Juan Ramón Rallo

Economista, decano de la Universidad de las Hespérides, profesor en IE University y colaborador de El Confidencial

“En un Brexit abrupto España experimentaría daños en el sector turístico y el del automóvil”

"Las bancarrotas empresariales han dejado muchos impagos por el camino y los seguros de crédito han sido indispensables"

Por Javier Labiano

La guerra comercial entre Estados Unidos y China está dañando el mercado bursátil americano y el conjunto de la economía. ¿Hasta dónde cree que puede llegar este deterioro económico?

Está claro que las más perjudicadas serán las economías más integradas en la globalización y, en este caso, las más expuestas somos las europeas, fuertemente exportadores fuera de la Unión Europea. Estados Unidos está sufriendo e, incluso, su actividad manufacturera está en contracción, pero también es cierto que se trata de una economía menos abierta al exterior, esencialmente porque tiene un amplísimo mercado interno, que además es muy competitivo. Por lo tanto, el daño que de momento está recibiendo no es tan grande como el de las economías europeas. Aun así, vemos que está sufriendo, tanto si nos fijamos en su crecimiento económico agregado, el aumento del PIB, como si nos centramos en el ámbito manufacturero o en la evolución de sus importaciones y exportaciones. De hecho, en términos relativos, éstas últimas se están contrayendo, incluso, más que las de China. ¿Hasta dónde puede llegar este deterioro? Al final, aunque haya economías más o menos integradas, todos dependemos directa o indirectamente de la globalización. Y una desglobalización consistente, una ruptura total de las cadenas globales de valor, sería muy dañina y podría producir una recesión global.

Otra de las grandes amenazas es la situación del Reino Unido. ¿En qué se traduciría un Brexit abrupto y cómo afectaría a España la salida de la Unión Europea sin acuerdo?

Si por Brexit abrupto, duro y sin acuerdo entendemos que lleve aparejado un rearme proteccionista entre ambos bloques económicos, desde luego sería dañino para las dos partes. España no sería el país más afectado, pero sí experimentaríamos daño, tanto por el lado turístico como por el de nuestra industria automovilística. Por lo tanto, se trata de una amenaza seria, pero no tanto por un Brexit como proceso de separación política sino por lo que puede llevar aparejado, es decir, que se restablezcan altos aranceles y se generen efectos similares a los de una guerra comercial.

En otro orden de cosas, ¿cómo pueden presionar los gobiernos europeos al banco central para que éste lleve a cabo una política monetaria expansiva que relance el crecimiento de sus economías?

Los gobiernos tienen capacidad para hacerlo nombrando a agentes políticos. Al final, Christine Lagarde, a quien han escogido como nueva presidenta del Banco Central Europeo (BCE), no deja de ser parte de la élite política y, además, partidaria de una política monetaria muy expansiva. Aunque una institución sea formalmente independiente, no es lo mismo que se sitúe al frente de la misma a funcionarios de promoción interna que a políticos, que comparten la misma visión que otros políticos que no pueden entrometerse en la independencia de esta institución. De algún modo, ha habido una colonización de los órganos de gobierno del Banco Central Europeo por las élites políticas europeas y eso, al final, significa que la independencia es mucho más formal que material.

La confianza de los consumidores en la economía española se hundió en agosto hasta su nivel más bajo desde 2014, según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). ¿Por qué se han enfriado tanto las expectativas de la población?

Porque estamos en desaceleración y todo el mundo empieza a ver que en el futuro no va a haber una expansión o un ritmo de mejoría tan alto como el que teníamos hasta la fecha. Si en lugar de acelerar te desaceleras, y eso lo anticipa de un modo más o menos razonable el consumidor, sus expectativas empeoran.

A su juicio, ¿qué reformas estructurales necesita España para conseguir un crecimiento sostenible a largo plazo?

Hay muchas reformas necesarias. Entre ellas, seguir profundizando en la ley del mercado laboral para ganar flexibilidad y estabilidad en el empleo, y acabar con el empleo temporal facilitando la contratación indefinida. También una reforma del mercado inmobiliario que abarate la vivienda o, al menos, contenga la subida de los precios, tanto de compra-venta como de alquiler. Otra reforma es la energética que, al margen de la transición ecológica o la descarbonización de la economía, debe conseguir que el encarecimiento de la electricidad y del resto de fuentes de energía sea el menor posible. También está la reforma del sistema educativo, es decir, de la formación del capital humano, que está absolutamente politizado, burocratizado y desprovisto de cualquier competencia y soberanía por parte de los estudiantes. Hay una enorme cantidad de reformas por hacer, pero no se está acometiendo ninguna. Por no hablar de la reforma de la sostenibilidad financiera del Estado para que éste sea viable a medio y largo plazo.

