El Gobierno estima que el 80% de los bienes que España exporta a Estados Unidos se verán afectados por los aranceles anunciados por Donald Trump. ¿Qué podría suponer esto para el crecimiento económico español en 2025?
Es pronto para conocer el alcance en las empresas españolas, pero el ambiente que yo percibo entre algunos empresarios que exportan a Estados Unidos es de gran preocupación. En primer lugar, porque no saben cuánto durará esta guerra arancelaria. En segundo lugar, porque no es tan fácil sustituir un mercado fundamental para un sector como, por ejemplo, el aceite de oliva, por otros. Y también porque consideran que el primer paquete de ayudas aprobado por el Gobierno es insuficiente. Ahí coincido con ellos, creo que habrá que ayudarles con otros mecanismos.
En cualquier caso, es una mala noticia para el crecimiento macroeconómico de España, sin lugar a dudas. No sólo por las consecuencias directas a las empresas exportadoras, sino por la incertidumbre que se está generando en los mercados. Creo que en España deberíamos huir de las declaraciones grandilocuentes y pensar en el tejido productivo. El Gobierno habla del impacto de unas décimas en el PIB. Espero que sea un 0,1% o un 0,2% y no un 0,9%. Veremos, pero la incertidumbre es tal que es muy complicado estimar con precisión.
¿Hacia qué otros mercados podrían dirigirse las exportaciones españolas?
Yo creo que Asia es un mercado que tiene posibilidades enormes para España. Hay que tener en cuenta que en los próximos años millones de personas de clase baja en China pasarán a ser clase media. Y consumirán más. E, incluso, les gustarán los productos españoles. Ya lo estamos viendo en nuestros aeropuertos, ya que el turista asiático está creciendo. Hay que aprovechar esa transformación social en el lejano oriente. Ello abre unas enormes oportunidades a las empresas españolas.
Pero, como mencionaba antes, no es tan sencillo de trasladar unas exportaciones de una parte a otra del mundo. El mercado estadounidense es insustituible, incluso con aranceles. Lo que creo que debería impulsarse es una política de contrapeso. Es decir, que Asia sirva de contrapeso a Estados Unidos. Evidentemente China aún tiene que dar pasos democráticos importantes y no es un país homologable a cualquier otro de Occidente. Pero creo que si se actúa con inteligencia y se dan los pasos adecuados se puede conseguir mucho. Otro mercado que España ha de impulsar, en mi opinión, es el Latinoamericano. Compartimos el idioma con muchos países y somos su vía de entrada hacia Europa. Eso hay que aprovecharlo. O lo harán otros.
¿Qué otros factores condicionarán la economía nacional durante este año?
Yo creo que el gran drama de buena parte de la población son los bajos salarios que aún existen y el problemón de la vivienda. Las nuevas generaciones no están en condiciones de desarrollar un proyecto vital como el que pudieron desarrollar sus padres. Hay excepciones, claro que sí, pero si no se suben los salarios más bajos y se comienza a construir vivienda social y asequible para quien realmente lo necesita buena parte de la población se quedará atrás. Después de la pandemia yo percibo una salida de la crisis a dos velocidades: quienes están consiguiendo reponerse sin problemas y quienes se han quedado estancados y, lo más preocupante, con escasas posibilidades de avanzar. En España la familia marca la diferencia y marcará aún más en el futuro, cuando la generación del baby boom empiece a fallecer y sus familias hereden. Pero para eso quedan unos años.
Sobre el problema de la vivienda estoy escribiendo un libro que saldrá publicado en los próximos meses en el que relato cómo el mercado está totalmente desbocado. Se observan auténticos dramas y a veces es más oportuno hablar de infraviviendas, no de un techo digno. No hay que olvidar que el derecho a una vivienda digna está recogido en la Constitución (artículo 47). Cuando escucho que hay que construir más vivienda coincido en esa afirmación. Pero añado algo: esas viviendas no las pueden comprar siempre los mismos propietarios, sino que tienen que ir a parar a quien realmente lo necesita. Es un problemón de muy difícil solución y con muchas aristas. Y todas las administraciones deberían implicarse desde ya para vislumbrar resultados hacia 2030.
