¿Qué efectos tendrá la nueva presidencia estadounidense en la economía y el comercio internacional?
Es difícil saberlo. Si nos atenemos a sus discursos, Donald Trump pretende usar los aranceles como instrumento de política tanto interna como externa. Como política interna, parece creer que imponiendo aranceles sobre bienes que Estados Unidos importa conseguirá que los productores nacionales no tengan competencia extranjera y puedan prosperar, o bien que las empresas trasladen su producción desde el extranjero al territorio nacional. La consecuencia será que la producción sea más cara y todos los sectores que necesiten comprar esos bienes se verán perjudicados. Que el proteccionismo sale caro es algo sabido hace mucho tiempo. Hay algunas excepciones a esta regularidad empírica: la ayuda a una industria incipiente, siempre y cuando se use para crear un volumen crítico con el que competir, ya sin proteccionismo, en un futuro cercano; evitar protestas por la pérdida de empleos a corto y medio plazo en sectores localizados que puedan dar lugar a crisis sociales y políticas; y el uso de los aranceles como arma para obligar a un cambio de política en otros países. El discurso de Trump se apoya en el punto segundo y, sobre todo, en el tercero.
¿La deslocalización puede convertirse en un problema?
Es difícil pensar que en un país como Estados Unidos, donde la tasa de desempleo es muy baja y que históricamente no ha tenido mayores problemas con deslocalizar su actividad económica, pueda haber crisis políticas suficientemente importantes por la deslocalización. Lo que sí parece haber ocurrido es que Trump ha conseguido que muchos votantes crean que la deslocalización sí es un problema para el país y se ha aprovechado de esta creencia. Si un arancel a las importaciones perjudica al país que lo pone, ¿por qué habría de hacerlo? Una respuesta es que también perjudica al país cuyos bienes son importados. Siendo la economía más fuerte del mundo, Estados Unidos podrá, presumiblemente, tolerar el coste en una guerra arancelaria si el país objetivo sufre un coste mayor. De esta manera el arancel servirá para influir en la política de ese país, sea para que venda Groenlandia, ceda el control del Canal de Panamá, aumente su gasto en defensa dentro de la OTAN o no sea una amenaza en la política de influencias geoestratégica. En el mejor de los casos para Estados Unidos, bastará la amenaza de los aranceles para que los países cumplan. En el peor de los casos, la guerra arancelaria deteriorará el comercio mundial, sobre todo entre los países de influencia americana y china.
¿Cómo afectará a Europa el cambio en la estrategia de crecimiento de China?
En la última década China ha dejado de crecer a las tasas de las anteriores. Los motivos son varios: es más fácil sostener tasas de crecimiento altas cuando se parte de un nivel muy bajo, cuando el país alcanza un cierto desarrollo, inevitablemente crecerá más despacio; las políticas de Xi Jinping suponen un freno a las liberalizaciones económicas habidas en ese país, este presidente no confía tanto en el comercio y los mercados libres y prefiere un mayor control estatal; y los esfuerzos, de momento incipientes, de algunos países por no depender de las manufacturas chinas. Europa podría tener una ventana de oportunidad para expandir y desarrollar algunas industrias, como la fabricación de componentes informáticos de alta calidad o la robótica.
¿Qué sectores serán el motor de la economía española en 2025?
Los mismos que en 2024. No parece haber cambios sustanciales, excepto por lo que pueda haber en relación con la posible sustitución de algunas importaciones europeas desde China y que puedan beneficiar a nuestro país, como robótica y drones, por ejemplo. De momento, solo hay declaraciones. La invasión rusa a Ucrania y las amenazas de Trump a los países de la OTAN que no cumplan sus compromisos pueden impulsar el sector de defensa, que España debería poder expandir. A pesar de que nuestro gasto en defensa es muy bajo, España es el décimo país exportador de armas. Otro sector que puede reactivarse es el de la construcción si se deciden impulsar políticas de aumento de oferta para paliar la carestía de la vivienda.
¿Qué nuevas medidas serían necesarias para reducir la tasa estructural de paro en nuestro país, que sigue siendo muy elevada?
Tanto las reformas laborales de Rajoy y de Sánchez han sido, en general, positivas, aun con sus limitaciones. Tras esas dos experiencias, creo que se puede profundizar en ellas sin el temor que nuestros gobernantes parecen tener cuando se trata de tocar el mercado de trabajo. Atajar definitivamente su dualidad y ser más eficientes en las políticas activas debería ser lo siguiente.
¿Qué influencia tiene la organización industrial de un país como España en su internacionalización?
Si hablamos de exportaciones, lo es todo. En principio, a nivel de desarrollo semejante, un país pequeño estará más especializado que uno grande. Para el tamaño de España, la orientación exterior es tirando a alta. Estamos lejos de exportar, en proporción al PIB, como Alemania o Países Bajos, pero estamos por encima de Francia y Reino Unido. Lo mismo si hablamos de inversión extranjera tanto como receptores o emisores. La inversión de capital extranjero en España se acerca al 60% del PIB, más que en Francia o Alemania, mientras que la inversión española en el exterior está en torno al 40%, que es un nivel más que decente. En términos absolutos, somos el noveno país inversor y el séptimo en inversión recibida, y hay que recordar que en PIB nominal estamos en el puesto 14 o 15, según distintos indicadores, mientras que en población estamos en el puesto 32. Sin embargo, esto no se traduce en una influencia proporcional de nuestro país en los asuntos geoestratégicos, sin duda porque falta tener un plus de presencia en los sectores clave, los de más alta tecnología y defensa. En lo social y cultural andamos mejor, somos el segundo receptor de turistas; además de playa y sol, somos el cuarto país con más lugares considerados patrimonio de la humanidad y el quinto con más estrellas Michelin; el país preferido por los estudiantes del programa Erasmus, aunque falta mucha internacionalización del profesorado y de los programas de investigación; y el quinto en número de producciones cinematográficas. También estamos bien en fútbol y música.