Mientras el crecimiento se reduce, la inflación se dispara en la zona euro. ¿Qué medidas tomará el Banco Central Europeo?
Mientras que en Estados Unidos está claro el camino que seguirá la política monetaria, con un rápido ajuste al alza de tipos y reducción de balance, lo cierto es que en Europa hay mayores dudas. La guerra en Ucrania está retroalimentando la inflación en sectores más allá de la energía, como la agricultura o la industria, y a la vez ha logrado descarrilar la recuperación económica. Las previsiones de crecimiento seguirán deteriorándose semana tras semana. Lagarde lleva ya unas cuantas reuniones advirtiendo que la capacidad del banco central para frenar los precios energéticos o los derivados de la cadena de suministro es muy limitada, por no decir nula. Al contrario, en un escenario de fuerte desaceleración y alta inflación como el actual, un endurecimiento de las condiciones financieras puede tener un efecto contraproducente al acercar una posible entrada en recesión, exacerbando la inflación al elevar los costes y perder capacidad productiva. Además, el euro puede sufrir en este escenario convirtiéndose en un factor inflacionista adicional para la energía, que se importa mayoritariamente en dólares. No obstante, el banco central ya está ajustando gradualmente su política al eliminar la compra neta de deuda en su programa PEPP vinculado a la crisis del Covid-19 y está adelantando el final del APP para este verano, el otro mecanismo de estímulo que lleva activo desde la era de Draghi. Pese a todo lo anterior, parece difícil que Lagarde pueda aguantar el tirón del resto de bancos centrales a nivel planetario subiendo los tipos de interés, así que creo que el BCE se verá arrastrado a elevar sus tasas antes de lo previsto.
¿Cree que el BCE actuará también en su área de supervisión de los bancos?
Parece que sí. Durante la pandemia ha dejado manga ancha con barra libre de liquidez, que ha provocado inflación financiera en algunos activos, en especial, el sector inmobiliario. Las declaraciones desde Fráncfort instando a la banca a poner fin a las operaciones apalancadas y reducir el crédito al ladrillo van en esta línea. De hecho, se va a producir a la vez un aumento de los requisitos de capital a las entidades y el regreso de las provisiones contra préstamos fallidos. Algunos bancos ya han alertado de que están detectando un deterioro en la capacidad de pago de algunos clientes por la energía y las interrupciones en la cadena de suministro. Hemos normalizado paradas de producción y retrasos en los pagos, pero no es normal y solo se aguanta a crédito.
¿Qué papel cree que juega el seguro de crédito en este momento de incertidumbre y perturbación del riesgo de crédito?
Supongo que es fundamental para una empresa tener certidumbre sobre los pagos de sus clientes. Precisamente, los seguros de crédito cobran más valor cuanto peor es la situación económica de las empresas. En este momento de alta inflación y rápida erosión de márgenes, la posibilidad de impagos es creciente.
¿La escalada de la inflación en España se frenará o seguirá subiendo hasta superar los dos dígitos?
Es muy probable que se supere el 10% en abril. El efecto escalón seguirá activo hasta septiembre en los precios de la luz, el gas y los carburantes. Además, hay que tener en cuenta que con el paso de las semanas los problemas de la cadena de suministro no se han solucionado e, incluso, han empeorado. La huelga del transporte en España ha trasladado nuevas tensiones y las cadenas de distribución alimentaria claramente han subido precios en productos básicos de la cesta de la compra. La presión en el ámbito industrial y agrícola no es solo por la energía sino también por el acero, aluminio, níquel, fertilizantes y un largo etcétera.
¿Qué margen de maniobra presupuestaria permite el comportamiento mejor de lo previsto del déficit público?
La respuesta a esta crisis debe ser fiscal y está, de nuevo, en el tejado de los gobiernos. Con la inflación al alza a gran velocidad y el crecimiento a la baja, la recaudación se mantiene todavía disparada en este momento. Solo en carburantes crece a ritmos del 25% en tasa interanual, según la AEAT, por el aumento del consumo, pero sobre todo por el alza de precios que impulsa la recaudación mientras la demanda aguante. El margen de maniobra debe contextualizarse en un marco europeo, al igual que ocurrió por primera vez en 2020 por el apagón económico derivado del Covid-19.
La cifra de negocios de las empresas españolas registra once meses consecutivos de subida. ¿Qué sectores impulsan este crecimiento?
Los datos oficiales nos dicen que el sector energético, construcción y público son los que están impulsando el crecimiento. Sin embargo, creo que la realidad es otra algo más pesimista. Incluso la inflación tiene efectos positivos en los aumentos de la cifra de negocio. Los parones de actividad en el sector de automoción tendrán consecuencias, aunque otro de los puntales de la economía, el turismo, se convertirá en salvavidas en 2022 si no se reproducen las restricciones por el Covid-19. Históricamente, España es un destino seguro en momentos geopolíticos convulsos y ahora mismo gran parte de los turistas extranjeros que iban al Este o al área del Mar Negro buscarán destinos más occidentales.
¿Hasta qué punto se ha relajado el temor a los cortes en el suministro de petróleo por la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia?
El problema no es tanto el petróleo como el gas. Hay alternativas de crudo suficientes como para suplir el suministro ruso. Sin embargo, no las hay en el gas porque se han primado relaciones de dependencia tanto con Rusia como con Argelia en los últimos años. Estados Unidos ha demostrado que es el gran jugador emergente de la escena energética en el último lustro. Su capacidad de exportación es sorprendente. Se ha convertido en 2022 en el principal proveedor de gas a España a través de GNL y es el tercero en crudo. Hay capacidad ociosa suficiente entre los productores de petróleo como Arabia Saudí o Emiratos Árabes para suplir a Rusia. Además, Occidente se está planteando levantar las sanciones a países como Irán o Venezuela que cuentan con grandes reservas. La cuestión de fondo es que en los últimos años se ha invertido poco en el sector y la capacidad productiva ha disminuido.
¿Cómo reaccionaría la economía europea ante la posibilidad de un fin inminente del conflicto?
En principio, de forma muy positiva. Todo dependerá de en qué condiciones se produzca el final de ese conflicto. Ojalá llegue cuanto antes. Lamentablemente, las relaciones de la Unión Europea con Rusia han quedado dañadas por muchos años, pero no solo desde el punto de vista diplomático, sino también económico. Occidente ha despertado a los problemas reputacionales del dinero ruso y sus oligarcas, por lo que dudo mucho que esos lazos económicos vayan a crecer. Desde otro punto de vista, creo que la zona euro va a salir muy reforzada de esta crisis. Más países van a intentar acelerar su integración política y económica. Ucrania será uno de ellos a medio plazo.