José Carlos Díez

Presidente de LUAfund, profesor economía de la Universidad de Alcalá y asesor del PNUD de la ONU para América Latina

“Ahora la crisis afecta más a las empresas exportadoras e industriales”

"En todas las empresas en las que he tomado decisiones o asesoro, les recomiendo asegurar sus cobros con seguro de crédito"

Por Javier Labiano

Ha compaginado siempre la vida académica con la de la empresa privada. ¿Cómo deben complementarse estos dos ámbitos y qué puede aportar especialmente el primero al segundo?

Adam Smith aprendió economía en París con la escuela fisiócrata, que eran médicos. Los médicos por la mañana están en el hospital, buena parte del tiempo formando a otros médicos y por las tardes dan clase en facultad e investigan. La economía es una ciencia empírica y social. La teoría y la investigación deben tener como objetivo solucionar problemas económicos y no demostrar a tus colegas que sabes muchas matemáticas y que haces mediciones muy precisas, pero irrelevantes. La Gran Recesión demostró el desconocimiento que los economistas tenemos del fenómeno financiero y fue una cura de humildad. Por fortuna, la revolución digital ha facilitado que los grandes economistas académicos en Estados Unidos tengan blogs y hagan divulgación; y expliquen economía de manera entendible a los ciudadanos para elevar el nivel del debate público y afrontar los grandes retos a los que nos enfrentamos, desde la desigualdad al cambio climático, pasando por la deuda mundial, que ya está por encima de 2007 de nuevo.

La actual coyuntura económica en España tampoco es nada positiva. ¿Hay alguna forma eficaz de atajar el problema o es inevitable el progresivo deterioro de la situación?

La economía es cíclica desde hace milenios. Durante las expansiones se producen desequilibrios, que se depuran en las recesiones. Durante el verano las temperaturas aumentan, se acumulan grandes nubes y acaban en huracanes, tifones o gotas frías. Tras la tormenta, la tierra se enfría y vuelve el ciclo. No podemos evitar las gotas frías, pero sí tener embalses, aljibes y diseños urbanísticos que eviten desastres y, sobre todo, muertos. En economía las recesiones no se pueden evitar. Pero si se pueden prevenir durante las épocas de bonanza, ahorrar para las de crisis, diseñar políticas para suavizar los efectos de las crisis y diseñar redes de protección para la pobreza, como el seguro de paro y las políticas activas de empleo combinadas con rentas mínimas. En España el empleo se ha parado en seco en 2019 y es posible que entremos en recesión en 2020. Desde fuera, es necesario que Trump paré con su guerra comercial. Tras triplicar los aranceles a las importaciones chinas, ahora va a por las europeas. Esa es la principal causa de nuestro frenazo. La política monetaria del BCE ya tiene tipos cero y ha activado de nuevo las compras de deuda y ayudará a suavizar los efectos del frenazo. España no ahorró durante la bonanza de 2014 a 2018 y ahora tiene los graneros vacíos para hacer política fiscal expansiva y compensar la caída de la inversión privada. Rajoy en 2015, con un déficit del 5% del PIB claramente insostenible a largo plazo y la deuda pública en el 100% -su máximo nivel desde 1909-, les dijo a los españoles que bajaría los impuestos porque había dinero en la caja. Una de las mayores mentiras de la historia de nuestra democracia. Ahora, Casado y Rivera dicen lo mismo que Rajoy, y Sánchez e Iglesias explican a los españoles que se puede aumentar el gasto sin reducir el déficit y la deuda pública. Son todos unos irresponsables.

¿Qué soluciones quedan?

Cuando no hay dinero toca meter más inteligencia. Por ejemplo, el estado debe llenar sus tejados de placas solares. Reducirá el gasto en electricidad y el déficit, las emisiones y el cambio climático, y generará miles de empleos. Puede contratar las placas en alquiler para no saltarse la regla de gasto. Debería estar introduciendo asistentes virtuales e inteligencia artificial en sus comunicaciones con los ciudadanos y en su comunicación interna. Mejoraría la calidad del servicio y la eficiencia, reduciría el gasto y el déficit y crearía miles de empleos. En ambos casos, daría ejemplo al sector privado para que haga lo mismo y conseguiría el mismo efecto que el multiplicador keynesiano, sin aumentar el déficit ni la deuda pública.

