Juan Torres López

Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla

“Competir sólo mediante precios es pan para hoy y hambre para mañana”

"Se necesita cooperación, empatía, complicidad, sacrificios comunes, liderazgos sólidos, coherencia y proyectos bien definidos"

Por Javier Labiano

En la última edición de su libro “Introducción a la economía”, usted hace referencia a las grandes consecuencias de la reciente crisis económica. ¿Cuáles serán las más difíciles de superar?

Creo que la peor consecuencia es, en realidad, que no se ha dado solución a los problemas que, a mi juicio, produjeron la que acabamos de pasar. Entre ellos, la libertad de movimientos para realizar operaciones financieras que son extremadamente peligrosas y que producen una inestabilidad muy grande y permanente. Los estudios empíricos muestran, sin ningún lugar a dudas, que el número de crisis financieras está plenamente correlacionado con esa ausencia de límites a la especulación y la innovación financiera improductiva.

No se han establecido tampoco normas adecuadas que eviten el riesgo sistémico que supone el sistema bancario internacional cuya ganancia proviene de la generación de deuda. Más bien al contrario, al hacerse más poderosos y grandes, los bancos son aún más peligrosos que antes. Otra consecuencia asociada a la anterior es el crecimiento de la deuda global, que es el otro nombre del negocio de la banca: ha aumentado unos 60 billones de dólares desde 2007. Esa es una bomba de relojería que estallará sin duda ninguna.

Otra consecuencia es que, como se ha utilizado la crisis para reforzar el poder de negociación de las grandes empresas, se han deteriorado las condiciones laborales y salariales. Además de otros efectos socio-personales, eso debilita los mercados internos y refuerza a la deuda como motor de las economías. Por último, y como consecuencia de todo lo anterior, está aumentando la desigualdad y eso también nos pasará factura en los próximos años.

¿Siguen predominando las debilidades en estos momentos o se ha fortalecido suficientemente la economía española para no temer una vuelta atrás? 

Hablar de la economía en términos globales es aventurado. En nuestro caso, se han reforzado unos sectores, empresas o grupos sociales y se han debilitado otros. En balance, creo que hemos sobrevivido, pero a costa de ser a partir de ahora una economía mucho más vulnerable: nuestro sistema financiero será mucho más ineficiente, costoso y generador de riesgos.

Hemos tirado por tierra los avances de 30 años en nuestro sistema de I+D+i y eso hará que nuestras empresas y, en general, nuestra capacidad de generar valor añadido, se resientan. Nuestras familias comienzan a endeudarse de nuevo y hemos echado a perder casi una generación entera.

De cara al futuro, propone aumentar la productividad y fortalecer un mercado interno que permita subir salarios. ¿Qué condiciones se tienen que dar para ello?

De muy diverso tipo. Ni los salarios ni la productividad se pueden subir por decreto. Se necesitan incentivos, acuerdos, sacrificios compartidos, poderes más equilibrados entre los sujetos que tienen que generar la riqueza. Hay que abrir o reforzar nuevos sectores de actividad y mejorar nuestro marco normativo.  Yo creo, efectivamente, que si bien es imprescindible abrirse lo más posible a los mercados exteriores esto no se puede hacer con éxito sin tener una buena base endógena. Aprovechar mejor los recursos públicos.

Y también se precisan cambios culturales: tenemos que deshacernos de la cultura de que las cosas nos vienen dadas, aprender a crear empresas más que a hacer negocios rápidos casi siempre aprovechando las decisiones políticas. Combatir el fraude. Creo que es imprescindible una batalla a muerte contra la corrupción. Y necesitamos recuperar las palancas de decisión sobre la apropiación del valor añadido: estamos produciendo para que se lo lleven otros.

¿Cómo cree que se comportarán este año las principales cifras macroeconómicas en España?

Creo que estamos en una cierta ralentización. Como no hemos aprovechado la crisis para reforzar estructuralmente la economía estamos condenados a salir de ella como de puntillas. Vivimos, además, en una paradoja. El gobierno hace continuas concesiones de gasto y eso hace que la economía salga adelante, pero como el motor que nos mueve es la deuda resulta que nuestra mejora conlleva un empeoramiento, en el sentido de que nos hace más vulnerables a medio plazo.

No quiero ni pensar lo que nos pasaría si, por alguna circunstancia, subieran considerablemente los tipos de interés. Es verdad que nadie sabe lo que va a suceder con ellos y el gobierno juega con eso, pero tampoco se puede descartar. Las economías son cada día más volátiles y puede pasar cualquier cosa. Y si pasa.... tendremos problemas.

¿Qué acontecimientos internacionales podrían influir en mayor medida en la recuperación de nuestro país durante 2018?

Hay factores de inestabilidad de carácter externo y otros internos. Entre los primeros, la situación financiera mundial: en cualquier momento puede estallar un problema en cadena. Tampoco creo que se puedan descartar crisis localizadas de deuda que si se enganchan unas con otras podrían crear problemas. Y no se puede olvidar que la situación político-estratégica es muy complicada. Yo creo que estamos en plena mutación hacia un régimen de menos contrapesos institucionales, con poderes más ajenos cada día más de los controles democráticos y eso hace que aumenten los riesgos de fracturas pero en un contexto cada vez más imprevisible ¿Son previsibles en 2018? Nadie los sabe, pero están ahí. Y si se debilita nuestro entorno, nos veremos afectados.

Para que una economía funcione bien se necesita cooperación, empatía, complicidad, sacrificios comunes, liderazgos sólidos, coherencia, proyectos bien definidos y compartidos… y no veo a mi alrededor nada de eso, salvo en casos verdaderamente excepcionales.

¿Qué cambios se han producido durante la última década en el comercio exterior?

El principal creo yo que ha sido que muchas empresas tuvieron que salir al exterior cuando la crisis les hizo mella y eso ha producido un gran cambio de cultura y estrategia empresarial, no solo en las propias empresas sino en su entorno. Nuestras exportaciones han crecido diez veces más que las importaciones y eso no afecta solamente al saldo comercial. Es positivo, por un lado, puesto que nos proporciona ingresos y ahorro, pero también indica que estamos produciendo para el exterior, lo que al fin y al cabo significa que los españoles nos apropiamos en menor medida del fruto de nuestro esfuerzo.

Siguen siendo todavía pocas las empresas que recurren a los mercados exteriores y, lo que quizá sea más importante, nuestras exportaciones siguen teniendo una gran componente de inputs importados. Otro lastre estructural que no hemos arreglado. El puesto que ocupamos en el "índice de complejidad", el grado de conocimiento que contienen nuestras exportaciones y nuestra economía en general sigue bajando, prácticamente sin cesar, desde el año 1966, y casi la mitad de nuestras exportaciones van sólo a cinco países: Alemania, Francia, Portugal, Reino Unido e Italia.

¿Qué consejos daría a las empresas que quieran aprovechar estos cambios para impulsar su estrategia más allá de nuestras fronteras?

Yo creo que tratar de competir sólo mediante precios es pan para hoy y hambre para mañana. Hay que invertir en innovación y hacerse fuerte a base de generar novedad y valor añadido.

¿Qué sabe del seguro de crédito y del papel que ha jugado en la crisis?

El seguro de crédito es, como todos los seguros, un buen instrumento para hacer frente al riesgo. Pero como ocurre también con todos los seguros, lo mejor es tratar de disminuir el riesgo y sabemos que eso se puede lograr. Cuando el riesgo asociado a la actividad económica supera niveles razonables me temo que los seguros terminan por ser un tratamiento paliativo de baja intensidad e insuficientes.