Miguel Sebastián

Profesor de Economía de la Universidad Complutense de Madrid e investigador del ICAE

“2023 es un escenario binario, será blanco o negro, sin grises intermedios”

“La horquilla de crecimiento de 2023 es amplísima: o se alcanza algún acuerdo con Rusia y se termina la crisis energética o nos metemos en una escalada imprevisible”

Por Javier Labiano

Algunos expertos apuntan que, tras el alivio del turismo en verano, en otoño empeorará la economía española, ¿está de acuerdo?

Todo va a depender de la evolución de la Guerra de Ucrania y sus consecuencias, que son fundamentalmente los precios de la energía, sobre todo del gas y del petróleo. El año pasado ya vivimos el 20 de septiembre el inicio de esta crisis energética, con el corte de suministro de gas de Rusia a Ucrania, justo en la víspera del otoño. Y este año es posible que ocurra algo parecido, pero en este caso sería un corte de suministro a toda Europa, lo que tendría unas repercusiones muy negativas, no solamente en la industria sino en el conjunto de la evolución económica. Habría unos países más afectados que otros, pero el tema nos importaría a todos por la subida del precio de la energía que supondría.
 

¿Estaríamos realmente entonces en riesgo de recesión?

Sí, ese es el principal riesgo, que haya un corte de suministro que provoque racionamiento energético y que, además, genere una subida de la inflación mayor de la que se espera que obligue al Banco Central Europeo a reaccionar más de lo que estaba previsto.

 

¿Qué nuevas medidas económicas deben ponerse en marcha de forma urgente en España para salir de la crisis?

Yo creo que hay que trabajar en dos direcciones. Una sería un buen plan de ahorro energético. No olvidemos que nosotros, además de la subida de los precios, estamos teniendo una pérdida de renta por el PIB que se nos va en forma de subida del coste de las importaciones de energía a los países productores. Para compensar esa pérdida de renta, necesitamos ahorro energético, lo que además enfriaría la inflación. La otra gran medida que tenemos que poner en marcha es el pacto de rentas, para evitar efectos de segunda ronda de la inflación que se trasladen al sector servicios vía salarios y que generen una espiral inflacionista. El pacto de rentas es muy importante y ya se experimentó en España en 1977 con los Pactos de la Moncloa, en los que todos los partidos políticos, no solamente el gobierno y los sindicatos, lo apoyaron. Entonces se atajó la espiral inflacionista muy rápidamente, solamente cambiando una cosa muy importante, que fue la revisión salarial y de los precios y rentas en función de la inflación esperada y no de la inflación pasada. Ese fue sin duda el gran cambio estructural qué quebró entonces las expectativas de inflación.

 

Los ministros de Economía y Finanzas de la eurozona han pedido protección para los más vulnerables. ¿En qué actuaciones debería traducirse esta propuesta?

Evidentemente, hay que proteger a los receptores del ingreso mínimo vital y hacer este más extensivo. Ampliar el bono social eléctrico y energético. Y la congelación del precio de la bombona de butano también me parece correcta, aunque no me gustan los controles de precios, pero en este caso creo que está justificado. Y, por supuesto, la subida de las pensiones mínimas y del salario mínimo. Todo lo que lleve la palabra mínimo debería apoyarse. En cambio, no me gustan las medidas de subsidio y subvención generalista, como los 20 céntimos de la gasolina y gasóleo que, aparte de ser una medida muy costosa, unos 6.000 millones de euros al año, es muy regresiva y negativa para el medio ambiente y para el ahorro energético. Habría que apoyar el transporte público gratuito.

 

¿Qué otras medidas, además de las fiscales, son necesarias frente a una situación energética más complicada en otoño?

Como decía antes, las medidas son fundamentalmente de ahorro energético. La Agencia Internacional de la Energía, de la que yo me fío bastante, lleva meses alertando. Creo que hay que hacer ya un plan y ponerlo en marcha a partir de septiembre, sobre todo teniendo en cuenta ese riesgo nada desdeñable del corte de suministro de gas por parte de Rusia.

 

¿Hasta cuándo podría seguir desbocada la inflación en nuestro país?

No hace falta que bajen los precios de la energía para que se reduzca la inflación, basta con que se estabilicen. Si los precios de la energía bajaran, la caída de la inflación sería más rápida, pero en cualquier caso todo va a depender, como decía antes, de la evolución de la guerra y de las medidas que tome Putin con respecto al gas y al petróleo, así como de los efectos de segunda ronda a los que antes me refería.

 

Teniendo en cuenta todo ello, ¿en qué horquilla podría moverse el crecimiento de la economía española en 2022 y 2023?

Como quien dice, 2022 es un año que ya está prácticamente cerrado. Nos queda el verano, que va a ser bueno no solamente por el turismo internacional sino también por el nacional. Buena parte del turismo nacional que solía salir fuera se va a quedar en España por múltiples motivos, y a ello también ayudará la debilidad del euro. Para 2023, la horquilla de crecimiento de la economía es muy amplia porque nos encontramos ante un escenario binario, que puede ser blanco o negro, sin grises intermedios. O bien todo se arregla a final de este año, con algún tipo de acuerdo con Rusia, y se termina la crisis energética; o bien nos metemos en una escalada de consecuencias imprevisibles en los precios de la energía, racionamiento energético e impacto sobre la industria y el consumo. Por lo tanto, la horquilla para el 2023 es amplísima. Mientras que en 2022 el crecimiento puede estar en torno al 4% porque vamos a tener un buen tercer trimestre y nos quedaría el cuarto que podría complicarse en el caso de que se diera un escenario negativo. Pero la clave va a ser 2023, tanto en crecimiento como en inflación.

 

¿Qué papel cree que juega el seguro de crédito en este momento de incertidumbre y perturbación del riesgo de crédito?

No estamos en una situación como la de 2008, con una crisis financiera y de crédito internacional muy importante, pero yo creo que en tiempos de incertidumbre es lógico que haya un mayor apetito por cubrir el riesgo de crédito. Y entiendo que eso irá al alza porque también lo hará la morosidad que, aunque ahora está en niveles razonables, lo normal es que, a medida que haya un mayor deterioro económico después del verano, suba y, por tanto, el riesgo del crédito también aumente. Asegurarlo puede ser una buena opción, una opción muy interesante.