¿La pandemia del coronavirus ha puesto en evidencia el sobredimensionamiento de algunos sectores, como sucedió en la anterior crisis económica?
En esta crisis no ha habido sobredimensionamiento de sectores. Los que más han sufrido, los relacionados con la hostelería y los transportes, ya estaban realmente ajustados a la demanda. Hay que tener en cuenta que la demanda de turismo en España es estructural, porque somos un país que atrae a muchos viajeros internacionales. Cuando pase la crisis y llegue la normalidad, recuperaremos los mismos tamaños que teníamos.
A pesar de ello, ¿en qué sectores y actividades quedarán más cicatrices a largo plazo?
Hay algunos sectores que, sin que estuvieran sobredimensionados antes de la crisis, tendrán que sufrir una reestructuración en los próximos años como consecuencia de los cambios que ha traído la pandemia. El más relevante es el del boom del comercio online, frente al consumo presencial. Las pequeñas tiendas de barrio van a ir cediendo espacio por este fenómeno, y las grandes empresas, que ya se ha enfocado en mejorar su oferta por internet, seguirán profundizando en ello durante los próximos años.
¿Para que el pequeño comercio subsista será, entonces, imprescindible que combine venta física y online?
En este sector, en el que hay tanta competencia, quedarse al margen del mercado supone la destrucción del negocio, por lo que tendrá que adaptarse. La experiencia de la compra presencial va a mantenerse y, por lo tanto, seguiremos viendo grandes núcleos de comercio, ya sea en forma de centros comerciales o en el interior de las ciudades, pero esto habrá que compaginarlo con la venta online, que ha venido para quedarse. La pandemia ha provocado que algunos sectores de la población que desconfiaban del comercio por internet, porque consideraban que igual no era seguro introducir sus datos, han comprobado que sí lo es, al menos tanto como la compra presencial. Y esa barrera que se ha vencido ya no se va a volver a levantar, sobre todo después de ver las ventajas en términos de ahorro de desplazamientos. Por lo tanto, las empresas que no se adapten a esta nueva demanda terminarán siendo expulsadas del mercado.
¿Qué papel cree que juega el seguro de crédito en este momento de incertidumbre y perturbación del riesgo de crédito?
Ahora mismo juega un papel fundamental para las empresas, sobre todo para el sector exportador, porque nos encontramos en una situación de gran incertidumbre, en la que hemos visto como en algunos casos la cadena de pagos se ha interrumpido. El seguro de crédito es fundamental para que las empresas puedan mantener su actividad y evitar que la morosidad se las lleve por delante. Ya hemos visto, en otros momentos de la historia, cómo la ruptura de la cadena de pagos ha llevado a la quiebra a muchas empresas, sobre todo medianas y pequeñas.
¿Cree que la normalización económica se producirá en paralelo a la generalización de las vacunas?
Creo que sí, además en España nos la estamos jugando especialmente debido a nuestra dependencia del sector turístico. Si las vacunas no se generalizan antes del verano y no hay normalización sanitaria, la recuperación económica se va a retrasar. En este sentido, hay un factor muy importante que podría impulsar la recuperación en nuestro país, y es que algunos de los destinos que compiten directamente con el nuestro para atraer turismo internacional, como es el norte de África y el este de Europa, tardarán más tiempo en recuperar la normalidad y, además, generan más incertidumbre a los viajeros en torno a su capacidad sanitaria. Esto podría suponer un boom de turismo de España en los próximos tres o cuatro años.
En estos momentos de la pandemia, ¿sigue siendo clave una política fiscal expansiva para contener los daños económicos sobre empresas y familias y estimular la recuperación?
La política fiscal es clave en cualquier crisis porque, al final, el estado es el único actor económico que tiene verdadera capacidad para poner en marcha políticas contracíclicas. Cuando las empresas y familias se ven arrastradas por una crisis el sector público es el único que puede contrarrestarla. Y en este caso, más aún, porque ha sido provocada por el sector público al decretar los confinamientos, y éste es el único con capacidad para minimizar el impacto económico. Así se ha demostrado en todos los países de Europa, incluidos los anglosajones en los que el tamaño del estado es menor, donde se han puesto en marcha políticas fiscales muy potentes. En Estados Unidos el déficit público en 2020 estaba en torno al 18% del PIB, lo que muestra la magnitud de la expansión fiscal. De cara a los próximos meses, habrá que estimular la recuperación económica y aquí el estado también jugará un papel clave. Por un lado, en transformar el modelo productivo para mejorar el crecimiento potencial; y, por otro, en recuperar el empleo perdido. En este sentido, tanto en Europa como en Estados Unidos se están poniendo en marcha los instrumentos fiscales, a través de los programas de recuperación y resiliencia que han anunciado tanto la administración Biden como la Comisión Europea.
Según el BCE, España superará este año los 100.000 millones de euros de déficit, el mayor de los países europeos. ¿Cuánto tiempo tardará el país en volver a una situación de normalidad?
España tendrá que hacer un esfuerzo importante para reducir el déficit, pero en la próxima década será complicado que se produzca una normalización de la situación fiscal. Cuando ya estemos saliendo de la crisis del coronavirus, entre 2022 y 2023, comenzará la jubilación de la generación del baby-boom, que nuevamente introducirá una gran presión sobre el gasto público, con unas pensiones muy elevadas.
El crecimiento de la productividad en España es inferior al de sus socios europeos y sólo el 17% de nuestras empresas tiene más de 20 años. ¿Qué necesita nuestro país para consolidar y hacer más fuerte su tejido empresarial?
Es urgente estimular el crecimiento de las compañías. Somos un país de micro-empresas y necesitamos tener más de tamaño mediano y grande, que durante la crisis han demostrado que soportan mejor las dificultades económicas y destruyen menos empleo. España tiene que hacer una apuesta decidida por el crecimiento de sus empresas y esto pasa, entre otras cuestiones, por eliminar ventajas normativas que tienen las pymes, que generan efectos escalón, y vincular los incentivos fiscales a su crecimiento y al aumento de plantillas, producción e inversiones. Por otra parte, es imprescindible invertir en la formación y profesionalización de los gestores empresariales, porque uno de los grandes problemas de las pymes en España es que la gestión no es profesional, y esto afecta a su capacidad de crecimiento y, por lo tanto, al PIB potencial del país.
¿Qué otros retos tendrá que superar la economía española en los próximos años?
El gran reto que tiene España es la dualidad y la precariedad del mercado laboral. Somos un país con una tasa de desempleo muy elevada, que hace que se pierda una fuerza de trabajo clave para la recuperación, y además existe una temporalidad altísima, que supera el 25%. Esta situación provoca que todos estos trabajadores no se formen adecuadamente a lo largo de su carrera laboral porque pasan muy poco tiempo en sus empresas. En consecuencia, atajar la temporalidad y el elevado desempleo estructural son dos de los principales retos que tiene la economía.