Usted ha sido corresponsal en Bruselas durante los últimos años, lo que le ha proporcionado una visión especialmente cercana de los principales acontecimientos europeos. ¿Cuáles han sido los mayores hitos económicos en 2018?
2018 ha sido el año en el que los mercados han sido conscientes del riesgo político: el Brexit y la posibilidad muy real de que se produzca el escenario más disruptivo posible, el de un no-acuerdo; la política comercial de Donald Trump, que puede abocar al mundo a una guerra comercial con China; la posibilidad de que el gobierno nacionalpopulista italiano desestabilice lo que sigue siendo la tercera economía de la zona euro… Y todo ello acompañado por una falta de liderazgo europeo. Ni la canciller Angela Merkel, que ya ha anunciado que éste será su último mandato, ni Emmanuel Macron, maniatado por los problemas domésticos son capaces de ponerse al frente y liderar una respuesta común a los desafíos de 2019. A todo ello hay que añadir los problemas inherentes de la fase del ciclo económico en el que estamos, tras varios años de expansión, y a la retirada de los vientos de cola.
Qué dificultades ha encontrado para transmitir a sus lectores las últimas causas y consecuencias de estos acontecimientos?
El principal problema, en mi opinión, es que, por obligaciones de los formatos periodísticos y del ritmo informativo, habitualmente contamos cada una de estas crisis como si fueran compartimentos estancos. Pero en realidad, son temas que están muy interconectados, con vasos comunicantes por todos lados. Muchas veces, en las crónicas periodísticas y reportajes de urgencia que elaboramos, es complicado dar esa imagen general, ese “big picture” que dicen los anglófonos.
Y en este contexto, ¿qué papel está jugando internet en la difusión de conocimientos económicos y en el debate público?
Internet está jugando un debate fundamental en la difusión del conocimiento económico. El problema es que la tecnología ayuda a difundir tanto el conocimiento bueno como el malo. Twitter o Facebook no discriminan, y no creo que puedan discriminar sin meterse en un buen lío, entre divulgadores buenos y malos. Hay ciertos límites que sí pueden imponer, como los mensajes de odio, la incitación a la violencia, etcétera, pero ir más allá es un terreno muy, muy, muy espinoso y que choca directamente con la libertad de expresión. Además, tampoco sería bueno para la evolución del conocimiento, que se nutre muchas veces de visiones contrapuestas de un mismo asunto.
A su juicio, ¿qué problemas internacionales afectarán en mayor medida a España durante 2019?
Brexit es para mí el principal problema. En la edición de Fitur de este año entrevistamos en El Confidencial a Gabriel Escarrer, CEO de Meliá Hoteles, y nos desveló que tiene un plan de contingencia preparado en caso de un Brexit duro; y este plan contempla una caída del 20% de los turistas británicos a España por culpa de una depreciación de la libra y la pérdida de su poder adquisitivo. Esto, traducido a cifras supone que 3,6 millones de turistas británicos dejarán de visitar el país este verano. Es imposible suplir esa demanda en tan corto espacio de tiempo sin tirar los precios. Al margen de esto, el principal problema de España no es tanto la posibilidad de que la incertidumbre internacional acabe provocando una recesión, sino que el margen fiscal que hay para reaccionar ante esta eventualidad es muchísimo más estrecho que hace diez años. España entró en la crisis anterior con una deuda del 35 al 40% del PIB. Ahora, de producirse una recesión, lo haría rondando el 100%.
¿Cómo prevé que evolucione la economía española en 2019?
Confío en que siga creciendo, probablemente por encima de la media y por encima del 2%. Pero si se produce un susto gordo con el Brexit o al Gobierno italiano se le va de las manos el pulso con Bruselas y el ‘Italexit’ se ve como una posibilidad real, no hay que descartar un impacto muy negativo en las perspectivas de crecimiento económico.
¿Cómo ve el panorama empresarial y la internacionalización de las pymes españolas durante este año?
El contexto va a ser mucho más desafiante que otros años. No es lo mismo exportar a unos mercados en crecimiento económico que a otros en recesión o con cifras de crecimiento muy inferiores. La última revisión a la baja del PIB estimado de 2019 y 2020 del Fondo Monetario Internacional nos dice precisamente eso: el mundo crecerá menos de lo que creíamos en los próximos años y es inevitable que esto se vea reflejado en las condiciones en las que las empresas podrán exportar.