Ha dedicado 30 años al análisis de la economía española. ¿Cuál es el momento más delicado que ha tenido que afrontar la economía española desde esa fecha?
En ese periodo, la economía española ha acometido cambios estructurales importantes, pero sin completar la construcción de los pilares que pueden garantizar un crecimiento sostenido y sostenible. Un episodio concreto que lo ilustra muy bien es el estallido de la burbuja inmobiliaria, seguido por la crisis de deuda europea entre 2010 y 2012. Tras una pérdida de empleo muy intensa durante varios años, con familias y empresas excesivamente endeudadas, con un sistema financiero en una posición muy precaria y dentro de una Unión Económica y Monetaria imperfecta e incompleta, la economía española se encontraba en una situación extremadamente crítica. La salida solo ocurrió gracias a un rescate financiero con financiación exterior y a una gradual recuperación de la competitividad, una vez se produjeron los ajustes salariales necesarios.
Entre sus principales áreas de investigación figura la economía laboral. ¿Qué cambios necesita España?
Hay mucho margen de mejora. Es necesario reformar la regulación para eliminar la dualidad contractual y la segmentación entre trabajadores indefinidos y temporales y ampliar la representatividad de los negociadores de los convenios colectivos. En el caso de las políticas activas de empleo, una mayor experimentación y evaluación de los programas de actuación en todas sus fases -antes, durante y después de su implementación- son urgentes e imprescindibles.
Hay estudios que indican que la movilidad laboral ha crecido en nuestro país durante el último año por encima de la media europea, ¿se trata de un efecto puntual producido por la pandemia o de una tendencia a largo plazo?
Creo que todavía es pronto para apreciar los efectos laborales de la pandemia. Es poco controvertido que causará un nuevo episodio de reasignación sectorial y ocupacional del empleo, por lo que muchos trabajadores tendrán que cambiar de ocupación. Y que puntualmente esa reasignación haya sido por ahora mayor en España no es sorprendente, puesto que los sectores y ocupaciones más negativamente afectados por la pandemia, como hostelería, restauración, turismo o actividades recreativas, tenían más peso que en otros países.
¿La crisis económica provocada por la pandemia del coronavirus está lejos de haber terminado? ¿Qué argumentos sustentan esta afirmación?
Los hay de dos tipos. Uno es que los soportes de las políticas económicas introducidos para minorar las consecuencias económicas del Covid-19 todavía siguen operando y habrá que ver qué ocurre cuando hayan de ser retirados. Tanto las políticas monetaria y fiscal de naturaleza macro como las ayudas a empresas o ERTE de naturaleza micro. En particular, habrá que ver en qué condiciones quedan la situación financiera de hogares y empresas y otros riesgos a la estabilidad financiera. Otro argumento apunta a que han surgido nuevas perturbaciones negativas que amenazan al crecimiento de la actividad económica. Si el aumento del coste de la energía y del precio del petróleo, y los problemas en las cadenas de suministro de materias primas y materiales persisten más allá del primer trimestre de 2022 podemos enfrentarnos a una segunda fase de la crisis.
¿Qué papel cree que juega el seguro de crédito en este momento de incertidumbre y perturbación del riesgo de crédito?
Obviamente, cuando, como ocurre en la actualidad, han aumentado la heterogeneidad en la situación financiera de los hogares y de las empresas y la incertidumbre sobre cómo va a evolucionar la actividad económica en los próximos meses, y las condiciones financieras pueden empezar a endurecerse, el aseguramiento del crédito es más necesario y puede evitar una cadena de bancarrotas que sería catastrófica en la situación actual.
Entonces, ¿qué perspectivas de crecimiento maneja en España para 2022 y 2023?
En 2022 continuará el rebote. Con esa inercia y la llegada de los fondos europeos es probable que el PIB crezca a tasas parecidas o ligeramente superiores a las de este año, alrededor del 6%. En 2023 continuará el empuje de los fondos europeos, pero serán necesarias reformas que favorezcan la creación de empleo y el crecimiento de la productividad para que el crecimiento del PIB supere el 3%.
¿Cómo cree que se comportará el consumo y el ahorro durante el próximo año?
El consumo aumentará, pero no tanto como para revertir el aumento de ahorro que ha tenido lugar durante la pandemia. Primero, ese aumento del ahorro ha estado muy desigualmente distribuido, por lo que no todas las familias han mejorado su situación financiera. En segundo lugar, hay ahora mayor incertidumbre y motivos para ahorrar por precaución que las que podía haber antes de la pandemia.
¿Qué factores de competitividad deben mejorar las empresas españolas para potenciar su presencia en un mercado global?
La competitividad mejora cuando las empresas son capaces de poner en el mercado productos de mayor calidad a precios inferiores. Esto puede ocurrir vía costes o por incrementos de la productividad. En las condiciones actuales, la productividad debería constituir el centro de todas las atenciones. Tras décadas de estancamiento, es urgente e imprescindible que la productividad aumente significativamente. Para ello, actuaciones urgentes en el sistema educativo y en el de ciencia y tecnología son imprescindibles.