¿Qué sabe del seguro de crédito y del papel que ha jugado en la crisis?

España ha atravesado por un periodo de contracción del crédito privado muy importante, que se ha traducido no solo en un desapalancamiento voluntario de las empresas, sino también en bancarrotas empresariales que han dejado muchos impagos por el camino. En ese contexto de crisis e impagos, los seguros de crédito -sobre todo de aquellas aseguradoras suficientemente solventes como para absorber esos impagos y, por tanto, cumplir con la promesa asociada a la póliza- han sido indispensables para que muchas empresas que, en caso contrario habrían estado expuestas a un riesgo financiero muy importante, pudieran capearlo y salir adelante.

Y en esta disyuntiva, ¿usted se muestra más optimista o pesimista?

Yo creo que, a largo plazo, el Brexit es una oportunidad de que se produzca un cambio de diseño institucional en Europa, que puede ser positivo si ambas partes lo aprovechan. Si la UE se da cuenta de que el club de países europeos no ha de mantenerse unido en función de su capacidad de amenazas, sino de su capacidad de seducción, de la conveniencia de pertenecer al mismo. Así, la situación se replantearía y no se forzaría a todos hacia una unidad política mucho más intensa. Aunque algunos miembros estén empeñados en avanzar a mayor velocidad, también debe aceptarse que otros quieran quedarse en una mera unión económica, arancelaria o aduanera. En este sentido, la reconfiguración institucional de Europa sería positiva, y la de Reino Unido también. Si este país aprovecha su salida de la UE para diferenciarse de ella, abrir mercados, liberalizar, bajar impuestos y desregular sería muy interesante y, además, eso presionaría también a Europa a adoptar medidas similares. Ahora, si el Brexit sirve para enfrentar económica y políticamente a ambos bloques, para colocar aranceles, restricciones y trabas, para una especie de guerra fría económica-comercial sería algo muy negativo. ¿Hacia dónde iremos? Pues yo creo que, aunque a corto plazo negocien a cara de perro, el interés de todas las partes es que haya un entendimiento mutuamente beneficioso y, por tanto, me gustaría ver que avanzamos en la primera dirección, no a corto que eso va a ser muy complicado, pero sí a medio y largo plazo.

¿Qué sectores están tirando más de la economía española en estos momentos?

Si atendemos a lo que nos dicen los datos de empleo y contabilidad nacional, estamos viendo que los sectores que tiran de la economía española son esencialmente aquellos vinculados con el consumo interno, es decir, construcción y servicios, o ciertos servicios. Porque, como hemos dicho antes, el mundo está en una etapa de desglobalización, fruto de la guerra comercial y del Brexit sin acuerdo o con rearme arancelario. Y eso lo que daña más es la producción de todas las mercancías que entran en el flujo comercial global. Por eso, la industria lo está pasando fatal en todos los sentidos y aquellos servicios más expuestos al exterior también. El turismo, en la medida en que no haya restricciones migratorias o similares, no está tan expuesto, pero la industria sí.

¿Cómo espera que se comporten los mercados financieros en lo que queda de año?

Las bolsas están bailando al son de las negociaciones comerciales y del Brexit. Por eso, hacer un pronóstico cuando es imposible prever qué va a hacer Xi Jinping (presidente de China) o qué va a pasar con Boris Johnson (primer ministro del Reino Unido) y la Unión Europea, sería muy osado. Como consideración general y para los próximos trimestres, habrá que tener en cuenta que, según se vayan acercando las elecciones presidenciales en Estados Unidos (noviembre de 2020), a Donal Trump le interesará una bolsa lo más alta posible. Y si quiere maximizar su probabilidad de reelección, tratará de destensar al máximo la situación con China, porque por mucho que le pueda rentar la carta proteccionista entre a su electorado, una bolsa muy debilitada en fechas preelectorales le haría mucho más daño.