¿Cómo animaría a las empresas españolas a traspasar fronteras?
Tener presencia en mercados internacionales ha sido la mejor forma de salvaguardarse en la peor parte de la crisis de la caída de la actividad en España. Es fácil comprobar cómo las empresas españolas que exportaban antes de la crisis o que comenzaron a hacerlo a raíz de la recesión son las que mejor han sobrellevado la travesía de la crisis.
Una cartera de clientes diversificada es sinónimo de fortaleza y resiliencia. Además, exponerse al mercado exterior enriquece el modelo de negocio de la empresa que tiene contacto con otros públicos y otros talentos, incluidos el de la competencia con la que tiene que enfrentarse en otros mercados. Una empresa que sale fuera tiene una mejor imagen externa y le es más fácil captar clientes y talento.
Junto a las ventajas que comenta, también podrían existir algunos riesgos. ¿Qué precauciones deberían tener estas empresas en su expansión internacional?
Al salir al exterior es importante también diversificar los mercados y no poner todos los huevos en la misma cesta. El mercado lógico es la zona del euro por la cobertura del tipo de cambio salvaguardada por la moneda única. Si vamos fuera del euro, es importante adoptar instrumentos financieros para protegernos del riesgo de cambio. Si damos el salto a Latinoamérica, debemos abordar que no es un único mercado con un tipo de público unívoco. Son muchos mercados con una ventaja para nosotros, el idioma, pero características muy diferentes.
Para iniciar esta aventura, sin duda, lo mejor es contar con una asesoría profesional y fiarnos de la experiencia de los que hayan probado ya otros mercados. Antes de tomar esta decisión debemos estudiar mucho los costes y beneficios de la operación y para ello los estudios de mercado previos son claves.
¿Qué secretos no se han explicado bien aún de la última crisis económica y financiera?
Ya se han escrito ríos de tinta sobre la crisis. En EE.UU. y algunos países europeos ya han tenido lugar investigaciones parlamentarias para depurar responsabilidades. En España está teniendo lugar una Comisión de investigación sobre la crisis financiera y el rescate que discurre en paralelo con causas judiciales abiertas contra banqueros. Sumado a las biografías que han escrito políticos y economistas sobre la gestión de la crisis parece difícil que quede algo por conocer del pasado.
El auténtico secreto es conocer el futuro, y saber si se acertó con la política monetaria expansiva y con los tempos. Por ahora, no se ve salida a la situación de liquidez actual, que aún no ha causado el efecto deseado en la actividad económica, la calidad del empleo y la inflación en la zona del euro. Nos falta por saber si la recesión ha dado lugar a un “nuevo normal”, un nuevo tipo de economía parcialmente anestesiada por las inyecciones de liquidez de los bancos centrales y los bajos tipos que necesita de nuevas fórmulas para arrancar. También está por ver cómo será el negocio bancario en el futuro, en un entorno muy complicado para obtener ganancias.
El mayor secreto es, por lo tanto, saber si hemos salido realmente de la crisis, al menos en España, y si la recesión ha sido transformadora en las capas más profundas de la estructura económica generando cambios de importancia.
¿Cómo cree que se comportará la economía española en 2018?
El año promete ser una continuación de la recuperación de la actividad económica, que en los escenarios más positivos puede llegar a repetir incluso las cifras de 2017. Pero sin presupuestos y con la inacción política, continuará también el proceso de crecimiento desorganizado en el que no se han puesto remedio al origen de la crisis y en el que no se está haciendo la tarea de redistribución de este crecimiento para amortiguar la presencia de colectivos perdedores, cada vez más frecuentes en todos los países y que están conformando un nuevo estrato de ciudadanos descontentos.
Eso sí, según pasa el tiempo cada vez nos acercamos más a la eclosión de los dos elementos que más pueden hacer peligrar la marcha de la economía: un Trump proteccionista, que ya hemos atisbado en las últimas semanas, y un Brexit más custodiado. Tampoco está claro qué impacto va a tener la situación de Cataluña, que se podría haber superado sin mayores consecuencias de haber logrado una estabilidad política al final de este primer trimestre, pero que a día de hoy parece que se va a alargar en el tiempo.
