Diego Sánchez de la Cruz

Analista económico y coordinador de Estudios del Instituto Juan de Mariana

"Es necesaria una nueva ronda de medidas que nos siga llevando hacia una economía más competitiva"

"Nos estamos dando cuenta de lo importante que es aminorar el impacto de los posibles impagos y las incertidumbres"

Por Javier Labiano

Usted imparte la asignatura "Dinero y Poder en el siglo XXI". ¿Qué relación tienen ambos conceptos en la sociedad actual?

 

La asignatura que imparto es una iniciación a la teoría monetaria, al rol que tienen las decisiones de los bancos centrales y el peso del sector financiero en nuestro día a día. Realmente, creo que las finanzas han tenido un poder transformador y que son fundamentales para entender el desarrollo de una sociedad y una economía moderna.

 

En la sociedad actual, existen y prevalecen medidas de corte anticapitalista a la hora de considerar el impacto que tiene la banca y el dinero en nuestra vida; pero yo niego la mayor y creo que es importante conocer la importancia que tienen esos elementos para la economía.

 

¿Cree entonces que en los últimos años se ha producido un cambio significativo en esa relación entre economía y sociedad?

 

Lo que sí ha habido es un giro en clave monetaria hacia políticas bastante arriesgadas, poco convencionales, que introducen muchas distorsiones en el mercado financiero y que están generando mucho debate, bien entre los enemigos del sistema de la economía de mercado, bien entre sus más fervientes defensores; y, evidentemente, cada uno con argumentos contrarios. Y esa entrada del terreno monetario y financiero en políticas poco convencionales es una fuente de incertidumbre y de polémica.

 

¿Cómo valoran la situación económica española los últimos estudios realizados por el think tank que usted dirige?

 

Pues ante todo, lo que hemos identificado en nuestros tres últimos trabajos es básicamente lo siguiente. En primer lugar, hemos publicado el índice de libertad económica en el mundo, que deja a España en una posición un tanto mediocre. Si bien reconoce que ha habido avances, principalmente la reforma laboral y la rebaja fiscal de 2015, sigue siendo necesario introducir una nueva ronda de medidas que nos siga llevando hacia una economía más competitiva. Por lo tanto, no hay que ir hacia un parón reformista sino todo lo contrario, hay que ir hacia las reformas de segunda generación.

 

En segundo lugar, hemos publicado el primer índice de populismo en Europa, que identifica un corrimiento de votos, tanto en España como en otros países del viejo continente, hacia formaciones que mantienen postulados de corte autoritario, bien sea de extrema izquierda en España o de extrema derecha en Francia. Esto nos preocupa porque entendemos que las recetas económicas que portan estos partidos y movimientos son negativas para la prosperidad de los españoles en el medio y largo plazo; y probablemente en el corto también, como estamos viendo ya en algunos de los ayuntamientos donde se han dado ese tipo de vuelcos políticos.

 

Y en tercer lugar, hemos publicado nuestro tradicional informe del día de la liberación fiscal, un producto en el que Civismo lleva años trabajando y que este año ha calculado cuántos años íntegros de ingresos dedicamos a pagar impuestos. Hemos detectado que, a lo largo de una vida, un trabajador medio pierde 27 años íntegros de sus ingresos pagando impuestos desde que entra en el mercado de trabajo.

 

En el primer trabajo que señalaba, decía que había que ir hacia las reformas de segunda generación. ¿Cuáles son las más necesarias, a su juicio?

 

Sin duda alguna, profundizar en los elementos de flexibilidad que se introdujeron en la reforma laboral de 2012. Necesitamos que sea más fácil contratar para que la creación de empleo siga siendo elevada y mejorar en cantidad y calidad.

 

En ese sentido un reto clave es reducir el coste fiscal, la cuña que soporta la creación de empleo por vía de los impuestos. Y también hay otras cuestiones como la simplificación del número de contratos o la reducción de la burocracia que acarrea la contratación, que también ayudarían en ese sentido.

 

¿En qué medida el futuro económico de España dependerá de sí misma o de la evolución internacional?

 

En los últimos años hemos podido comprobar que cuando las cosas van mal en general, España es capaz de ir peor que el resto. Y también que cuando han ido mejor hemos sido capaces de ir mejor que los demás. Por lo tanto, en vez de preocuparnos en exceso por las dinámicas de la economía internacional -donde siempre habrá alguna cuestión de genere nerviosismo o euforia-, tenemos que centrarnos más en aprovechar las oportunidades que nos brinda el capitalismo global.

 

Si somos inteligentes y construimos una economía con capacidad de adaptación, de reacción y de flexibilidad, aprovecharemos los contextos económicos favorables más que el resto y los desfavorables nos golpearán menos. Por lo tanto, si hacemos los deberes y las reformas necesarias nos irá bien.

 

¿Cómo cree que evolucionarán los mercados en 2016?

 

2016 aún está por destapar una tendencia clara. El riesgo político que ha introducido, por ejemplo, la cuestión del Brexit nos recuerda que también el pasado año parecíamos estar en un ejercicio de cierta euforia y luego el riesgo que introdujo la crisis griega y, después, la china generó muchos altibajos.

 

Para frenar esa volatilidad lo importante es centrarse siempre en una estrategia de inversión a largo plazo. Y, en clave española, tener en cuenta que los sectores más directamente afectados por la política son los que más pueden sufrir un deterioro institucional como el que podría darse después de las elecciones.

 

¿Qué sectores serían éstos?

 

Los más regulados o en los que la acción del gobierno es más directa como, por ejemplo, las compañías eléctricas, las de infraestructuras y el sector financiero.

 

¿Qué sabe del seguro de crédito y del papel que ha jugado en la crisis?

 

La crisis nos ha cogido en una situación de cultura o sofisticación financiera inferior a la necesaria. Y con el salto de internacionalización que ha vivido España y el golpe que ha supuesto la crisis nos estamos dando cuenta, poco a poco, de lo importante que es estar siempre cubierto en la medida de lo posible y de aminorar el impacto de los posibles impagos y de las incertidumbres a la hora de hacer negocios.

 

Siendo como es esencial la estabilidad en los contratos, en la propiedad y en las instituciones, los seguros son un feliz desarrollo, un feliz intento de la economía de mercado. Son producto de una evolución de siglos, que nos ayuda a tener empresas menos vulnerables y más preparadas ante una economía en la que no siempre todo depende de nosotros y en la que es importante estar alerta y tener las espaldas cubiertas.

 

Todo lo que suponga mejorar la protección ante los riesgos, los siniestros y la incertidumbre resultará en un sector privado más fuerte y, consecuentemente, en una sociedad más rica y próspera.