Diego Sánchez de la Cruz

Analista económico y coordinador de Estudios del Instituto Juan de Mariana

"Tenemos que recuperar una agenda de crecimiento en Europa"

"Es más relevante que nunca contar con estrategias sofisticadas y bien diseñadas de gestión y minimización de los riesgos"

Por Javier Labiano

¿Cómo evolucionarán las principales economías europeas en 2023?

Éste es un año de crecimiento muy moderado, bajo y decepcionante para Europa porque estamos hablando de niveles del 1%. De hecho, tampoco soy optimista de cara a 2024 porque creo que no seremos capaces de ir más allá de un aumento de la actividad del 1,5% o 2% como máximo, lo cual es preocupante. Hay países como España que acaban de recuperar a mediados de 2023 el PIB que tenían a mitad de 2019, y hay otros como Alemania que están ahora mismo en una situación de recesión técnica. Tenemos que recuperar una agenda de crecimiento en Europa y, además de abordar otros asuntos prioritarios como el medio ambiente y la digitalización, debemos intentar equilibrar cualquier objetivo social o económico con este crecimiento, porque se está rompiendo la vieja promesa de desarrollo según la cual cada nueva generación viviría mejor que la anterior. 

 

¿Qué avances están haciendo las empresas españolas en internacionalización?

El gran salto adelante en materia de internacionalización ya lo hemos dado. La crisis anterior trajo algunas cosas buenas, como que el peso de las exportaciones españolas subió prácticamente del 25 al 35% y nuestra balanza por cuenta corriente pasó de tener déficits de hasta 100.000 millones a alcanzar situaciones de práctico equilibrio, incluso de superávit comercial en algunos trimestres, y esto supuso un cambio transformador. Las empresas españolas han demostrado que cuando no se les ponen trabas y se les facilita la actividad y los procesos de internacionalización, saben hacerlos. Tenemos Muy buenas compañías y una base exportadora que ha crecido mucho. 

 

¿Qué papel juega el seguro de crédito en este momento de incertidumbre y perturbación del riesgo de crédito?

Es vital. El manejo del riesgo es uno de los grandes logros de la alquimia en el ámbito financiero y uno de los pilares sobre los que se ha sostenido el crecimiento económico a lo largo de la historia. Hay autores como Niall Ferguson que otorgan al manejo de los riesgos la misma relevancia que a la política monetaria, el libre comercio o incluso desarrollos geopolíticos vitales como la apertura de nuevos mercados. La gestión del riesgo es fundamental en un contexto como el actual tan complicado y con tantas variables que se han visto sacudidas en los últimos años por la pandemia, el aumento del endeudamiento y la incertidumbre sobre la morosidad que se puede desatar por todas las obligaciones adicionales en que se incurrieron y por la política monetaria. Todo eso hace más relevante que nunca contar con estrategias sofisticadas y bien diseñadas de gestión y minimización de los riesgos. 

 

¿En qué consiste la regulación inteligente?

La filosofía de la regulación inteligente tiene ya cierto recorrido, ha echado raíces en las instituciones europeas y españolas, y muchas de ellas ya la han asumido de manera formal y práctica. Básicamente, su idea central es que el entorno regulatorio en el que se mueven empresas y ciudadanos tiene implicaciones directas sobre la actividad económica; y es tanto o más relevante que cualquier otro aspecto de la misma asegurar que esas reglas de juego son claras, incentivan la generación de riqueza, empleo y producción económica y no levantan barreras innecesarias que puedan empobrecer o reducir el ritmo de crecimiento.

 

¿Qué factores han contribuido a generalizar el éxito de esta estrategia en los últimos años?

El concepto de regulación inteligente ha ganado peso con el paso de los años porque el proceso suele ser acumulativo, se aprueban nuevas normas cada año y se va generando un aumento de la carga regulatoria, que hace 20 o 30 años no era tan gravoso como hoy para la actividad de las empresas y las familias. Cuando se analizan de forma conjunta, nos encontramos con que hay una sobrecarga regulatoria que afecta negativamente a la actividad económica. Tenemos miles de leyes en vigor. Por ejemplo, en el mercado laboral en España hay alrededor de 5.000 normas y en torno a 50 tipos de contratos distintos. Pero también es verdad que, en los últimos años, muchas administraciones se han dado cuenta de que una de las formas de animar el crecimiento es a través de la mejora del entorno regulatorio, con políticas de simplificación, desregulación y mejora de la normativa, porque estas decisiones no tienen un coste fiscal; mientras que otras políticas para incentivar la actividad por el lado de la oferta o de la demanda, como las relacionadas con el gasto o los impuestos, sí lo tienen. En países con un elevado stock de endeudamiento público, cómo por ejemplo España, es lógico que las administraciones se lo piensen dos veces antes de aumentar el gasto o bajar los impuestos. Pero también tiene mucho sentido que exploren otras vías de incentivar la actividad económica, como la regulación inteligente.

 

¿El liberalismo garantiza el progreso de los ciudadanos en cualquier país?

En todos aquellos países en los que se han introducido más dosis de economía de mercado la producción siempre ha respondido favorablemente y las condiciones de desarrollo de bienestar social han ido de la mano de esa mejora. Sin embargo, eso no significa que exista una única forma de aplicar recetas económicas de corte liberal y, en definitiva, una única manera de promover la libertad de mercado y empresa. Por ejemplo, hay países como los nórdicos que tienen mucha regulación inteligente, un sistema judicial muy eficiente, unos derechos de propiedad y unas instituciones muy bien asentadas, y un entorno muy a favor de obra del inversor. Sin embargo, tanto los impuestos como el gasto son elevados. Y hay otros como Estados Unidos, donde el grueso del incentivo para la economía de mercado ha sido unos impuestos más bajos. La economía de mercado es una paleta de decisiones que abarca muy distintos aspectos y, por lo tanto, no hay una única manera de implementarla. En países como España hay algunos ámbitos donde tampoco nos queda tanto por hacer porque tenemos una economía muy abierta, pero existen otros en los que sí. Nuestro país tiene prácticamente libre comercio con la mayoría de las economías de nuestro entorno y del resto del mundo; sin embargo, en otras naciones como China sigue habiendo muchos impedimentos para el comercio. En definitiva, existen distintas formas de implementar el liberalismo, pero hay una condición que se repite cada vez que se ponen en marcha políticas liberales y es que hay más progreso social y más desarrollo económico.

 

Ha traducido al español obras de múltiples autores internacionales. ¿Hay consensos o debates sobre los principales principios económicos?

En el plano económico en general hay consensos y algunos puntos no generan tanto debate. Otra cosa es que cuando bajamos al terreno de la discusión pública existen cuestiones que obviamente se discuten y es legítimo que así sea. Por ejemplo, hay un cierto consenso en torno al efecto que puede tener el control de los precios del alquiler, tanto por parte de autores más de izquierdas como de derechas. Y hay otros aspectos donde a veces se encuentran coincidencias en el diagnóstico, pero no en las soluciones, y a veces ni siquiera en el diagnóstico. Por ejemplo, en el tema de la desigualdad algunos autores consideran que sería mejor una sociedad con niveles similares de oportunidades económicas que otra con una disparidad enorme. Sin embargo, no están de acuerdo en la forma de medir la desigualdad, por lo que llegan a conclusiones distintas.