Rafael Galán del Río

Economista y analista financiero en perpe.es

“Las empresas españolas deben conseguir un posicionamiento adecuado en Asia y África”

"En empresas exportadoras con recursos limitados, el seguro de crédito proporciona una interesante forma de protección"

Por Javier Labiano

Usted es experto en China, ¿cómo está evolucionando el modelo económico de este país en 2019?

La transformación económica sigue en marcha, aunque lentamente. Siempre he afirmado que un cambio de modelo basado en inversión y exportaciones a otro en el que el consumo sea la variable principal del crecimiento ni es sencillo de ejecutar ni se puede realizar en un tiempo relativamente corto. Hay que tener en cuenta que se trata de convencer a los hogares para que incrementen su consumo, algo que no es fácil, porque además en China la tasa de ahorro aún se encuentra entre las más altas del mundo. En cualquier caso, estamos observando que el gobierno continúa llevando a cabo los pasos necesarios para que esto se produzca. Este es uno de los motivos de la reforma fiscal del impuesto sobre la renta, la más importante en 38 años, que ha entrado en vigor a inicios de este año y cuyo efecto es aumentar la renta disponible para fomentar el consumo. Y no sólo a los hogares, sino también este mes de abril se han bajado impuestos a empresas en los sectores de telecomunicaciones y transportes. La confianza del consumidor se encuentra en su nivel histórico más alto, además los datos recientes relativos a las ventas al por menor, excluyendo automóviles, se mantienen en un crecimiento por encima del 8%.

¿Pueden repetirse nuevas tensiones como las existentes entre China y Estados Unidos en 2018, que parecen haberse relajado en los últimos meses?

Sin duda, la guerra comercial tiene difícil solución y considero que, además, se va a dilatar durante mucho tiempo. Las negociaciones con los chinos nunca han sido fáciles, no sólo en este caso, pero es algo que hemos visto en muchas ocasiones tanto a nivel empresarial como institucional. Y, además, no se va a limitar al comercio con la imposición de aranceles por ambas partes que hemos visto hasta ahora, sino que habrá otras medidas de presión adicionales. Por ejemplo, China aún posee casi el 18% de los bonos del Tesoro de Estados Unidos en manos de extranjeros, que había mantenido relativamente estable entre agosto de 2017 y junio de 2018, pero desde ese momento hasta febrero de este año han reducido algo más de 60.000 millones de dólares, equivalente a un 5% de su posición. Si bien es cierto que no es una magnitud significativa por el momento, cualquier amenaza de ventas adicionales provocaría tensiones en la deuda del país norteamericano. Adicionalmente, el gobierno chino puede buscar países sustitutivos para sus importaciones, con el caso de la soja como uno de los más conocidos, y Brasil pudiéndose favorecer como suministrador. Hasta la fecha no se ha producido ningún cambio en los importadores, a la espera de un acuerdo entre China y Estados Unidos, pero este efecto sustitución a gran escala podría suceder relativamente pronto. Y en el sentido inverso también a nivel internacional, China puede presionar a países con los que tiene fuertes relaciones comerciales, para que incrementen sus precios de exportación hacia Estados Unidos a través de amenazas de otro tipo, como subidas a su vez de sus productos hacia ellos o, incluso, ejecución de proyectos. Por mencionar alguno, Vietnam estaría en esta situación que, si bien ya se está favoreciendo en parte de esa guerra comercial, al ser el mayor exportador entre las cinco primeras economías de ASEAN, desde China pueden ejercer bastante control sobre el país.

¿Qué oportunidades están surgiendo para la economía mundial con el desarrollo de los países emergentes, especialmente asiáticos?

La principal oportunidad viene por incorporación de una clase media creciente que va a demandar más productos y servicios. Entre los que yo llamo ‘periféricos asiáticos’, a saber, Indonesia, Filipinas, Tailandia y Vietnam, se espera no sólo un crecimiento sostenido al menos en el próximo lustro, sino la creación incluso de mercados de lujo para aquéllos con mayor poder adquisitivo. Hay que tener en cuenta que Asia, donde vive el 60% de la población mundial, representa únicamente un cuarto del consumo global. Sólo en China, la clase media creció en más de 250 millones de personas en los últimos diez años y, aunque este aumento no se verá en los diez siguientes, esa es precisamente la cifra que ahora se espera en India. En este entorno global, las empresas deberían enfocarse en satisfacer esa demanda a partir de la internacionalización, algo que no es excesivamente complicado teniendo en cuenta que, a pesar de las diferentes culturas, ciertos gustos y preferencias, sobre todo en sectores de consumo discrecional, tienden a estandarizarse de alguna manera.

¿Cómo están aprovechando estas oportunidades los inversores y las empresas, fundamentalmente las españolas?

Históricamente, la internacionalización de las empresas españolas se ha centrado casi exclusivamente en Europa y, sobre todo, en términos geográficamente más lejanos, hacia América Latina. En este último caso básicamente por motivos culturales y de idioma, ya que la entrada en el mercado era relativamente sencilla. Sin embargo, la estrategia debe cambiar, algo que está sucediendo en la actualidad, pero no en la medida esperada, para conseguir un posicionamiento adecuado en dos regiones principales. En primer lugar, orientarse hacia Asia cuya contribución al crecimiento global en la próxima década se situará aún alrededor del 60%. El enfoque hacia esta enorme región en términos poblacionales debe analizarse desde varias perspectivas, ya que presenta una gran heterogeneidad. Y, en segundo lugar, África, que durante muchas décadas ha estado olvidada tanto por los países europeos como por Estados Unidos, pero que ahora presenta infinidad de oportunidades que se pueden aprovechar, aunque también retos muy importantes. Una vez más, los chinos en su búsqueda de materias primas, fabricación de productos de menor valor añadido y proyectos en infraestructuras, energía y transporte, llevan años posicionándose en todo el continente africano.

¿Es de los que opinan que mientras el mundo sufre una ralentización económica, en Europa existe un verdadero riesgo de recesión?

En mi opinión, el próximo año 2020 van a continuar los riegos y las incertidumbres a nivel mundial en los puntos mencionados anteriormente que podrían desembocar en una crisis global. Este escenario futuro va a ser más adverso y Europa se está quedando por detrás de Estados Unidos y China en algunos sectores debido a excesiva regularización, burocratización o falta de dinamismo, visión y estrategia, de manera que eso puede perjudicar la economía a medio y largo plazo. En la Zona Euro estamos observando debilidad en varios indicadores en las principales economías, incluso con cierta preocupación en Alemania. En España, con las elecciones como telón de fondo, de las cuales considero que va a ser complicado formar gobierno, aunque no va a tener impacto económico, los indicadores también presentan una tendencia descendente, si bien por el momento no es para levantar la voz de alarma. Por el momento no parece que se vaya a producir una recesión, pero no tengo duda de que el crecimiento será muy débil y, además, discrepando con el FMI que espera que el año que viene se producirá un repunte, considero que tanto el crecimiento global como el europeo será menor.

¿Qué sabe del seguro de crédito y del papel que ha jugado en la crisis?

En este entorno de mayor incertidumbre global, sin duda es necesario intentar minimizar los riesgos en la medida de lo posible. Tener la posibilidad de cubrir ciertos riesgos, sobre todo en empresas exportadoras con recursos limitados, proporciona una interesante forma de protección contra posibles impagos. Si llega a materializarse en los próximos años una nueva crisis, esas compañías que han analizado, evaluado y cubierto correctamente sus riesgos podrán continuar operando con relativa normalidad. De lo contrario, es posible que tengan que abandonar el mercado por potenciales pérdidas a las que deberían hacer frente.