¿Qué efectos en la economía mundial puede tener el agravamiento de los actuales conflictos geopolíticos?
En 2024 el mundo se encuentra cada vez más polarizado. El regreso del realismo político, donde prevalece la fuerza y la competencia entre grandes potencias sobre la cooperación internacional, ha resurgido como una dinámica clave en las relaciones internacionales. La caída del optimismo globalista y el aumento de la rivalidad entre Estados Unidos, China y Rusia están configurando un nuevo orden global con un impacto significativo en el comercio, la estabilidad política y la seguridad.
¿En qué consiste este nuevo orden global?
China y Estados Unidos compiten no solo por el liderazgo económico, sino también por la supremacía tecnológica y militar. Este enfrentamiento se ha intensificado en sectores clave como los semiconductores, las telecomunicaciones y las energías renovables. Las sanciones impuestas por Estados Unidos a empresas tecnológicas chinas y las restricciones en la exportación de semiconductores han exacerbado las tensiones, derivando en aranceles y limitaciones a productos estratégicos, lo que ha afectado profundamente a estas industrias. La Unión Europea se ha sumado recientemente a esta tendencia. Por otro lado, Rusia redibujó el mapa estratégico con su invasión a Ucrania, desencadenando crisis energéticas, problemas de suministro e inflación global. Sin embargo, el impacto no se limita a Rusia. Oriente Medio y Asia también presentan focos de tensión geopolítica con efectos globales. Esta situación ha obligado a una reconfiguración de las cadenas de suministro para reducir la dependencia de países distantes geopolíticamente, un cambio más complejo de lo que parece. Estamos dejando atrás el modelo just in time para abrazar de nuevo el just in case. Todos los países se verán afectados en términos de crecimiento si no logran beneficiarse de la especialización, el comercio, los flujos tecnológicos y de capital a través de las fronteras. Si estos elementos se contraen, las oportunidades económicas también lo harán, afectando gravemente a la prosperidad global.
¿Qué cambiará en la economía y el comercio internacional con Donald Trump al frente de Estados Unidos?
Será necesario esperar para comprobar si las intenciones expresadas por Trump en los últimos meses se traducen en políticas concretas al enfrentarse a los retos reales de gestión. Sin embargo, todo apunta a que un nuevo mandato profundizaría las tendencias que acabo de describir.
¿Cómo incidirá en España el acuerdo de la Unión Europea con Mercosur?
El acuerdo entre la Unión Europea y Mercosur puede tener un impacto relevante para España, presentando tanto oportunidades como desafíos. Por un lado, la eliminación de aranceles favorecerá las exportaciones españolas de productos agroalimentarios, tecnológicos y automotrices, con beneficios potenciales en términos de crecimiento, empleo e inversión en sectores estratégicos como infraestructuras y energías renovables. Además, España podría reforzar su posición geopolítica en América Latina, contrarrestando la influencia de otros actores como China. No obstante, también existen riesgos, especialmente para el sector agrícola español, que podría enfrentarse a la competencia de productos sudamericanos más baratos y con menores controles. A esto se suman preocupaciones por el impacto ambiental del acuerdo. La ratificación del tratado, que enfrenta resistencias en algunos países europeos y en el sector agrario español, así como la necesidad de que las empresas se adapten a nuevas normativas, genera incertidumbres adicionales. En definitiva, el acuerdo tiene el potencial de convertirse en una herramienta importante para el crecimiento de España, aunque será crucial gestionar cuidadosamente sus desafíos. Como suele decirse, el diablo está en los detalles, y estos aún no están del todo claros.
Cree que la Unión Europea necesita adaptar sus estructuras y procesos a un mundo de amenazas híbridas y conflictos cercanos. ¿Cuáles son las principales propuestas en este sentido?
La Unión Europea debe reducir sus dependencias críticas en sectores clave como la energía, las materias primas y la tecnología. Vamos muy atrasados en este aspecto, y surgen dudas legítimas sobre si hemos perdido el tren. Es necesario diversificar las fuentes de suministro, fomentar la producción local en áreas estratégicas y proteger mejor las infraestructuras críticas frente a ciberataques. Además, la integración en seguridad y defensa debe avanzar mediante la modernización de capacidades militares y la cooperación transnacional, especialmente en el desarrollo de una base industrial y tecnológica europea robusta. La burocracia europea necesita ser drásticamente reducida, y los procesos de toma de decisiones deben agilizarse para responder con eficacia a los retos actuales. Asimismo, es vital optimizar el gasto público en programas estratégicos para evitar el derroche de recursos. Por último, la Unión Europea debe fortalecer alianzas con socios clave en regiones como el Indo-Pacífico y América Latina, además de impulsar la reforma de unas instituciones multilaterales que han quedado obsoletas. Los desafíos son inmensos, pero también lo es la necesidad de actuar.
¿Por qué los problemas en la cadena de suministro siguen siendo la norma y no la excepción?
Los problemas en las cadenas de suministro persisten debido a una combinación de factores estructurales y coyunturales. La globalización fragmentada, mencionada previamente, expone a las empresas a disrupciones geopolíticas, tecnológicas y climáticas. Eventos como la pandemia, la guerra en Ucrania y la inestabilidad en Oriente Medio han provocado cuellos de botella recurrentes. Además, la creciente demanda de materiales críticos, como semiconductores y minerales esenciales para la transición energética, tensiona una capacidad de producción concentrada en pocos países con contextos geopolíticos complejos. Las limitaciones logísticas, como la congestión portuaria y la falta de trabajadores, agravan la situación, mientras que muchos sistemas empresariales carecen de mecanismos para anticipar riesgos. Aunque las empresas están intentando diversificar proveedores y regionalizar operaciones, estos cambios requieren tiempo e inversiones significativas.
¿Los avances tecnológicos están aumentando en mayor medida las oportunidades económicas o los riesgos y desconfianza entre la población?
La tecnología está transformando nuestro mundo a un ritmo vertiginoso. Tecnologías emergentes como la inteligencia artificial, la robótica, el blockchain, la biotecnología y la realidad aumentada están cambiando la forma en que trabajamos, consumimos y nos relacionamos. Aunque estas innovaciones están generando grandes oportunidades económicas y nuevos modelos de negocio, también plantean riesgos significativos. La falta de adaptación puede dejar atrás a sectores enteros, aumentando desigualdades. Para evitarlo, es fundamental invertir más en capital humano, mediante educación, formación empresarial y flexibilidad laboral. Al mismo tiempo, se deben reforzar redes de seguridad para proteger a los sectores más vulnerables ante la transición tecnológica. Es un reto compartido entre los sectores público y privado, uno más en un escenario ya repleto de desafíos.
¿Qué papel cree que juega el seguro de crédito en este momento de incertidumbre y perturbación del riesgo de crédito?
En la coyuntura actual, marcada por la incertidumbre geopolítica, la volatilidad económica y unos mercados cada vez más desafiantes, los proyectos empresariales, especialmente internacionales, enfrentan mayores riesgos. En este contexto, el seguro de crédito se convierte en una herramienta muy importante para mitigar el impacto de eventos imprevisibles como impagos o interrupciones en la cadena de suministro. Al proteger los flujos de caja y garantizar la recuperación de cuentas por cobrar, no solo aporta estabilidad financiera, sino que también brinda confianza para expandir operaciones en entornos complejos.