Juanma López Zafra

Chief Data Officer en CUNEF

"Es fundamental que las empresas empiecen a plantearse en serio el acceso a fuentes de financiación no bancarias"

"Las empresas deben considerar cada vez con mayor responsabilidad el seguro como una inversión y no como un gasto"

Por Javier Labiano

Entre sus múltiples iniciativas, se encuentra la fundación de una consultora especializada en big data con estudios en juego, seguridad vial y cambio climático. ¿Qué podemos aprender de las estadísticas?

El mayor desafío al que se enfrentan hoy las empresas proviene de su capacidad para generar valor añadido a sus clientes, y con él al mercado y a la sociedad. Quien no entienda esta circunstancia no sobrevivirá en un entorno global en el que las barreras se acaban diluyendo y en el que el espacio y el tiempo desaparecen. Cierto es que vender en un país extranjero sigue siendo complicado, pero las dificultades de conocer a nuestros potenciales clientes han prácticamente desaparecido, y sobre todo se han abaratado hasta límites inimaginable hace sólo 10 años. Una de las principales fuentes de valor de las empresas, sin embargo, se encuentra en sus propios clientes. Ellos son los que la empresa debe cuidar, mantener, satisfacer.

Y la información sobre qué quieren nuestros clientes está escondida en las bases de datos. Dónde viven, a qué hora efectúan las compras, qué días de la semana, cuándo acceden a nuestro servicio de atención al cliente, a nuestro servicio postventa, con qué frecuencia, qué han comprado, quién lo ha comprado (un hombre, un mujer, un soltero, un joven…), cómo lo ha pagado… Todo está registrado en unos archivos que crecen de forma exponencial y que la mayor parte de las empresas, especialmente las pequeñas y muchas medianas, son incapaces de explotar por falta de tiempo, de recursos y de técnicos cualificados.

Siguiendo con las estadísticas, la población europea está sometida a un envejecimiento que hace difícilmente viable el mantenimiento de los actuales niveles de bienestar. ¿Cuáles son las medidas más urgentes para solucionar el problema?

Es un tema que me preocupa especialmente y al que he dedicado numerosos artículos en El Confidencial, el medio digital con el que colaboro de forma periódica. Efectivamente, el proceso de paulatino envejecimiento de la población europea supone un reto fundamental para el estado del bienestar del que nos hemos dotado en el viejo continente. Esta situación no es en absoluto nueva ni mucho menos triste; todo lo contrario, saber que viviremos muchos más años que nuestros mayores y en mejores condiciones físicas y mentales debe ser motivo de alegría para todos, también para los gestores públicos. Ellos, sin embargo, deben ser conscientes de los condicionantes que la situación plantea y no evitar enfrentarse a ello ahora que la solución sigue siendo posible.

Una población en la que en menos de 40 años quienes nazcan tendrán una esperanza de vida de más de 92 años, y donde a un jubilado actual de 65 años le quedará prácticamente la mitad de la vida por vivir. Una población que por otro lado se reduce, cuestión éste derivada de la menor tasa de nacimientos por mujer. Y una población en la que, de acuerdo con las proyecciones del INE, a partir de 2049 de cada 100 españoles, más de 95 serán dependientes de los menos de cinco que cotizarán. Las medidas para evitar la previsible quiebra de nuestro sistema de seguridad social no pasan por retrasar el acceso al mercado laboral hasta los 18 años como algunos proponen, ni por congelar la edad de jubilación, ni por añadir impuestos cada vez mayores a cada vez menos cotizantes, ni por evitar el acceso al mercado de los inmigrantes. Todo lo contrario. Son necesarias más personas que trabajen durante más tiempo y a la vez modificar el sistema actual de cotizaciones de los trabajadores.

Establecer el marco adecuado de prioridades sociales y descargar la factura impositiva son esenciales para mejorar el dinamismo de la actividad económica, y con ella de la sociedad. Facilidad de contratación, flexibilización, menos impuestos y la incorporación de los inmigrantes a nuestro sistema de derechos sociales y sanitarios mediante el trabajo son cuestiones que deben resolverse lo antes posible.

¿Están aprovechando las empresas españolas la devaluación del euro y la caída del precio del petróleo para conquistar nuevos mercados?

Sin duda. Durante estos meses de 2015 el Índice de Tendencia de Competitividad publicado por el Ministerio de Economía y Competitividad ha mostrado mejoras paulatinas frente a la UE28, a la OCDE y el conjunto de los BRIC. Hasta agosto pasado las empresas españolas exportaron por un total de 165.000 millones de euros, marcando un récord en la serie histórica y mostrando un progreso de casi el 5% frente al mismo período del año anterior. Destacan en esa cifra los bienes de equipo, y sin duda el sector del automóvil, con un incremento del 19% en términos interanuales.