La internacionalización ayudó a muchas empresas españolas a salir de la última crisis. ¿Cómo puede afectar ahora una posible recesión a la presencia exterior de las compañías?

Ahora la crisis viene por el comercio mundial y afecta más a las empresas exportadoras e industriales. La internacionalización nunca debe ser una estrategia estructural. A largo plazo, si quieres que tu empresa sea eficiente y sostenible debes pensar en global y para sobrevivir en el entorno internacional debes ser innovador, atraer capital humano y talento y retenerlo.

¿Por qué el PIB mundial crece más que el comercio exterior y las exportaciones?

Nos estamos desglobalizando. Trump ha triplicado los aranceles a las empresas chinas y ahora va a por las europeas.

Y ¿qué consecuencias tendrá esta nueva situación?

Como nos enseñó el gran economista Jacob Viner, eso genera efectos de desviación de comercio, ineficiencia a largo plazo y sustitución de importaciones por producción local a corto plazo. El proteccionismo lo pagan los consumidores, con precios más altos que les empobrece, sobre todo de las rentas más bajas. Esta es una de las causas que puede causar una recesión en EE.UU. en 2020. Los otros países responderán con más aranceles y acabas en dilema del prisionero. Ningún país gana en una guerra comercial. Esperemos que los congresistas y senadores republicanos acaben con Trump por prevaricador o que los votantes estadounidenses entiendan esto en las elecciones del próximo año. Si este insensato continúa cuatro años más, todo es susceptible de empeorar.

Y en España, ¿cuáles son las cuestiones económicas que más deben inquietar a los ciudadanos?

El crecimiento de nuestros socios europeos, que principalmente depende del comercio mundial, el tipo de cambio del euro y la prima de riesgo de nuestra deuda pública. Si acaba la guerra comercial, crece el comercio mundial, la prima de riesgo sigue por debajo de 200 puntos básicos y el euro por debajo de 1,2, la economía española volverá a crear empleo. Si Trump sube los aranceles a Europa, el euro sube por encima de 1,3 y la prima de riesgo supera los 200 puntos básicos, España entrará en recesión. Nuestra principal debilidad es el elevado endeudamiento, ahora público. El mayor peligro es que los inversores se asusten y la prima de riesgo vuelva a subir como en 2012.

Parece que cuando se prevén malos tiempos, se frena el consumo y aumenta el ahorro. En el ámbito financiero, ¿qué recomendaciones daría a los inversores?

Complicado escenario para un inversor. Si la bolsa de Estados Unidos pincha su burbuja, todas las bolsas caerán. La bolsa española está infravalorada y, si eso pasa, sería una gran oportunidad de compra, aunque hay que esperar. Hay pymes españolas muy competitivas, con alto potencial de crecimiento global y a precios muy atractivos, pero es recomendable invertir a través de fondos especializados y sólo accesibles para inversores cualificados. Esperar en deuda pública supone pagar tipos de interés negativos. Hoy el activo libre de riesgo en España son los depósitos bancarios con protección del Estado al 0%. Si quieres rentabilidad para protegerte de la inflación, hay que asumir riesgo y el inversor medio español es muy averso al riesgo.

¿Qué sabe del seguro de crédito y del papel que ha jugado en la última crisis?

En todas las empresas en las que he tomado decisiones o asesoro, les recomiendo asegurar sus cobros con seguro de crédito, especialmente en momentos de crisis e inestabilidad. Los empresarios deben concentrarse en vender y producir mejor que la competencia y, en el pasivo, deben asegurar los cobros y el tipo de cambio. He visto a muchas empresas eficientes y competitivas morir por asfixia financiera. El seguro de crédito es un seguro de vida empresarial.