Juan Ramón Rallo

Economista y profesor universitario

“Las empresas deben buscar sectores internacionalizables y que funcionen en medio de una pandemia”

"Estamos en un momento de altísima incertidumbre en el que el seguro de crédito es fundamental"

Por Javier Labiano

¿La segunda ola del coronavirus está paralizando, de nuevo, la producción y el consumo en España?

Sí que se ha notado, sobre todo, en el turismo y el gasto extranjero. Las estadísticas recientes del Banco de España acerca de este sector son devastadoras, especialmente las de agosto. En julio se había apreciado una recuperación con respecto a los meses anteriores, tanto de visitantes como de gasto y búsqueda de destinos, pero en agosto se volvió a derrumbar todo. Además, el propio Banco de España y Funcas han revisado sus previsiones teniendo en cuenta que la economía se está parando de nuevo o, al menos, que la recuperación se ha ralentizado. Todavía no tenemos muchos indicadores adelantados que nos muestren esa parálisis, pero sí hay uno relevante que nos ofreció recientemente José Luis Escrivá, que es el ritmo de salida de los ERTE. En mayo y junio, cuando íbamos avanzando fase tras fase, entre 35.000 y 40.000 personas al día salían de ellos, mientras que en agosto la cifra bajó de 10.000 y en las dos primeras semanas de septiembre estamos por debajo de 6.000. No es que la recuperación se haya paralizado en seco, pero la reactivación de la economía está siendo menos intensa de lo que se preveía. Desde luego, si se descontrolara abiertamente la pandemia, lo que abocaría a nuevos confinamientos, sí habría posibilidad de retroceso con respecto a lo que originalmente se pronosticaba.

¿Cómo podría impactar la actual incertidumbre en el resto de datos macroeconómicos?

Dar pronósticos específicos de cuánto va a crecer el PIB o la tasa de paro es muy aventurado, debido al elevado grado de incertidumbre que existe. Yo me acojo al comodín de las previsiones del Banco de España, que las va revisando y las ha ido empeorando. Lo que más me preocupa son las cifras de deuda pública, porque vamos a terminar claramente por encima del 120% del PIB en 2020, y probablemente del 125%. Esto pone de manifiesto el escaso margen financiero que va a tener el Estado para afrontar cualquier otra crisis que venga, no digamos ya si la segunda ola del coronavirus es devastadora y requiere medidas similares a las de la primera, o si vinieran terceras o cuartas olas. Más allá de que ahora se paralice la recuperación, el problema es que la trayectoria que se puede abrir antes nosotros es tremendamente incierta, no ya por la pandemia sino por el endeudamiento público resultante.

¿Cuántos años de austeridad necesitaremos para reducir esa deuda pública a los niveles anteriores a la crisis?

La Airef calcula que harán falta 20 años de austeridad, entendiendo por austeridad diez años de ejercicio de reducción del déficit primario, y luego diez años de equilibrio presupuestario. Eso para conseguir, con un crecimiento económico y una inflación en torno al 2%, rebajar en el año 2040 la deuda pública a los niveles previos a la pandemia. Pero en el cálculo se consideran una serie de supuestos que se pueden dar, pero también no dar. Un componente crítico para hacer este tipo de proyecciones es el tipo de interés medio de la deuda, que en parte responde a dinámicas de profecías autocumplidas. Si creemos que la deuda va a seguir siendo sostenible y no hay inversiones alternativas atractivas para los inversores, probablemente el tipo se mantendrá bajo. Pero como empiece a cundir el miedo de que la deuda no se va a poder pagar, y el tipo se dispare, entonces la propia subida de éste hará que la deuda sea insostenible. Es un escenario de equilibrios múltiples.

Para el conjunto de la economía y en función de la evolución del virus, ¿qué escenarios se plantean para 2021?