¿Cree que España seguirá mejorando el déficit público en 2025, después de las buenas cifras del pasado año?
Creo que sí. España logró cumplir en 2024 e incluso se permitió el lujo de arañar dos décimas extra, hasta el 2,8%. Esto ha sido posible gracias a un gran esfuerzo de rigor fiscal de las comunidades autónomas y ayuntamientos. Las cifras del Estado, en cambio, no me han terminado de convencer. Creo que vamos por la línea adecuada gracias, en buena medida, a la extraordinaria recaudación de los últimos años. Aún así, si queremos seguir siendo un país prioritario para los inversores se ha de mantener esta línea. En un momento de tanta incertidumbre por la amenaza arancelaria de Trump y con la obligación de elevar el gasto en defensa hasta el 2% del PIB sin, a su vez, reducir el gasto social no lo veo sencillo.
La recaudación tributaria en 2024 se incrementó un 8,4%. ¿Continuará aumentando este año?
Sí, la curva ascendente se va aplanando, pero sigue creciendo. Este año superaremos los 300.000 millones, creo, si no ocurre nada extraño. Esto da margen para en mi opinión ayudar a las empresas que lo puedan necesitar si se ven afectadas por los aranceles de Trump. Si es necesario, con ayudas directas, como se hizo en otros momentos de inestabilidad. Hay que hacer lo que haga falta por que los que se quedan atrás sean los mínimos posibles.
¿Qué retos económicos quedan aún pendientes en España?
Creo que hay que seguir avanzando en subir los salarios más bajos, este es el mayor reto. La inflación ha golpeado, y sigue haciéndolo, a los más débiles, que son los que dan la cara. En España sigue habiendo sueldos más propios de países subdesarrollados y eso debe solventarse. La vivienda, como ya he mencionado, es un reto ingente. También creo que a nivel de política económica sería bueno disponer de unos Presupuestos Generales del Estado, para ordenar esa política económica. Entiendo el cálculo político, pero es una anomalía no cumplir el mandato constitucional de presentar el proyecto de ley. Y, por último, creo que sería bueno avanzar en políticas fiscales valientes ante la bomba demográfica que tenemos delante. El sector de los cuidados va a ser esencial en los próximos años y hemos de proporcionar a nuestros mayores y dependientes una calidad de vida acorde a lo que merecen.
¿Qué importancia estratégica tiene el suministro energético en España y de qué debilidades, como ha puesto de manifiesto el "apagón" ocurrido recientemente, adolece?
Creo que un país sin un suministro de energía estable y competitivo es incapaz de competir por atraer inversiones. En mi opinión, se deberían combinar ambas cuestiones: garantizar, por un lado, que el apagón no vuelva a ocurrir y, por otro, seguir impulsando un mix que rebaje la factura. Hemos vivido el incidente energético más grave de la historia de España y es importante amarrar que no suceda de nuevo. A día de hoy, nadie puede ofrecer ese compromiso. En el debate energético se están mezclando también ideologías y política, en un lado y en otro. Pero creo que es importante actuar con criterios científicos y basados en datos. Otro problema del sistema energético de España es el déficit de interconexiones con el país que tenemos más cerca, Francia. El país vecino no ha querido ser solidario en esta cuestión, y en alguna otra más tampoco se está comportando con España en justa reciprocidad. Sería oportuno que se impulsaran esas interconexiones transpirenaicas.
¿Qué papel cree que juega el seguro de crédito en este momento de incertidumbre y perturbación del riesgo de crédito?
Esencial. Si las empresas no tienen acceso al crédito, no podrán invertir ni contratar ni crecer. Hay que monitorizar al segundo el flujo y que no se produzcan esas perturbaciones. Repito: hacer lo que haga falta. El sector público tiene que colaborar muy de cerca con el privado, que ya ha colaborado cuando ha hecho falta.