Rafael Pampillón

Profesor de Economía en el IE Business School y catedrático emérito de la Universidad CEU San Pablo

“En 2024 la inflación irá bajando paulatinamente y a final de año estaremos muy cerca del 2%”

“Nuestras empresas tendrán que colocar sus productos en mercados que demanden nuestra oferta, mercados con más riesgos donde el seguro es aún más necesario”.

Por Javier Labiano

¿Terminará este año la economía española mejor que la de otros países europeos?

Efectivamente, en España terminaremos 2023 con un crecimiento económico del 2,4%, mientras que la media de incremento en la zona euro será del 0,6%. Alemania, en 2023 tendrá un crecimiento negativo del -0,3%. Este año está ya todo el pescado vendido y lo que nos viene es un 2024 con muchas incertidumbres provocadas, en parte, por unos tipos de interés muy elevados, que se mantendrán hasta el verano del año que viene. Estas políticas monetarias están haciendo que la gente pueda comprar menos inmuebles porque los intereses de las hipotecas han subido mucho, que los costes financieros para los gobiernos aumenten, y que los créditos para las empresas sean más prohibitivos.

 

¿Qué otras incertidumbres acecharán durante el próximo año?

La gran incertidumbre para 2024 es no saber cómo se van a comportar los mercados de bonos, acciones, materias primas… Ahora comprar bonos de deuda pública es rentable porque ya dan tipos de interés bastante altos y la gente está sacando el dinero de los bancos porque éstos pagan muy poco o nada por los depósitos. Por lo tanto, los bancos tienen un problema, deben pagar más a sus depositantes para conseguir dinero y también por los créditos que piden al Banco Central Europeo, que están al 4,5%; estos mayores costes de pasivo de las entidades bancarias van mermando su margen de intermediación. En cuanto a la evolución económica, en 2024 el crecimiento de la zona euro seguirá estancado, con un aumento del PIB del 1%. La buena noticia es que el precio del petróleo está bajo y que Estados Unidos y Europa tienen las reservas de crudo y de gas llenas. Aunque hubiera una restricción de la oferta de petróleo por parte de la OPEP la situación no cambiaría mucho. Lo que sí se ve con claridad es que en 2024 la inflación irá bajando paulatinamente y a final de año estaremos muy cerca del objetivo del BCE: el 2%. Además, en caso de recesión económica los bancos centrales tienen recorrido para bajar los tipos de interés. En Estados Unidos, la Reserva Federal puede bajar tipos a partir de junio o julio de 2024, aunque los mercados están anunciándolo ya para mayo. En definitiva, tendremos un primer semestre de 2024 duro, con una Alemania y una Francia estancadas, mientras que España sufrirá la pérdida de turismo por el estancamiento de los países de origen de los visitantes, aunque también podríamos beneficiarnos de la caída del turismo religioso de Israel y la inestabilidad de los países árabes.

 

¿Qué impulso económico aporta la tecnología a los países?

En este ámbito, existe un dominio casi absoluto de Estados Unidos y China. En Europa no tenemos mucho que hacer en lo que hace referencia al gasto en investigación y desarrollo. Hay que tener en cuenta que China ya invierte más en investigación y desarrollo que el conjunto de la Unión Europea, y cada vez lo hace más en inteligencia artificial. En Europa nos vamos quedando atrás en este aspecto y llevamos un cierto retraso tecnológico.

 

¿Puede estar ligado este retraso tecnológico al problema de escasa productividad que seguimos padeciendo en España?

Efectivamente, España es un ejemplo de baja productividad. Nuestro país gasta en I+D el 1,4% del PIB, un porcentaje muy alejado al de otras economías desarrolladas. Como ejemplo, tenemos a Francia, con el 2,2%, Gran Bretaña (2,9%), Estados Unidos (3,5%), Finlandia (3%), Alemania (3,1%), Japón (3,3%), Suecia (3,4%) y Corea del Sur (4,9%). De media, los Estados miembros de la OCDE dedican a esta partida el 2,7% del PIB (casi el doble que España). También el gasto de España es menor que el de China (2,4%), Portugal (1,7%) o Israel (5,6%). Además, la baja productividad no viene solo por el bajo gasto en I+D, sino que también falta capital humano y formación profesional. Hay un importante porcentaje de personas de más de 30 años que no han terminado la enseñanza obligatoria y muchos universitarios que están sobre-cualificados para los trabajos que están desempeñando.

 

¿Seguirán siendo los fondos Next Generation un revulsivo para el crecimiento en España durante 2024?

Los fondos Next Generation son una especie de misterio, no se sabe dónde se están gastando y dónde no. Pero habría que tener en cuenta que se trata de unos fondos pensados para las próximas generaciones y que de los 140.000 millones de euros que tenía adjudicados España, la mitad aproximadamente son créditos. Además, de la cantidad que se ha recibido hasta ahora, se habrán gastado unos 8.400 millones, que es muy poco. Estos fondos tienen que ir directamente a mejorar la situación de las próximas generaciones e impulsar, la formación profesional, los desarrollos tecnológicos, la inteligencia artificial, internet de las cosas, energías limpias… Nuestra inversión en I+D es modesta, y, además, está mal distribuida. En 2022, mientras que las empresas españolas realizaron el 56,4% del gasto total, las Administraciones Públicas (incluidas las Universidades) aportaron el 43,6% restante. Algo muy diferente a lo que hacen otras economías desarrolladas, como Alemania, Francia, Finlandia, Suecia o Reino Unido. En estos países, el gasto empresarial asciende al 70% del total. En grandes países, como Japón, China, Corea del Sur y Estados Unidos, el gasto de las empresas supera el 75% o más del gasto total. En tanto que la contribución del sector público se sitúa en torno al 25%, cifras muy diferentes a las de España.

 

¿Qué papel cree que juega el seguro de crédito en este momento de incertidumbre y perturbación del riesgo de crédito?

España ha dado un salto impresionante en el ámbito de la exportación de bienes y servicios, que ya representan el 41% de lo que produce el país. Un importante porcentaje que compran clientes extranjeros y en el que se incluyen también los servicios turísticos y de otro tipo como las exportaciones de servicio de ingeniería, la auditoría, los servicios financieros, los seguros… Si ahora hay un estancamiento en el crecimiento económico de Europa, lógicamente nuestras empresas tendrán que colocar sus productos en otros mercados que, aunque sean más arriesgados, demanden más nuestra oferta. Y en estos mercados con más riesgos el seguro es aún más necesario.