Gonzalo Bernardos

Profesor Economía en la Universidad de Barcelona

“Muchas multinacionales van a tener que cambiar de proveedor”

"Un ministro español decía que si no hay seguro de crédito no hay exportación"

Por Javier Labiano

¿Cómo ve el panorama económico internacional después del Brexit y de las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos?

Lo peor que veo es una burbuja mayestática en Wall Street, bastante similar a la de 1999 y que desembocó en la crisis de la nueva economía. Supongo que explotará entre 2020 y 2021 porque, como hay año electoral, Donald Trump le insuflará todo el oxígeno posible. Y esto afectará a la innovación, porque de repente muchas startups se van a quedar sin financiación. Por otra parte, se confirma que este argumento de que el mundo ha girado hacia el sudeste asiático y los países emergentes es un cuento. El precio de las materias primas lleva bajando desde 2014 y los países emergentes, sobre todo de América Latina, lo van a pasar muy mal y habrá alguna crisis de impago. Veremos como el sudeste asiático se queda en una gran promesa frustrada, porque China está intentando llevar a cabo un cambio de modelo de crecimiento económico, que no le va a salir nada bien. El último problema que veo es que el modelo económico alemán va a hacer crack. Este modelo consiste en vender principalmente productos al sudeste asiático y a los emergentes, manteniendo una demanda interna muy baja y basándolo todo en la exportación. Esto le llevó a crecer el pasado año un 0,6% y, tarde o temprano, no le quedará más remedio que tirar de la demanda interna.

¿Qué efectos económicos tendrá la crisis del coronavirus?

En este tema casi hay que ser futurólogo. Lo que sí te puedo decir es que aquellas empresas que vendían productos a China, principalmente materias primas, o que utilizaban los productos intermedios de ésta para fabricar tienen que replantear su estrategia. Muchas multinacionales van a tener que cambiar de proveedor y eso les supondrá dos cosas: por un lado, deslocalizar actividades a su propio país o a otro emergente y, por otro, un aumento de los costes. Si suben los costes y los precios bajan el beneficio merma. Además, las empresas que venden productos básicos generarán un exceso de oferta. Va a ser un mal año para muchas compañías que están metidas en la cadena de suministro global. España no se verá muy afectada. Solo exporta a China el 2,9% de las ventas de mercaderías al exterior, en turismo no llega al 1% y los productos intermedios son muy pocos. Por lo tanto, el efecto directo es casi nulo. En cuanto al indirecto, por una parte, es positivo porque nos bajan el precio de las materias primas y porque una parte de la deslocalización, sobre todo de textiles, se realizará en España. El efecto negativo es indirecto y tiene que ver con que Alemania, Holanda, Dinamarca e Italia lo van a pasar mal.

¿Qué sabe del seguro de crédito y del papel que ha jugado en la última crisis?

Un ministro español decía que si no hay seguro de crédito no hay exportación. Este seguro es la clave para que uno pueda exportar y estar tranquilo.

¿Qué países recomendaría a un empresario español que quisiera cruzar fronteras en estos momentos?

El momento no está para grandes innovaciones ni para asumir riesgos innecesarios. Descartaría América Latina porque la bajada del precio de las materias primas la convierte en una zona muy peligrosa. Pero si tuviera que ir allí, solo lo haría a México, que depende mucho de Estados Unidos; Panamá, que cuenta con unos ingresos muy importantes procedentes del Canal; y en menor medida Chile, aunque este país también va a estar bastante afectado por la caída del precio del cobre. De cualquier manera, yo iría sobre todo a destinos más tradicionales, como Portugal y Francia. Y si ya estoy allí, acudiría a países de Europa del Este, que se están viendo poco afectados por la situación internacional, como Polonia y Chequia. De todas formas, es un momento para consolidar presencia en países donde uno ya está, más que para hacer aventuras a territorios lejanos. El problema en España es que la gente está convencida de que viene una crisis, por lo que las familias han dejado de gastar, y las empresas no invierten. Lo que deberíamos hacer principalmente, que es tirar de la demanda interna, no se está haciendo.

¿Cuál es la gran mentira de la economía a la que se refería en el título de uno de sus libros?

Que los ricos han aprovechado la crisis para sacar aún mayor provecho de los pobres, porque los que han generado esa crisis no la han pagado. Las grandes culpables fueron las entidades financieras, pero todos tuvimos que poner dinero para que salieran adelante y, en cambio, ellas no han hecho nada por nosotros. Por ejemplo, ninguna de las viviendas que se han quedado, procedentes de los desahucios o de los promotores, ha pasado a manos públicas y tampoco ningún político lo ha pedido. Las cosas se hicieron mal cuando llegó la crisis y se han hecho mal cuando ha llegado la recuperación.

¿Qué otras mentiras sobrevuelan la economía española?

La principal, y de la que la gente ya se ha dado cuenta, es la de aquellos que prometen bajar los impuestos y, a la vez, reducir el déficit público. No obstante, sigue habiendo gente que cree firmemente que bajar los impuestos es una medicina que sirve para todo. Es verdad que permite incrementar la actividad económica, pero te recorta muchísimo los gastos sociales. Los que dicen que bajarán los impuestos, incrementarán la actividad económica y reducirán el déficit son los mismos que acaban explicando, al final, que el estado del bienestar es insostenible y que tienen que hacer recortes. De cualquier manera, se trata de una mentira que tiene las patas muy largas por una sencilla razón: a la población le encanta que le digan que se va a jubilar más pronto, cobrar más pensión, pagar menos impuestos y tener más seguridad, sanidad y educación pública.

¿Qué consejos prácticos les da a sus alumnos de economía en la Universidad de Barcelona?

Son consejos duros. Cuando hablo de microeconomía, lo primero que les digo es que la competencia perfecta no existe, por lo que deben mirarla como un ejercicio intelectual que jamás podrán aplicar. La segunda cuestión que les planteo es que, sintiéndolo mucho, si no tienen buenas relaciones sociales nunca conseguirán ser grandes directivos de la banca o de una gran empresa porque, desgraciadamente, en este país se valoran más las relaciones que el conocimiento. Y, en tercer lugar, les advierto de que si quieren emprender no piensen que la banca les va a ayudar necesariamente, porque la única obligación de ésta es ser solvente.