Usted escribía recientemente que las diferencias entre la España del norte y la del sur han dejado paso a un Mediterráneo pujante y un occidente en ostracismo. ¿Qué riesgos se derivarán de esta nueva dicotomía?
En línea con el aumento de los colectivos perdedores de la globalización y de la recuperación económica, en España también se han ido conformando regiones perdedoras en la recesión económica y regiones ganadoras. Las perdedoras son las que tienen cada vez más problemas para retener la población, que han tenido que cerrar sectores tradicionales y que no han sabido reactivar o conformar un nuevo tejido industrial. Son sobre todo las provincias situadas al Oeste con un eje que corta en Madrid, a cuyo este y en la costa la recuperación se ha percibido con más fuerza.
Las provincias perdedoras no hicieron las reformas a tiempo, la crisis les pilló con el pie cambiado y han ido invirtiendo los papeles, sobre todo las situadas al norte como Asturias, dejando de ser un polo industrial en la península. A día de hoy parece muy difícil revertir la situación, sin financiación para planes de reindustrialización serios que deberían haberse ejecutado como tarde hace dos décadas. Están atrapadas en el círculo de la falta de oportunidades para los jóvenes. Encontrar fórmulas para retenerlos es clave para capear esta situación.
¿Qué repercusiones tendrá la creciente tecnologización de empresas y tareas en el mercado laboral?
Los países más tecnificados son los que tienen menor tasa de desempleo y mayor PIB per cápita, así que la inversión en tecnología será una gran noticia para España. Desafortunadamente, España hace una escasa inversión (y menguante) en I+D+i y no parece que se vaya a subir al carro de la automatización pronto. Cuando lo haga, algo inexorable en una economía abierta ya que lo harán el resto de los países, se dará también ese fenómeno de los perdedores: trabajadores que no podrán adaptarse a los cambios.
Serán pocos y habrá más gente que gane con los nuevos tipos de trabajo que genere la tecnología que los que pierdan con el cambio. Pero debemos estar preparados para tener una red dispuesta para que esos perdedores de la tecnología no naufraguen y se formen guetos de trabajadores inadaptados dentro de la sociedad.
A su juicio, ¿cómo debería integrarse la economía colaborativa en el conjunto de actividades del país para evitar fricciones?
La economía de plataformas, o mal llamada economía colaborativa, no es muy homogénea ya que mezcla muy diversos tipos de trabajo o de relación entre empleado y empleador. En algunas ocasiones, la única diferencia es que la app es, por así decirlo, la fábrica donde se dan los medios para desarrollar el trabajo. Pero no hay colaboración ya que hay trabajadores explotados por una empresa de una forma bastante convencional. La UE está trabajando a marchas forzadas para elaborar la regulación que incorpore a este sector dentro de la legalidad, tanto laboral como fiscal, pero hay que reconocer que la normativa vendrá con un lustro de retraso.
Este cambio hacia la digitalización va a ser progresivo y sostenido en el tiempo, lo que será un desafío para los reguladores que siempre irán varios pasos por detrás. En cualquier caso, parece claro que a una década vista, los nuevos trabajos generados por estas fórmulas peer-to-peer necesitarán de menos dedicación, pero también generarán menos ingresos. Este colectivo consumirá también mucho menos. Es el desafío económico de los próximos años: una economía donde los trabajos son menos intensivos en manos de obra y donde los salarios pierden peso en el conjunto de la actividad económica. El consumo peligra como motor indiscutible del crecimiento en un escenario así.
¿Qué sabe del seguro de crédito y del papel que ha jugado en la crisis?
El seguro de crédito protege al exportador de posibles impagos y le anima a abrirse paso en mercados complicados que pueden ser una aventura arriesgada. Han sido durante décadas el dinamizador del comercio internacional, al ser un puente en la confianza de los empresarios para salir al exterior. Sin los seguros de crédito la globalización no habría podido desarrollarse tal y como la conocemos ahora y los países en vías de desarrollo serían especialmente penalizados.
#twecos es una iniciativa anual de Crédito y Caución para identificar de forma objetiva las cuentas personales más influyentes sobre conversación económica en la red social Twitter.