José Luis Ferreira

Economista y profesor en la Universidad Carlos III

"En el futuro tendremos alguna versión de la renta básica"

"En cualquier contexto que no sea el mercado perfectamente competitivo o el monopolio es necesario conocer los modelos de la Teoría de Juegos”

Por Javier Labiano

Usted es experto en la teoría de juegos, que estudia las decisiones estratégicas, ¿se dan siempre en economía?

Hay dos extremos en los que no se dan: en los mercados perfectamente competitivos y en los monopolistas. En cualquier otro contexto de fallos de mercado es necesario conocer los modelos de la Teoría de Juegos, como en los casos de oligopolios, presencia de externalidades o bienes públicos, e información asimétrica como en los mercados de seguros. Quienes ven la economía ideal como un mercado competitivo en todos sus aspectos primordiales, ven como política económica principal la consecución de estos mercados y tenderán a ignorar que hay muchos ámbitos de la economía en los que no se darán nunca los postulados que hacen del mercado competitivo un mecanismo eficiente. Quien defiende los monopolios estatales tenderá a ignorar todos los problemas de decisión estratégica. Según estos, las decisiones planificadas deberán ser seguidas por los agentes económicos y cualquier desviación, castigada como desobediencia. Hoy en día no hay tanto fundamentalismo en ninguno de los dos sentidos. El extremo planificador está en franca decadencia, como mucho se postula en algunos sectores clave. El otro extremo pervive a menudo como declaración política en muchos que abusan del término liberal, pero en su práctica están lejos de hacer lo que postulan. Con todo, tenemos el peligro de que puedan influir para mal en la política económica.

 

¿Qué nuevos mecanismos puede diseñar una sociedad para aumentar su prosperidad? 

Hasta muy recientemente, los mecanismos de política económica se reducían a ciertas concesiones de monopolios o a algunas prohibiciones en la producción o en el comercio. El desarrollo del estado del bienestar introdujo nuevos mecanismos. La izquierda propuso nuevos mecanismos, que van desde el diseño de un sistema económico completo casi desde cero, la URSS y demás países comunistas, hasta los acuerdos socialdemócratas de los países nórdicos. La diferencia entre el éxito de los segundos y el fracaso de los primeros estriba en el diseño de mecanismos usando las leyes de la economía a favor, en lugar de negarlas. Desde entonces se han desarrollado diseños nunca vistos en la historia y que, por ello, son vistos con recelo por quienes piensan que solo el mercado o el comunismo primitivo son naturales. Estos van desde la independencia del Banco Central, comparable a la independencia de poderes en un estado de derecho, a la asignación de órganos para su trasplante a pacientes mediante un mecanismo de emparejamiento adecuado. Otros ejemplos son el mercado de emisiones, el mecanismo de casación en el mercado eléctrico mayorista, el bono escolar y las distintas versiones de renta básica o ingreso mínimo vital, entre muchos otros.

 

¿Cuál es el papel del economista en todo esto?

No es el deber del economista decir cómo la sociedad debe sopesar los distintos principios de solidaridad social y responsabilidad individual, sino estudiar las propiedades y consecuencias esperables de las distintas políticas y proponer mecanismos adecuados para los distintos fines propuestos. Es posible que no nos hagan mucho caso, pero esa es nuestra labor. Así, por ejemplo, nos toca explicar que un mercado eléctrico mayorista marginal significa que las últimas unidades consumidas se pagan al coste marginal. Esto es fundamental para evitar el derroche y consumir cosas que producen más costes que beneficios y también para incentivar el desarrollo y entrada de tecnologías más baratas. También toca explicar que esto no implica que todo el consumo se pague a ese precio marginal. Conjugar ambas cosas para evitar cargas especialmente onerosas para los menos favorecidos o evitar beneficios extraordinarios caídos del cielo, que no redundan en incentivos a la extensión de tecnologías baratas, requiere un diseño complicado técnicamente. Este diseño no va a ser resuelto con frases hechas sacadas de un posicionamiento ideológico. El bono escolar es un buen ejemplo de política aparentemente buena que puede ser contraproducente por causas no previstas en la teoría. La idea es incentivar la competencia, la libertad de elección, con centros haciendo ofertas educativas cada vez mejores para atraer alumnos… Pero también tendremos un sistema educativo muy segregado, con externalidades negativas para los menos favorecidos y contrario a los fines de la educación.

 

¿En qué deberían basarse los nuevos mecanismos de futuro?

