David Cano

Socio de Analistas Financieros Internacionales y Director General de AFI Inversiones Globales SGIIC

“Vivimos en un mundo cada vez más complejo, vulnerable e incierto”

"Nos hemos dado cuenta de lo vulnerables que somos. En este contexto, es importante contar con coberturas"

Por Javier Labiano

A su juicio, ¿cuáles son los elementos diferenciales de la actual crisis económica con respecto a la anterior de 2008?

El origen de esta crisis es inédito, ya que nunca hasta ahora habíamos visto una que fuera provocada por un parón forzado de la actividad económica asociada a una pandemia. Otras recesiones se han producido como consecuencia de desequilibrios macroeconómicos, burbujas de valoración, problemas de solvencia en la banca, encarecimiento del petróleo… pero esta vez lo que ha sucedido es que hemos tenido que dar al botón de apagado y parar una parte importante de la actividad durante dos meses. En este sentido, la situación es muy diferente de cualquier otra histórica. Esta vez no partíamos de ningún desequilibrio macroeconómico, al menos claro y preocupante, por lo que, si conseguimos parar la pandemia, la economía no tendría por qué no volver al nivel del 1 de marzo.

¿En qué situación se encuentra el endeudamiento de familias y empresas?

El endeudamiento de las familias es mucho más bajo que en la crisis anterior, y el empresarial es diferencial entre sectores y compañías. Conviven compañías sin deuda o con poca deuda -desde luego, muy inferior a la de hace una década- con otras zombi, que se caracterizan por su muy elevada deuda. Los mayores ratios de endeudamiento corresponden a los gobiernos, que apenas los habían reducido, salvo excepciones relevantes como Alemania, tras los máximos de la gran crisis financiera global. Como consecuencia de este elevado endeudamiento público, el margen de actuación de la política fiscal es claramente inferior al de otras crisis. Pero, como gran elemento diferencial positivo, podemos destacar la política monetaria no convencional. En la anterior crisis se puso de manifiesto que la creación de base monetaria, de forma más o menos ilimitada, por parte de los bancos centrales es técnicamente posible. Y, además, no genera desequilibrios ni inflación.

¿Tenemos, entonces, varias premisas favorables para luchar contra la actual crisis?

Efectivamente, son tres: que no partíamos de desequilibrios, que el nivel de endeudamiento en las familias y de algunas empresas era más bajo, y que los bancos centrales ya habían puesto en funcionamiento la política monetaria no convencional.

Después de los datos del segundo trimestre del año, que constataron la mayor recesión de la historia, los indicadores actuales apuntan ya hacia una recuperación de la economía mundial. ¿Sucede lo mismo en España?

Absolutamente. Aunque el PIB de este año se va a reducir en un 10%, lo va a hacer solo por el efecto de las caídas de marzo y abril, no porque siga cayendo el resto del año, ya que la actividad ha vuelto y la economía está creciendo. Ahora bien, es verdad que nuestro país será uno de los que más van a tardar en recuperar el nivel anterior a la pandemia.

El Índice Crédito y Caución de Incumplimiento muestra un incremento interanual de los niveles de impago del tejido empresarial en España del 16% en el segundo trimestre de 2020. ¿Cómo valora el impacto de la crisis en las empresas de nuestro país?

Los indicadores económicos han caído, la actividad es menor y los impagos están aumentando, no podía ser de otra manera. Pero hay que observar bien el nivel de endeudamiento empresarial. Existen compañías muy endeudadas y otras menos, habría que estudiarlas caso a caso. Y ver también si el impago se debe a un problema de flujo de caja, que no de insolvencia. Por ejemplo, un hotel puede ser rentable, pero si su actividad se ha detenido por completo durante dos meses no contará con liquidez para hacer frente a los pagos, a pesar de que su modelo de negocio seguirá siendo el adecuado, por lo que debería sobrevivir.

¿Qué reformas e inversiones harían falta para relanzar la economía española?

Es una cuestión complicada porque son muchas. Por ejemplo, ahora hemos visto cómo España ha sido vulnerable a las debilidades del sector turístico, pero se trata de una vulnerabilidad coyuntural porque, aunque este año han dejado de venir los visitantes extranjeros, es razonable pensar que volverán el próximo. Esta es la diferencia con respecto a la crisis del 2008, cuando teníamos un sector como el de la construcción que llegaba a pesar un 16% del PIB y que hacía 800.000 viviendas cada año, cuando solo hacían falta 100.000. Por eso, ahora no necesitamos reestructurar la industria del turismo, sino ayudar a las empresas para que puedan aguantar hasta que la situación vuelva a la normalidad. Por otra parte, nos hemos dado cuenta de que es necesario reindustrializar el país. Ha quedado claro que no tenemos suficiente capacidad productiva para fabricar bienes básicos, como por ejemplo los respiradores, en los momentos más complicados. Esta reindustrialización, además, podría aprovecharse también para resolver algunos asuntos pendientes, como el problema de la España vaciada, el impulso a la dotación tecnológica y la potenciación de la economía verde y circular.

¿Qué condicionantes marcarán la gestión de patrimonios a partir de ahora?

La Covid-19 acelerará una tendencia, que ya venía produciéndose desde hace cinco o seis años, y que consiste en la prevalencia de unos tipos de interés más bajos durante un periodo prolongado de tiempo. Esto implica que si el ahorrador quiere ganar algo de dinero tiene que convertirse en inversor y asumir riesgos. La pandemia intensifica aún más la necesidad de llevar a cabo esa transformación del ahorrador en inversor, bien sea a través de renta variable, bonos, emergentes… Otra de las tendencias que estamos viendo entre la población es una mayor precaución, que va a producir también un aumento del ahorro, en prevención de una posible pérdida de empleo o de una caída de ingresos durante varios meses. En esta crisis, la precaución se ha erigido como gran protagonista y activadora del ahorro. Pero, como decía antes, para que ese ahorro también genere beneficios será necesario asumir riesgos y hacer inversiones diversificadas internacionalmente, no solo en España y en acciones del Ibex, sino también en Estados Unidos, emergentes, diferentes tipos de bonos, fondos de inversión, sectores tecnológicos, cambio climático…

¿Qué papel cree que juega el seguro de crédito en este momento de incertidumbre y perturbación del riesgo de crédito?

Precisamente, la precaución que comentaba antes vuelve a ser muy importante aquí. Nos hemos dado cuenta de que a veces suceden cosas que nunca pensábamos que fueran a ocurrir, y de lo vulnerables que somos ante ellas. Se ha puesto de manifiesto que vivimos en un mundo cada vez más complejo, vulnerable e incierto. En este contexto, es importante contar con coberturas en todos los ámbitos que aseguren y cubran los riesgos existentes.