¿Qué disrupciones en la economía internacional puede generar la nueva política arancelaria de Estados Unidos?
No creo que se generen grandes disrupciones en el corto plazo. Se está negociando una serie de acuerdos de comercio internacionales y en unos meses estaremos en una nueva normalidad, peor que la que teníamos antes pero mejor de la que muchos esperaban hace tan solo unas semanas. En el largo plazo sí que habrá cambios, más que disrupciones. Europa no va a poder encontrar mercados alternativos al norteamericano, así que tendría que asumir menores ventas allí y tendrá que buscar alternativas, una de ellas es concentrarse en el mercado europeo. Toca un cambio estratégico, toca reducir la dependencia del exterior y eso implica la creación de nuevas industrias y el rediseño de las políticas comerciales.
En unos años seremos más independientes, pero menos eficientes. Eso en general son malas noticias para los consumidores, pero se generarán muchas oportunidades de negocio en los sectores a los que les toque esta lotería de la reindustrialización.
¿Cómo afectará este debilitamiento de las relaciones internacionales a la especialización productiva?
Negativamente. Ya hemos empezado un periodo de involución. Ya no nos bastará con fabricar coches y exportar turismos. Tendremos que aprender a hacer medicinas, semiconductores, comida, infraestructuras de telecomunicaciones, y sacar energía debajo de las piedras. Eso tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Taiwán tendrá que dedicar parte de los recursos que ahora dedica a hacer semiconductores a producir otro tipo de productos de menor valor añadido, pero que pueden ser estratégicos en su futuro. Y así con todo.
Repito la misma idea: la especialización aumenta el bienestar global. Una economía es capaz de producir más bienes y más servicios a menores precios. Pero aumenta la interdependencia. Sí, ahora estamos haciendo el camino contrario. Pierden los consumidores que verán reducido su poder adquisitivo, y ganan sectores que no eran competitivos en condiciones normales y ahora sí podrían serlo. Pienso, por ejemplo, en los productores de acero en Estados Unidos.
¿En qué medida la evolución de la economía europea podría depender del aumento del gasto público en Alemania?
Bastante. Estamos hablando de cantidades de dinero enormes. Sumando todas las partidas previstas para varios años en defensa, infraestructuras, digitalización y transición energética, hablamos de un volumen que podría equivaler a dos tercios del PIB español. No tiene precedentes en términos de volumen. Hay decenas de estimaciones de cuál podría ser su impacto, pero se habla de medio punto a un punto y medio del PIB adicional en los años de mayor inversión. Tendría importantes efectos de arrastre en las economías con mayores vínculos, sobre todo en aquellas que forman parte de sus cadenas industriales de producción, España entre ellas. He visto estimaciones de entre 1 y 2 millones de empleos adicionales en Europa.
El problema es que el riesgo de ejecución es elevado. Es extremadamente complejo para una economía absorber esos volúmenes de dinero de manera eficiente. Es probable que el impacto final sea una fracción del que estamos estimando ahora, pero, aun así, no deja de ser un factor extremadamente importante y que en parte podría reemplazar la pérdida de dinamismo en las relaciones comerciales con Estados Unidos.
¿Seguirán produciéndose nuevos recortes de los tipos de interés en la eurozona durante este año?
Sí. ING espera dos más para terminar el año en el 1,75. Esa es también la expectativa de mercado esta semana después de que se anunciara la suspensión temporal de la cuadruplicación de los aranceles en China y esto redujera la probabilidad de una recesión en Estados Unidos. Hace tan solo unos días el mercado esperaba 3 recortes y que llegáramos al 1,5.
Son buenas noticias, los tipos caen sin que aumente el paro, y la financiación más barata va a ayudar a empresas y hogares a gestionar este periodo en el que el crecimiento se debilita. Que sean 2 o 3 recortes no es especialmente importante.
¿De qué factores principales dependerá el crecimiento de la economía española en 2025?
Los analistas esperaban a finales de año que se produjera un reemplazo del motor gasto público por el de inversión privada. El argumento es bueno: los tipos de interés están bajando, la economía aguanta y muchas empresas han pospuesto decisiones de inversión por la combinación de incertidumbre geopolítica y tipos elevados. Ya no pueden esperar más y éste sería un año de repunte importante para afrontar esas inversiones necesarias. Lo que pasa es que los datos que hemos visto de los primeros meses del año no acaban de corroborar esta teoría. La incertidumbre no termina de irse y mientras que sí estamos viendo ese repunte en la financiación en el sector inmobiliario, lo vemos menos en el área de inversión de las empresas.
En cualquier caso, el motor principal de la economía española es el consumo y sigue fuerte. La tasa de paro está aguantando y no se espera que repunte. Además, está el turismo, que va a crecer menos que el año pasado, pero que simplemente el hecho de que se consoliden las enormes cifras, que superan los 90 millones, ya supone un éxito. En resumen, va a ser un buen año para la economía española que, además, es de las que más protegida está de los vaivenes de la política comercial norteamericana.
No obstante, ¿el aumento de la inversión en defensa puede derivar en una elevada inflación?
En teoría sí. La intuición aquí es que los gobiernos tendrán que gastar más, eso es déficit. Habrá que financiarlos, se emite deuda, se estimula la economía y eso genera inflación. Además, toda esa inversión pública generará estrés sobre los mercados laborales y de bienes
Pero en la práctica, dudo que esto ocurra por varios motivos. Primero, no está claro que un aumento del gasto en defensa implique un mayor gasto en productos generados en Europa ni en los mercados de empleo europeos. Segundo, tampoco está claro que ese gasto se vaya a realizar, pero sí que sabemos que sería de manera gradual. Y tercero, tenemos un largo historial de grandes planes de gasto que luego se ejecutan solo parcialmente, por ejemplo, el NextGen para la reconstrucción post pandemia. Resulta extremadamente difícil evaluar su impacto o entender cuánto se ha gastado, pero está claro que no está siendo el ejercicio transformativo que se esperaba.
El Banco Central Europeo ha hecho una estimación del potencial impacto sobre la inflación y lo estima en alrededor de una décima.
¿Qué papel cree que juega el seguro de crédito en este momento de incertidumbre y perturbación del riesgo de crédito?
Sabemos que existe más demanda por productos que te protejan de cualquier tipo de riesgo, como los seguros en momentos de mayor incertidumbre política y económica. Aunque es cierto que la mayor parte del impacto se produce en los productos relacionados con mi seguro de vida, también afecta a los demás.
El seguro de crédito es de particular importancia en entornos refaccionarios donde la posibilidad de impago es elevada, aunque también es cierto que en los últimos días con el inicio de los acuerdos entre Estados Unidos y China la probabilidad de una recesión se ha reducido. Otro indicador para entender el riesgo sería el de préstamo retrasados en la banca que va en la misma línea: no hemos visto un deterioro en impagos ni en empresas ni en hogares.
De todos modos, es un producto que debería ir convirtiéndose cada vez más en estructural, una especie de seguro de hogar con mucha penetración, precios ajustados y una amplia gama de opciones en términos de cobertura.