Creo que se sigue confiando demasiado en la vacuna. Aunque haya una a principios de 2021, lo cual está por ver, no significa que vaya a ser inmediatamente escalable, accesible y eficaz para todo el mundo. Obviamente, si llega pronto una vacuna que se pueda producir en masa, que resulte eficaz para todo el mundo y que dé lugar a una inmunidad permanente, sería el mejor escenario posible. Y si estuviera a principios de 2021, la recuperación sería muy intensa en la segunda mitad de ese año. Pero creo que, por desgracia, ese no va a ser el escenario base, por lo que tendremos que trabajar para adaptarnos a convivir con el virus sin que éste se descontrole. Que eso se logre o no dependerá mucho de la eficacia de nuestros dirigentes a la hora de articular un sistema de prevención de contagios realmente eficaz, y en eso han fracasado estrepitosamente en esta segunda ola.

¿El encarecimiento de la financiación empresarial a corto plazo puede estrangular financieramente a muchas empresas?

No tanto el encarecimiento de la financiación, que también, sino fundamentalmente la parálisis o la no recuperación. Estar sin un nivel normal de ingresos, además de haberte sobreendeudado para afrontar los meses anteriores, es lo que te estrangula. Y si además sube el tipo de interés, tu situación empeora. Algunos hemos venido hablando de que uno de los peligros de la pandemia, al menos en un principio, era que el shock de oferta y demanda derivara en una crisis financiera, pero de momento ese temor no se ha materializado. No obstante, los meses van pasando con la economía a medio fuelle, con más deuda, y con tipos que empiezan a crecer. Ese va a ser un escenario a tener muy en cuenta para 2021.

En 2019 hubo una guerra comercial entre China y Estados Unidos, que afectó a la internacionalización de las empresas españolas. ¿Qué secuelas han quedado de aquello?

Han quedado secuelas más políticas que empresariales. Una de las principales es que el gobierno chino se ha dado cuenta de que sus socios comerciales tradicionales, entre ellos Estados Unidos, no son confiables. Hasta ahora, pensaba que podía depender de los suministros exteriores y especializarse en determinados campos, pero se ha dado cuenta de que esto le coloca en una situación de gran fragilidad, porque en cualquier momento podría quedar desabastecida. En ese sentido, ahora estamos viendo una tendencia hacia la desglobalización. China está buscando un mayor autoabastecimiento en sectores estratégicos para depender menos de los suministros exteriores, y otros países van a tender a hacer lo mismo.

En esta nueva situación, ¿cómo pueden las empresas españolas mantener sus estrategias de internacionalización?

En primer lugar, buscando sectores que sean efectivamente internacionalizables y que funcionen en medio de una era de pandemia. Y, luego, tratando de asegurar mercados que tengan una estabilidad institucional en las relaciones comerciales mayor que la que hemos visto en otros casos. De momento, la Unión Europea no parece que se vaya a romper y degenerar en una guerra arancelaria; Estados Unidos es menos fiable de lo que parecía, pero aún se puede confiar relativamente en este país; y, luego, hay que replantearse en qué mercados asiáticos se puede operar con cierta tranquilidad de cara al futuro. También hay que tener en cuenta la relación sector-mercado. Hay sectores en mercados extranjeros que, probablemente, no van a ofrecer ningún tipo de peligro de rearme proteccionista, porque no se consideran estratégicos o no se quieren proteger. Pero en otros estratégicos, que dependan de suministros extranjeros, te puedes encontrar con cierres comerciales en cualquier momento.

¿Qué papel cree que juega el seguro de crédito en este momento de incertidumbre y perturbación del riesgo de crédito?

Claramente, estamos en un momento de altísima incertidumbre, en el sentido más puro del término. Ni siquiera somos capaces de conocer las probabilidades de los escenarios futuros a los que nos enfrentamos, por lo que hay un desconocimiento total de lo que puede pasar. Necesitamos herramientas que nos permitan reducir esa incertidumbre, la liquidez es una de ellas y el seguro, otra. Si queremos tener nuestros cobros asegurados, que es una forma de preservar nuestra liquidez frente a la capacidad de repago de nuestras deudas, el seguro de crédito, sobre todo el más relacionado con el momento de incertidumbre en el que nos encontramos, es fundamental.