Rafael Pampillón

Profesor de Economía en el IE Business School y catedrático emérito de la Universidad CEU San Pablo

“Occidente no debería caer en la tentación del proteccionismo”

El seguro de crédito ha potenciado y seguirá potenciando las exportaciones españolas. No debemos olvidar que gracias a estas exportaciones nuestro país consiguió salir de la anterior crisis, la de 2008. 

Por Javier Labiano

¿Cree posible una recuperación económica total de España en 2022? 

Sí, si somos capaces de conseguir tres objetivos. En primer lugar, aumentar la capacidad de las empresas para adaptarse a las nuevas tecnologías de producción, vinculándose en mayor medida a las cadenas globales de suministro y generando innovación propia para así ser más competitivas. En segundo lugar, diseñar incentivos que incrementen el tamaño de las pequeñas empresas, lo que facilitará su internacionalización y desarrollo tecnológico. No se debe olvidar que, entre éstas, la tasa de mortalidad empresarial es mucho más elevada, por lo que su crecimiento y fortalecimiento permitiría consolidar una economía más sólida y estable. Y, en tercer lugar, acordar, quizás en el Parlamento, cómo se pueden mejorar los sistemas de educación y formación para adecuar la mano de obra a lo que demanda el mercado. Es fundamental, por tanto, que el sistema educativo implemente una reforma dirigida a crear profesionales que den respuesta a los nuevos requisitos que busca el mercado laboral.

Usted es un experto en Asia. ¿Por qué países como China, Japón, Indonesia y Corea del Sur están saliendo más rápidamente de la crisis que los europeos, especialmente el caso de España? 

Asia es, junto con África, la zona del planeta que más crece. ¿Por qué?, ¿qué podemos aprender? Los países asiáticos han gestionado mejor la pandemia, lo que les ha permitido acoplarse a la nueva normalidad sin afectar a sus economías de una forma drástica. En segundo lugar, son países con un elevado peso del sector manufacturero, que exige menos distanciamiento social que el de los servicios. Por otra parte, tienen un comercio internacional y cadenas de aprovisionamiento que están muy interrelacionadas. En cuarto lugar, al ser economías muy industrializadas gastan un porcentaje muy elevado de su PIB en I+D. Y, además, ese gasto empresarial alcanza el 80% del gasto total en I+D. 

Precisamente, ha profundizado en el impulso económico que aporta la tecnología a los países. ¿A qué conclusiones ha llegado? 

A que los países y las empresas que gastan más en I+D y, también, en formación del capital humano aumentan su productividad. A mayor productividad, también se conseguía mayor producción, salarios, pagos en concepto de cotizaciones sociales y recaudación para la Seguridad Social. En definitiva, mayor bienestar. Y esta mejora de la productividad tenía que ver con las mejoras tecnológicas, es decir, con la capacidad de orientar el sistema productivo hacia la innovación y a la denominada Cuarta Revolución Industrial, que permitió la generación de nuevos productos, métodos de producción y canales de distribución.  La cuarta revolución tecnológica ha introducido innovaciones significativas en los procesos de producción: robotización, impresión en 3D, realidad virtual aumentada, visión artificial, el internet de las cosas, el almacenamiento de la información en la nube, ciberseguridad, big data, fintech e insurtech, biotecnología, agroindustria y la ciencia de los materiales. Estos cambios tecnológicos que se están produciendo en la segunda década del siglo XXI, a escala global, producen alteraciones tan fundamentales en el modelo de negocio que no incorporarlos supone poner en riesgo la supervivencia de las empresas. 

¿En qué situación se encuentra la inversión en I+D+i de las empresas españolas? 

Las últimas cifras de la OCDE disponibles muestran como el gasto en I+D que hacen los países sigue aumentando, alcanzando cotas muy altas: Francia (el 2,2% del PIB), EEUU (2,8%), Finlandia (2,8%), Alemania (3,1%), Austria (3,1%), Japón (3,3%), Suecia (3,3%) y Corea del Sur (4,5%). De media, los Estados de la OCDE dedican a ello el 2,4%. Si lo comparamos con la situación española, el resultado es poco favorable para nuestro país, ya que el porcentaje se sitúa en el 1,26%. Y territorios con rentas por habitante más bajas que las nuestras gastan más, caso de Portugal (el 1,4%) y China (2,1%). Además, a la baja cuantía del gasto en España hay que sumar su mala distribución. Los datos muestran la necesidad de España de dirigir su política económica a aumentar la I+D, sobre todo en el sector empresarial. En este sentido, la financiación, tanto en forma de crédito como de subvención, que va a proveer el Fondo de Recuperación Europeo, debe favorecer no solo a los sectores que sufren la crisis de la pandemia, como la sanidad, la educación, el turismo o el comercio, sino también a aquellos otros tecnológicamente más avanzados, que puedan obtener una mayor calidad y cantidad de innovaciones. 

¿Qué papel cree que juega el seguro de crédito en este momento de incertidumbre y perturbación del riesgo de crédito? 

El seguro de crédito ha potenciado y seguirá potenciando las exportaciones españolas. No debemos olvidar que gracias a estas exportaciones nuestro país consiguió salir de la anterior crisis, la de 2008. 


A su juicio, ¿qué papel deben jugar los gobiernos después de la crisis? 

Mientras que para los economistas las teorías que defienden la libre competencia y el libre mercado son muy lógicas y convincentes, éstas no son tan bien entendidas por parte de muchos empresarios, sindicalistas y políticos de Estados Unidos y Europa. Desde esta perspectiva, los empresarios y sindicatos de Occidente observan como las empresas de China e India, y otros países emergentes, están planteando un considerable reto competitivo y tecnológico. El rápido aumento del número de trabajadores cualificados en esos países los está convirtiendo en competidores mundiales muy efectivos en el sector de manufacturas y alta tecnología. Ante esta situación, los gobiernos occidentales no deberían caer en la tentación del proteccionismo, y tendrían que buscar una reducción de aranceles y mejoras en el acceso a los mercados, en reciprocidad con los países emergentes. Los gobiernos no deberían subsidiar a las empresas europeas que no pueden competir con rivales de países emergentes y de otras economías de bajos costes. Pero sí podrían facilitar una asistencia financiera estricta de tiempo limitado, para suavizar el proceso de ajuste sectorial dentro de una economía local particular que, de otra manera, podría sufrir una gran pérdida de empleos y entrar en una profunda depresión, que puede ser más costosa de combatir luego.

¿Cómo se están adaptando las universidades y otros centros de formación a las nuevas necesidades del mercado laboral?

Las universidades privadas se adaptan mejor que las públicas. Pero todas tienen un papel importante en la necesidad de aumentar el nivel general de educación y habilidades de los trabajadores para nutrir adecuadamente el aparato productivo. Las universidades y centros educativos tienen que tener una formación reglada, pero también deben dedicarse a reentrenar a los trabajadores desplazados de los sectores maduros o que compiten con los bajos costes de las economías emergentes, para que puedan reubicarse. Esto podría involucrar medidas activas de empleo y cambios en los grados y enseñanzas de las universidades públicas.