¿Es posible una economía próspera e inclusiva en la era de la disrupción digital?
Es posible. De hecho, la disrupción digital nos brinda una oportunidad para mejorar el bienestar social. El impacto sobre la productividad, el determinante último e ilimitado del progreso y de la prosperidad de nuestras sociedades, va a depender de cuán disruptivas sean las nuevas tecnologías y de su grado de adopción por parte de las sociedades. Pero como en las revoluciones anteriores, es muy posible que unas sociedades aprovechen mejor que otras la disrupción digital. Como proponemos en nuestro libro La Era de la Disrupción Digital, el éxito en la adopción de las nuevas tecnologías lo tenemos que medir en tres dimensiones: la capacidad de aumentar la productividad y con ella la renta y consumo per cápita, incluyendo el ocio; de mejorar el empleo, en cantidad y calidad; y de aumentar equidad en el reparto de los frutos del crecimiento. Sabemos qué políticas son necesarias, aunque no sean suficientes, para aumentar la probabilidad de que los países tengan éxito en la gestión de los retos que plantea la revolución digital y conseguir aumentar su productividad y mejorar el empleo, con un crecimiento inclusivo y sostenible.
¿Cuáles serían esas políticas?
Para ello, las áreas de actuación de las políticas públicas son básicamente cuatro. Primero, la mejora del capital humano, educación, formación continua y competencias, con el objetivo de que las personas sean complementarias con las innovaciones y nuevas tecnologías, y no sustitutivas de ellas. Segundo, con regulaciones y políticas activas en el mercado de trabajo que reduzcan los costes de transición y aumenten los efectos potenciales positivos sobre el empleo. Tercero, con regulaciones que garanticen la competencia y derechos de los consumidores en los nuevos mercados de bienes y servicios. Por último, asegurar la igualdad de oportunidades ante la revolución digital y una distribución justa de sus beneficios.
¿Qué efectos tiene la baja productividad en el nivel de vida y la estabilidad financiera y social?
Los efectos son enormes. A largo plazo, la productividad es el determinante fundamental de los salarios, del consumo y de la renta per cápita. El progreso técnico que está detrás del aumento de la productividad nos permite producir más bienes y servicios con menos horas de trabajo, aumentar nuestro ocio, incrementar las bases imponibles de los impuestos y, con ello, la capacidad de financiar el estado de bienestar y las políticas públicas, como la sanidad, la educación, las pensiones y muchas otras. Cuanto mayor es el crecimiento y la renta per cápita, mayor es la capacidad de redistribuir recursos y reducir la desigualdad, mejorando con ello la inclusión social. Todo ello contribuye también a mejorar la rentabilidad de los proyectos de inversión y la capacidad de pago para hacer frente al servicio de la deuda, aumentando la estabilidad financiera.
¿Por qué la inflación no afecta por igual a todos los hogares?
En un estudio de BBVA Research en colaboración con el Banco de España mostramos que, aunque la inflación afecta a todos los hogares, no lo hace con la misma intensidad por tres razones. Primero, la inflación redistribuye la riqueza real de los ahorradores a los deudores a tipos fijos de interés. Segundo, los aumentos de los tipos de interés por la mayor inflación afectan a los deudores a tipos variables. Tercero, la mayoría de las rentas no están indexadas a la inflación, por lo que muchos hogares pierden poder adquisitivo en términos reales con la inflación. Cuarto, la inflación no influye por igual en los precios de todos los bienes y servicios. Dependiendo de qué precios suban más que otros y de cuál sea su peso en la cesta de consumo, influyen más en unos hogares que en otros. Por ejemplo, en el último episodio de inflación, el aumento de los precios de los alimentos ha sido mayor que el resto, por lo que afecta más a aquellos hogares que gastan una mayor proporción de la renta en alimentos. Todo ello hace que el impacto termine siendo muy heterogéneo por nivel de renta y riqueza, o edad.
¿Qué efectos ha tenido en los últimos años la inversión privada como motor del crecimiento económico en nuestro país?
Lamentablemente su comportamiento ha sido peor que en otros países. Con diferencia, ha sido el componente de la demanda agregada que se ha recuperado más lentamente desde la pandemia. Pero su debilidad venía de antes, desde la Gran Recesión. Como mostramos en un estudio de BBVA Research, con un nivel de partida similar hace dos décadas, la Formación Bruta de Capital Fijo por persona en edad de trabajar en España a finales de 2023 fue más de un 5% inferior a la de 2001 mientras que en la UE27 fue un 35% más que en 2001 y un 48% más que en España. El pobre desempeño relativo de la inversión por persona en edad de trabajar durante más de una década es, sin duda, uno de los factores que explican que la renta per cápita relativa de España haya caído desde el 105% del promedio de la Unión Europea en 2006 hasta el 87% en 2023, así como de la productividad del trabajo. España necesita una estrategia a medio y largo plazo para incentivar la inversión, mejorar las oportunidades de creación y crecimiento de las empresas, y atraer el capital físico productivo, humano y tecnológico necesario para afrontar la transición energética y digital, y retomar la senda de convergencia en empleo, productividad, renta per cápita y bienestar con los países de la UE.
¿Cómo valora los últimos datos de empleo en España?
De acuerdo con las últimas proyecciones disponibles de BBVA Research, la economía española crecerá este año un 2,5%, con un sesgo al alza, frente al 0,7% esperado para la zona euro. En términos acumulados desde finales de 2019, el PIB de España se sitúa un 4,7% por encima, y el de la eurozona un 3,9%. En el mercado laboral las diferencias son aún más grandes. Sin embargo, los datos ofrecen una visión diferente cuando en lugar de comparar la evolución agregada de la actividad y el empleo nos centramos en su dimensión en términos per cápita. En el mismo periodo de cuatro años y medio en el que el PIB ha crecido un 4,7% acumulado, la población lo ha hecho en un 3%, lo que rebaja el crecimiento del PIB per cápita al 1,7%. El PIB por ocupado de la EPA se encuentra un 1,2% por debajo de su nivel prepandemia y los salarios reales han perdido poder adquisitivo.
¿Qué papel cree que juega el seguro de crédito en este momento de incertidumbre y perturbación del riesgo de crédito?
En general, cuanto mayores son las incertidumbres y los riesgos mayores son las razones para contratar un seguro. Las incertidumbres sobre tensiones geopolíticas y sobre las políticas económicas en las distintas economías, y sus efectos sobre el comercio internacional son enormes. Los mercados pueden verse sometidos a muchos vaivenes, que los seguros de crédito y a la exportación tratan de acotar en caso de que se materialicen los escenarios de riesgo.