economía mundial depende en gran parte de los flujos financieros, que son muchísimo más determinantes que antes. En España, los flujos de dinero que llegaban desde Francia y Alemania durante los primeros años del euro inflaban la burbuja inmobiliaria, había dinero para todo el mundo. Pero, luego, ese dinero acaba canalizándose hacia algún sitio, y su retirada masiva fue lo que generó la crisis del euro. El cambio más grande de la economía en los últimos veinte años es cómo ha pasado a estar determinada no tanto por las bolsas sino por los flujos de capital.
Y, teniendo eso en cuenta, ¿cómo cree que avanzará la recuperación en España durante el 2015?
La economía española ha sufrido mucho y ahora se está recuperando porque hay una vuelta a la normalidad. Las empresas y los consumidores no tienen tanto miedo como antes, con lo que se animan un poco más a consumir e invertir. Por otro lado, el entorno exterior es bastante positivo, con tipos mínimos y el euro depreciándose. Si esto se mantiene, lo normal es que la mejoría siga, aunque se trata de una recuperación muy frágil y que va a tardar mucho en llegar a la calle, a la gente, que es lo realmente importante.
¿Por qué el Ibex ha logrado su mejor inicio de año desde 2011?
Acabó el año pasado con un poco de susto por el tema de Grecia y se han despejado las incertidumbres, al menos de momento. Además, también han influido que la economía europea da alguna señal positiva, la depreciación del euro y que han arrancado las compras de deuda.
Según usted, el gran mérito del ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, ha sido dejar al descubierto el carácter político de la troika y de los rescates. ¿Es que ya no manda la economía sobre la política?
Aunque el origen era económico, en la resolución de la crisis del euro ha contado más la política que la economía. Yo creo que ha faltado pragmatismo en la Unión Europea, ya que en vez de centrarse en solucionar el problema, se ha estado pensando más en quién tenía la culpa. Ha mandado más la política, las convicciones o las luchas de poder que las cuestiones más económicas, por más que se haya disfrazado todo de un carácter muy técnico.
¿Qué sabe del seguro de crédito y del papel que está jugando en esta crisis?
En España la morosidad de proveedores suele ser importante y, además, es un mecanismo de transmisión de los problemas económicos muy fuerte. Una empresa empieza a no pagar a sus proveedores, éstos tampoco a los suyos y, al final, los impagos se multiplican.
