Juan Torres López

Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla

“Las perspectivas económicas de 2022 no son buenas”

El seguro de crédito es una clave de bóveda, si no existiera habría que inventarlo”.

Por Javier Labiano

¿Qué perspectivas económicas maneja para 2022?

No muy buenas. La inflación no me parece que se vaya a detener. Los problemas de suministro van a seguir y los costes energéticos no creo que bajen, porque los problemas geoestratégicos pueden agravarse. Además, nadie puede descartar que haya otras olas de pandemia, generando así más incertidumbre. Desgraciadamente, las herramientas con las que cuentan los bancos centrales y los gobiernos son muy limitadas para hacer frente a este tipo de problemas. Y no se han atendido los desjustes estructurales que se habían manifestado ya antes de la pandemia. El sistema financiero sigue siendo una bomba de relojería debajo de la silla.

 

¿En qué políticas debe basarse el aumento de la productividad en España?

La productividad no es un milagro que caiga del cielo. Aumenta cuando es necesario o, casi mejor dicho, cuando resulta una estrategia imprescindible, sin la cual es imposible sobrevivir. Si las empresas son conformistas, si tienen mercados cautivos porque no hay competencia y, por supuesto, si se destruye la industria y nos especializamos en servicios de bajo valor, pues la productividad se estanca o no crece suficiente. Lo que también puede ocurrir, por otro lado, cuando sus beneficios se concentran demasiado y se dedican a la actividad financiera no productiva. Sabemos perfectamente qué no la aumenta: los bajos salarios y las condiciones de trabajo precarias; la falta de inversión en investigación por parte de las empresas y el Estado; y la especialización en servicios de bajo valor añadido. Sin inversión es materialmente imposible disponer de recursos que aumenten la productividad; con devaluación salarial constante no hay incentivos para lograr que aumente; y para crear servicios de bajo valor no hace falta. 

 

¿En qué sectores se encontrarán las empresas más dinámicas del futuro?

Me parece que uno de los cambios que trae consigo la pandemia es que va a imponer una necesidad de mayor dinamismo e innovación en todos los sectores. Piénsese, por ejemplo, en sectores tradicionalmente, digamos, conservadores como el comercio, el turismo, la restauración... no van a poder salir adelante sin adelantarse a las circunstancias, sin aprender a ir por delante, sin cambiar constantemente y sin dejarse llevar por lo fácil, sin más dinamismo. Con independencia de eso, lógicamente, habrá sectores que irán por delante, los vinculados a las nuevas tecnologías, la automatización, creo que también los que tengan que ver con servicios a la vida en el hogar en un sentido amplio, los del ocio y, ojalá también, que los puramente industriales. Creo igualmente que nos encontramos a las puertas de una nueva revolución de la logística y del tratamiento de la información y los datos.

 

¿Sobre qué bases debe sustentarse la recuperación económica? 

En términos ideales, yo creo que no habrá una recuperación sólida si no se aprovecha esta crisis y los recursos disponibles para reindustrializar y fortalecer el mercado interno, y si no detenemos la desvertebración que venimos sufriendo. Es imprescindible generar más competencia en los mercados y contrapesar, si se me permite la expresión, el efecto muy dañino que tienen grandes empresas que viven de su poder político. Y me parece fundamental que se dispusiera de un sector financiero dispuesto a hacer lo que tiene que hacer y no está haciendo: asistir a la actividad productiva y no ponerle todavía más dificultades. No se quiere hablar de eso, pero lo cierto es que el sector financiero se ha convertido en una carga en lugar de ser un respiradero de las empresas y los hogares. Tampoco se quiere hablar públicamente de algo esencial que está lastrando la actividad empresarial y económica en general en España: el diseño que se le dio a la zona euro nos condena inevitablemente a desindustrializarnos y a endeudarnos cada vez más. También me parece fundamental que se vayan preparando planes de contingencia ante el problema de deuda que se nos vendría encima si comienzan a subir los tipos de interés. Finalmente, creo que en España hace falta menos cainismo y más lealtad. Ni en medio de una pandemia en la que morían personas de todas las ideologías se ha dejado a un lado la crispación, las malas formas, el insulto, el enfrentamiento gratuito. La confianza, la estabilidad, la seguridad, la paz social o, al menos, el enfrentarse a los conflictos sin tratar de enervarlos aún más creo que también es muy importante para la economía, para las empresas y, en general, para todos los sujetos que están implicados en la creación de riqueza.

 

¿Qué papel cree que juega el seguro de crédito en este momento de incertidumbre y perturbación del riesgo de crédito?

El seguro y el crédito, cada uno por su parte, son dos elementas fundamentales de la vida económica. El crédito porque nos permite mirar al futuro y hacer cosas por adelantado; el seguro porque el riesgo es lógicamente un freno que puede llegar a paralizar la vida económica, no solo a nivel individual sino global, cuando no se internaliza adecuadamente. Por tanto, el seguro de crédito es una especie de clave de bóveda que los sostiene. Si no existiera habría que inventarlo, y mucho más en los tiempos tan complicados y singulares en que vivimos.

 

En este contexto ¿cómo se puede conseguir que la aplicación de los fondos europeos tenga una visión amplia y no cortoplacista?

Con un gobierno valiente que actúe con transparencia y sea capaz de enfrentarse a tantos intereses creados como están merodeando para meter la cuchara. Me consta que, en algún momento, desde Moncloa se hizo lo contrario, ofrecer el botín a los mismos de siempre. Y también aprovechando la ocasión para establecer nuevos y eficaces sistemas de control y rendición de cuentas. Creo que debería haberse creado algún tipo de instancia realmente independiente que vigile y ponga las luces largas. 

 

¿Cómo pueden participar las pymes en el reparto de estos fondos, sin que la complejidad y burocratización de los procesos supongan un escollo insalvable? 

La complejidad y burocratización no son necesarias. En realidad, son condiciones ventajosas para las grandes empresas que pueden influir políticamente. Las que, como reconoció el ministro Soria, llegan al ministerio con los decretos ya escritos. La mejor forma de lograr ese objetivo tan trascendental es que exista una especie de lugar de poder de las pymes. Y, en el caso concreto de estos fondos, pues creo que se debería haber dado a su representación un espacio específico, haber abierto programas singulares, creando por ejemplo nuevas formas de cooperación entre las empresas y el Estado e, idealmente, con el sector financiero, aunque para ello lo más deseable hubiera sido disponer de una banca de interés público específicamente dedicada a financiar o cofinanciar a las pymes.

 

Y en un momento de gran cambio, volatilidad e incertidumbre como el actual, ¿cómo se pueden aprovechar las oportunidades que surjan?

En primer lugar, abordándolas sin miedo y como una salida para los problemas, como una especia de afortunada vía de escape. Huyendo del conservadurismo, del temor y la aversión al cambio. El desapego también es importante en el mundo de los negocios y las empresas. Cuando todo está cambiando a nuestro alrededor es iluso empeñarse en seguir ocupando la misma posición de siempre y conservar las condiciones anteriores, por muy fuertes que nos hayan hecho. Hay que aprender a pensar al revés, a poner luces largas y a entender que a nuestro alrededor todo es complejo y no valen, por tanto, las soluciones lineales. Y, finalmente y aunque esto sorprenda, hay que aprender a competir cooperando y a cooperar compitiendo, generando un ecosistema favorable al conjunto de los negocios, en lugar de destruirlo pensando que lo ideal es que cada cual salga adelante con sus propias fuerzas o recursos. No hemos aprendido a valorar y gestionar lo común y eso nos está pasando una factura formidable.