Yo no sé muy bien qué nuevos mecanismos tendremos en el futuro, pero deberán estar basados en hechos y no en prejuicios de cómo funciona la economía. Hay uno en particular que creo debe explorarse más, y es la participación de los trabajadores en las empresas, creo que sería bueno, especialmente en España, donde la desconfianza entre patronal y sindicatos es demasiado alta, no siempre por buenas razones. Estoy convencido de que en el futuro tendremos alguna versión de la renta básica. La evolución de las economías modernas no ha dejado de ir en ese sentido. Todos los ciudadanos tenemos garantizados unos mínimos: desde los menores acogidos porque no pueden ser cuidados por sus padres, hasta una sanidad y educación universales, pasando por otras medidas asistenciales que permiten a una persona en un país desarrollado alimentarse. Ahora nos parece inconcebible que esto no haya sucedido antes en la historia de la humanidad. Nuestros descendientes pensarán lo mismo de la renta básica. Podemos empezar con cantidades pequeñas, asumibles, antes de aumentarlas a medida que mejoramos la gestión.

 

¿Qué variables macro son más importantes cuando analizamos los principales datos de la evolución económica y del empleo de nuestro país?

Yo no soy experto en economía de coyuntura ni en macroeconomía. El PIB seguirá siendo el dato principal, tanto su monto total como su distribución, junto con el nivel de desempleo. Sobre esto último hay mucha confusión, ya que se dan medidas distintas: paro registrado, EPA, ocupados, activos, la propia definición de desempleado... Debería hacerse un esfuerzo por explicar mejor los significados. Hay quien propone medidas de felicidad o bienestar más allá del PIB. No me parece mal, pero hay quien ha querido decir a sus ciudadanos que está bien ser pobres porque son felices. Eso es una excusa de mal gobierno. La población debe ser próspera. Si en el PIB falta, por ejemplo, una valoración de la pérdida o ganancia de calidad medioambiental, inclúyase o hágase un índice específico y usémoslo también para valorar el progreso de la sociedad, pero sin dejar de usar el PIB.

 

¿Es posible garantizar que el crecimiento del PIB vaya unido siempre a un aumento general de ingresos por parte de los ciudadanos?

Cuando hay crisis o momentos de grandes cambios, como cuando se introducen nuevas tecnologías, siempre hay algún sector que queda a la zaga. En estos casos está la tentación de subvencionar el sector obsoleto, cuando lo que hay que hacer es facilitar la transición de los recursos de ese sector a los nuevos. Esto incluye la formación de los trabajadores, pero los mayores tendrán más difícil realizar el cambio, así que habrá que tener eso en cuenta. Aún así, tenemos la posibilidad, apuntada por Piketty, de que en el futuro cercano aumenten las desigualdades. No sé si ocurrirá, su análisis no lo demuestra. Depende de muchas cosas difíciles de prever, como qué tipo de especializaciones traerán las nuevas tecnologías, pero sí es una posibilidad. Hacer partícipes a los trabajadores de las rentas de capital puede ser una manera de ayudar a evitarlo. También creo que los sindicatos deben ser más amplios y responsables. Más amplios para que sus mayores beneficiarios no sean los empleados veteranos y estables, sino todos los trabajadores de la empresa. También serán más responsables si deben velar por los intereses a más largo plazo que el que plantean los trabajadores más veteranos y si sus afiliados tienen intereses directos en la empresa.

 

¿Qué aporta la experimentación en economía industrial a la política económica?

Pondré dos ejemplos: las subastas de espectro electromagnético para telefonía de tercera y cuarta generación y los mercados de agua. Las primeras fueron un gran éxito. Su diseño se basó en la teoría de subastas, dentro de la teoría de juegos, pero, como ocurre en ingeniería, hizo falta mucha experimentación para afinar con el mejor diseño. La teoría solo no vale, hay muchos detalles que resolver en la práctica. Si esto es cierto para la Física, todavía con más razón para la Economía. En Australia y en California se han hecho experimentos para gestionar mejor sus recursos hídricos, con bastante éxito en el primer caso. No tengo constancia de si en California finalmente los han tenido en cuenta. Deberían. En España, por su clima, tiene mucho que aprender de estas iniciativas. Hace ya unos años, algunos colegas plantearon a la administración realizar este tipo de experimentos en España. No recibieron respuesta. De nuevo, tengo la impresión de que no se ve la necesidad. Los gobiernos parecen creer que basta legislar cómo se quieren las cosas para que sean así, y eso no es verdad.