Seguimos siendo muy dependientes de la Unión Europa, con más de un 60% del total exportado situado en esta zona; esto hace que nuestro superávit comercial con esta zona geográfica supere los 215 millones de euros. Creo que la firma del tratado de libre comercio con los EEUU (en fase de discusión actualmente) servirá para dinamizar aún más a nuestro sector exportador.

Sin embargo, si bien el precio del petróleo seguirá bajo durante parece que bastante tiempo, la devaluación del euro frente al resto de monedas es un mero parche que no será eterno y que no hace sino camuflar ciertos problemas que se dan en algunos sectores. La actividad productiva de las empresas, y con ella la de un país, no puede reposar sobre artificios monetarios que retrasen la adopción de decisiones que serán cruciales en un futuro inmediato ante la supresión de las trabas burocráticas y comerciales con nuestros competidores. Tengamos presente que actualmente sólo un magro 5% del total exportado se destina a los EEUU, y menos de un 7% a Hispanoamérica, volumen prácticamente idéntico al que África representa.

Las previsiones de crecimiento de China han vuelto a ser revisadas a la baja, del 6,9% de este año al 6,7% en 2016. ¿Qué consecuencias internacionales se producirán?

Debemos sospechar cuando un presidente se permite afirmar que el crecimiento de su país en los próximos cinco años no caerá por debajo del 6,5%, tal y como hizo el Sr. Xi Jiping el pasado 3 de noviembre. China ha sido la locomotora del comercio mundial en el pasado, abrazando prácticas modernas bajo un régimen de represión de libertades públicas. El control absoluto que el estado, y en particular el Partido Comunista, órgano que no puede separarse del anterior, ejercen sobre la actividad económica hacen que las cifras oficiales sean puestas en cuestión de forma permanente por los analistas internacionales.

La actividad del Banco Popular Chino (su banco central) en los últimos meses es preocupante. La inyección de liquidez en el sistema mediante una política de estímulos de varios billones de yuanes, por un lado, así como la salida de los mercados bursátiles de decenas de compañías (que tienen congelada su cotización para evitar situaciones de pánico como las que se vivieron el pasado mes de julio) hacen que las sospechas parezcan al menos fundamentadas. No podemos olvidar la importancia de China en el mercado internacional, así que esperemos que el enfriamiento sea pasajero.

El Banco de España señala que, a pesar de los avances, la economía española aún es vulnerable a un escenario de menor crecimiento de la zona euro y a un endurecimiento de las condiciones de financiación. ¿Está de acuerdo en este diagnóstico?

El Banco de España posee unos de los mejores departamentos de estudio no sólo de España sino de toda la Zona Euro, y en general este departamento ha mostrado su independencia del poder político, emitiendo informes de gran calidad. No cabe duda que, si como he señalado previamente, casi dos de cada tres euros exportados por nuestras empresas lo son a Europa y en concreto uno de cada dos a la Zona Euro, un menor crecimiento de nuestros vecinos de moneda acabará afectando a nuestra economía.

En cuanto al posible endurecimiento de las condiciones de financiación, es una consecuencia de las (imprescindibles) condiciones de solvencia que se aplican a las entidades de crédito, precisamente para tratar de evitar la posibilidad de una crisis que tanto ha costado a los contribuyentes. En ese sentido, es fundamental que las empresas empiecen a plantearse en serio el acceso a fuentes de financiación no bancarias, como los mercados de valores; el MAB, Mercado Alternativo Bursátil, sigue siendo, a pesar de los problemas por los que ha pasado, una magnífica opción.

¿Qué sabe del seguro de crédito y del papel que está jugando en esta crisis?

El seguro de crédito tiene una muy larga trayectoria en España, de más de 80 años, y sin duda es un instrumento muy importante en la cobertura de impago tanto en operaciones de importación como de exportación. Dicho claramente, una adecuada gestión del riesgo exige una cobertura profesional de todos los riesgos potenciales con las máximas garantías de experiencia y de solvencia. Con una tasa de retraso en los pagos y morosidad que supera el 40% en Europa, y unas tasas de impago superiores al 1%, es evidente que las empresas deben considerar cada vez con mayor responsabilidad el seguro como una inversión y no como un gasto.

Las primas en la actividad vienen cayendo de forma paulatina desde el comienzo de la crisis, cuando llegaron a representar casi el 20% del total del mercado nacional. Desgraciadamente, no parece que la mejora vaya a llegar de forma inmediata a esta actividad aseguradora tan importante para nuestras empresas. Es muy destacable la mejora que se ha producido en los últimos dos años cerrados en la siniestralidad, llevando a mejoras sustanciales del resultado técnico y del ratio combinado. Este último ha mejorado en 2014 nada menos que 30 puntos frente al año anterior, gracias sin duda a la importante caída de más de 25 puntos porcentuales en la siniestralidad.