Benito Arruñada

Catedrático de Organización de Empresas en la Universidad Pompeu Fabra

“No sabemos en qué medida va a cambiar el funcionamiento de la economía”

"La actividad del seguro de crédito siempre me ha parecido fascinante"

Por Javier Labiano

¿Cómo cree que se enfrentarán los directivos españoles a la crisis abierta en sus empresas con la Covid-19?

Podemos aprender bastante de lo bien que reaccionaron en la crisis anterior, cuando tomaron las medidas de reforma y flexibilización necesarias. A mí me da la impresión de que ahora también se ha reaccionado de forma muy rápida. Por fortuna, más que reducir empleo, excepto de forma temporal vía ertes, el ajuste se está haciendo recaer más en los salarios. Obviamente, esto es algo doloroso, pero no tanto como destruir empleo. Uno de los principales problemas de la crisis anterior es que nos pasamos cuatro años sin reformar el mercado de trabajo, hasta 2012. Este retraso provocó que perdiéramos 1,8 millones más de empleos. Si cae la actividad, las empresas tienen que reducir gastos. Si no pueden bajar salarios, se ven obligados a reducir la plantilla, como tuvieron que hacer en la crisis anterior. Ahora, la reacción de muchas de ellas está siendo distinta. Gracias a la reforma laboral de 2012, en vez de despedir, pueden recortar sueldos. También es doloroso, pero mucho menos.

¿La actual crisis debilitará o hará más fuertes a las empresas que sobrevivan?

Obviamente, todas las crisis aceleran los cambios. Las empresas que sobreviven son más fuertes, simplemente porque las más débiles desaparecen. Pero esta crisis es un poco especial porque, aunque transitoria, no sabemos si este virus u otros han venido para quedarse y en qué medida va a cambiar el funcionamiento de la economía, la sociedad y las empresas. Por eso, el proceso de selección al que me refería se ve distorsionado. En cualquier caso, hay un proceso de ajuste que, como decía antes, necesita flexibilidad para que podamos seguir adaptándonos. Lo que no tiene sentido es que este proceso de adaptación se pilote desde un ministerio o desde la Comisión Europea. Algunas de las ideas a las que puede dar lugar la protección estatal pueden ser peligrosas, porque ésta se hace mal y el remedio acaba siendo peor que la enfermedad.

¿En qué medida están cuidando las empresas a sus clientes y trabajadores?

Las empresas necesitan cuidar a sus clientes y trabajadores, y está en su interés hacerlo. Por eso, no hay nada sorprendente en que en una situación de crisis como la actual se hagan responsables, manteniendo una relación a largo plazo con sus socios en el sentido más amplio, que comprende a trabajadores, clientes y stakeholders en general.

Ahora, dependiendo de cuál sea el estilo organizativo de la empresa, caben actitudes más o menos paternalistas. Por ejemplo, hay algunas filiales de compañías americanas donde se están haciendo ajustes más duros, pensando en relaciones de menor plazo y continuidad, aunque también hay que decir que otras firmas americanas son más paternalistas.

En el futuro, ¿tendrán éstas últimas su recompensa en términos de reputación y confianza?

Claro. Todo depende de la relación que uno mantenga con sus empleados y clientes. Las empresas más paternalistas apuestan por una relación a más largo plazo y, por ejemplo, en época de vacas flacas intentan no despedir a nadie ni bajar los sueldos. Mientras que otras sí lo hacen en cuanto ven que la situación está cambiando.

En la actual tesitura, ¿existe algún manual de instrucciones para la gestión empresarial?

En este contexto de cambio, no me atrevo a dar consejos a los gestores. Hay que gestionar día a día, pero tratando de ver hacia dónde se quiere ir. La clave es adaptarse a la situación, sobre todo evitando errores y aprovechando oportunidades. La situación que ha creado la pandemia es una mala noticia, pero también lo es la reacción política de inmadurez e irracionalidad que hemos mostrado ante ella muchos países.

Aunque los mayores son los que más han sufrido esta pandemia, las generaciones más jóvenes están afrontando ya su segunda crisis, después de la de 2008. ¿Qué consecuencias tendrá esto en sus perspectivas de futuro?

Los jóvenes que accedieron al mercado de trabajo entre 2008 y 2013 se encontraron con una situación muy mala, pero los que entraron a partir del 2014 llegaron en un momento de crecimiento, por lo que no vale el mismo tratamiento para todos. Lo que sabemos es que la carrera profesional de las personas que entran en el mercado de trabajo en el fondo de una recesión, que es donde estamos metidos ahora, comienza en malas condiciones y su carrera se resiente para siempre. Los jóvenes que estaban buscando empleo o empezando en sus trabajos ahora lo tienen muy duro y lo tendrán peor, porque sus posibilidades de promoción y de ingresos empeoran. A sabiendas de este hecho, una estrategia lógica para estos jóvenes profesionales sería valorar el coste de oportunidad de seguir estudiando un master o un doctorado, siempre que sean de calidad —ojo con esto porque, si no lo son, reducirán su productividad—, y esperar desde dos hasta incluso cinco o seis años más para acceder al mercado de trabajo.

¿Qué sabe del papel que juega el seguro de crédito en la economía?

Desconozco el peso exacto que tiene este sector en el conjunto de la economía, pero su actividad siempre me ha parecido fascinante. Sé que el seguro de crédito acumula información para saber si el deudor es solvente o no, qué probabilidades de pago tiene y entonces realiza el aseguramiento. En su día, yo estudié el seguro de títulos de propiedad, una institución americana parecida, pero adaptada a la compra e hipoteca de inmuebles.