¿Qué factores podrían deteriorar la recuperación de 2021?
Yo espero que se produzca un rebote fuerte de la economía, teniendo en cuenta además el plan de estímulo del presidente de Estados Unidos, el plan europeo, y el impulso de China. Pero, efectivamente, existen algunos factores de riesgo. El primero, que no se vacunara rápidamente y de forma extensa a todo el mundo, porque el proceso va a llegar más tarde a los países pobres y emergentes. Además, si la vacunación se demora o alarga en el tiempo pueden empezar a producirse impagos de empresas y personas, que harían daño a los balances del sistema financiero. Otro factor importante es el riesgo de impagos soberanos en economías emergentes, una posibilidad más peligrosa en América Latina y algunos países de Asia, aunque no en general en el sudeste asiático. Hay que tener en cuenta que no tienen bancos centrales tan creíbles como para llevar a cabo la expansión monetaria tan agresiva que estamos haciendo en Europa y Estados Unidos. Y un tercer riesgo sería la vuelta de los movimientos antisistema, porque la crisis va a dejar más desigualdad y una importante frustración en muchos lugares.
¿Qué papel cree que juega el seguro de crédito en este momento de incertidumbre y perturbación del riesgo de crédito?
En una situación de extrema incertidumbre como ésta, es importante cubrir los riesgos que se puedan. Y para ello los seguros de crédito son importantes, especialmente para las empresas que van a entrar en mercados complicados y desconocidos.
Afirma que uno de los desafíos de la globalización es prevenir un choque entre las clases medias de las economías desarrolladas y emergentes. ¿Cómo puede lograrse este objetivo?
El choque de clases medias entraña mecanismos de redistribución a nivel global y doméstico y, vinculado con esto, la pregunta del millón es si podemos reescribir las reglas de la globalización para el siglo XXI. Habrá que ver si la relación entre China y Estados Unidos permitirá una coexistencia aceptable o va a estar llena de conflictos que se llevarían por delante todas las iniciativas de cooperación multilateral, segmentarían la economía mundial, y generarían tensiones y guerras comerciales y de divisas. Algo muy importante, aunque no sabemos si posible, sería conseguir una reforma de la Organización Mundial del Comercio, de forma que el modelo económico chino fuera compatible con los modelos económicos occidentales. Esto haría que no nos desglobalizáramos, que es el riesgo que tenemos ahora más allá de que se produzca un cierto frenazo a la globalización.
En este sentido, ¿qué consecuencias tendría en la economía internacional la progresiva liberalización comercial en Asia-Pacífico?
En el caso de que se produzca una reforma de las reglas globales, tendremos un comercio más global y con reglas más comunes. Pero si no, iremos hacia una segmentación que llevaría a un área de influencia de China en el entorno de Asia-Pacífico y, quizás, a otro alrededor de Estados Unidos. Por ahora, lo que está haciendo China es aumentar lentamente su posición como potencia hegemónica regional, básicamente con poder e influencia económica. Hay que tener en cuenta que los países de Asia-Pacífico han tenido como modelo de crecimiento la exportación y la integración comercial. Y, por eso, el epicentro geográfico de la economía global se va trasladando hacia ellos, no solo a China, sino también a Tailandia, Malasia, Filipinas, Singapur, Corea y Japón.
A largo plazo, ¿cree posible que los británicos rectifiquen y vuelvan a la Unión Europea?
Eso va a depender de lo bien o mal que lo hagamos los países de la Unión Europea. Tenemos que demostrar que la Unión Europea tiene futuro, que podemos avanzar en la unión fiscal, mejorar la cohesión interna y compartir soberanía. Que somos un bloque potente equiparable a China y Estados Unidos en un mundo de gigantes, en el que el Reino Unido no tiene tamaño para jugar solo.
En este nuevo entorno geoeconómico, ¿qué factores deben tener en cuenta las empresas que quieran internacionalizarse?
En primer lugar, han de tener mucha amplitud de miras hacia Asia, que es la zona con mayor crecimiento y dinamismo. Es verdad que los mercados de Estados Unidos y Europa cuentan con un poder adquisitivo más alto, pero también son mucho más competitivos y están más maduros, por lo que se necesitan innovaciones muy disruptivas para vender allí. Mientras que en los mercados asiáticos hay millones de personas que cada año comienzan a incorporarse a una pauta de consumo de masas. Además de tener amplitud de miras, hay que estar bien informado, perder el miedo, apoyarse en los instrumentos de promoción comercial y hablar idiomas. Las empresas españolas están muy bien asentadas en Europa y Latinoamérica, pero ahora tienen que acudir también a los mercados asiáticos.
¿Cómo valora las cifras de inversión destinadas a España en el Plan Europeo de Recuperación?
Son fantásticas. España es, después de Italia, el segundo país que más dinero va a recibir en valores absolutos. Los fondos del Next Generation suponen para nuestro territorio un total de 154.000 millones de euros, de ellos 80.000 en transferencias y en muy poco tiempo. Esto permitirá una fuerte inversión y supondrá un importante motor de recuperación. El reto será conseguir utilizar estos fondos correctamente, promoviendo reformas en las que se compense a los perdedores de la crisis y haciendo inversiones fundamentalmente en el ámbito de lo digital y lo verde.
Teniendo en cuenta la evolución de la pandemia, ¿qué perspectivas contempla para este año en España?
Una vez que lleguen todas las vacunas, el rebote de la economía va a ser muy fuerte. La pregunta es si esto se producirá antes o después del verano. Si es antes, podríamos cerrar el año con crecimientos cercanos al 7 u 8%, y si no estaríamos más cerca del 5%. El problema es que tenemos un nivel de productividad muy bajo, por lo que hay que darle una vuelta a nuestro modelo de crecimiento. No se trata de cambiarlo de un día para otro, pero sí de forma gradual comenzando por una serie de reformas. Tenemos que atajar el desempleo juvenil, reformar las pensiones y la fiscalidad, eliminando el déficit público estructural, y aprovechar los fondos europeos para dar un empujón a la productividad.