Alicia González

Editorialista de El País y especialista en relaciones internacionales, geopolítica y economía

"Las incertidumbres no se han eliminado con la nueva situación del Brexit"

"La crisis nos ha hecho mucho daño: España no ha vuelto todavía al PIB per cápita anterior a 2008"

Por Javier Labiano

¿Qué perspectivas tiene la economía internacional para 2020?

Existe una gran incertidumbre porque hay muchos frentes abiertos. Está el Brexit y ver cómo va a funcionar la nueva Comisión Europea. Además, es año electoral en Estados Unidos, con lo que eso implica para todo el mundo. En China parece que la desaceleración ha tocado fondo, pero habrá que ver cómo va a vivir ese país el difícil equilibrio entre crecimiento y paz social cuando el primero se estanque en niveles claramente inferiores. Además de estas incertidumbres, están surgiendo algunas cuestiones que apuntan hacia nuevos cambios. Davos va a abordar este año un nuevo manifiesto de un capitalismo colectivo, participativo, distinto, en el que se tengan en cuenta otros factores más allá de los beneficios. Es bueno que se hagan eco de los problemas que suscitó la crisis financiera y que no se han resuelto, pero la solución aún está por ver. Por otra parte, tenemos un difícil equilibrio para las políticas económicas y monetarias. Está la trampa de que el endeudamiento ha crecido y los tipos de interés están muy bajos. ¿Qué puede pasar si se vuelve a la normalización? En definitiva, 2020 será un año de incertidumbre.

¿Se han acabado todas las incertidumbres del Brexit con la victoria de Boris Johnson en las elecciones británicas y la nueva situación?

En mi opinión, no. Lo que ha terminado es la parte fácil del Brexit, acordar la salida, pese a lo difícil que ha sido. Pero ahora hay que fijar cuál va a ser la nueva relación entre el Reino Unido y la Unión Europea, y saber qué parte del negocio de la City va a poder seguir operando en Europa y cuál no. Aunque parte de este negocio ya se ha movido, no se está creando una City alternativa. Sólo ha habido un cierto reparto por Europa: las aseguradoras se han ido a Amsterdam, buena parte de los fondos de inversión a París, y otros ámbitos a Luxemburgo. Por otra parte, la relación comercial y la negociación de acuerdos no va a ser nada fácil, por lo que las incertidumbres no se han eliminado.

Parece que ha llegado una tregua a la guerra comercial entre Estados Unidos y China. ¿Cómo cree que evolucionará este asunto?

Es una primera fase. Donald Trump dijo que las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar, pero no son ni una cosa ni la otra. Después de todo este tiempo de tira y afloja, en el que las dos economías se han jugado mucho, han vuelto a la casilla de salida, solo con algunos retoques. Tampoco conocemos la letra pequeña de este acuerdo sobre el sistema de arbitraje. Una vez que Estados Unidos se ha cargado el órgano de apelación de la OMC, no hay un tribunal independiente que pueda dirimir las diferencias en los conflictos comerciales. Estados Unidos y China libran un pulso que no es únicamente comercial, sino también tecnológico y de ciberseguridad, y no creo que puedan avanzar mucho más. Dado el carácter explosivo que tiene uno de los dos bandos en litigio, yo creo que la tensión comercial no desaparecerá, aunque el conflicto se ha relajado mucho.

Según el último informe de Crédito y Caución, ninguna economía emergente está reemplazando a China como acelerador del consumo de materias primas. ¿Cómo valora este hecho?

Por tamaño de población, solo podría reemplazarle India, pero este país aún tiene que hacer muchas más reformas para insertarse en la economía global, implicarse más, y no parece que lo esté haciendo. Nos vamos enfrentando cada vez más a un mundo bipolar plus, con Estados Unidos y China, y es muy difícil que aparezcan otras economías o potencias que puedan sustituir a alguna de esas dos. Puede haber consumos acelerados de forma puntual, como cuando empezaron a construirse los paneles solares, que requerían una materia prima muy específica, pero en ningún caso se volverá a producir un choque parecido al que supuso en los años noventa la incorporación de China a la economía internacional.

¿Considera un fracaso los resultados de la Cumbre del Clima que se acaba de celebrar en Madrid?

Efectivamente, ha sido un gran fracaso desde el punto de vista de los resultados porque, como siempre, aplazamos las decisiones dolorosas hacia más adelante. Ya existe un nivel de conciencia pública que podría apoyar las medidas necesarias, pero los países no están dispuestos a tomarlas. Habrá que estar muy pendiente de ver si se materializan los planes que ha presentado la nueva presidenta de la Comisión Europea, que pueden suponer un giro en la composición económica y un impulso a la inversión que tanto necesita la economía del continente.

¿Cree que, en este escenario, se intensificará el papel de los países emergentes en su contribución al PIB mundial?

Progresivamente, aunque no a corto plazo. China está ejerciendo de gran motor regional en Asia y el enfrentamiento con Estados Unidos ha propiciado que muchas cadenas de valor se trasladaran a otros países de alrededor. Cuestión diferente son otros países emergentes con situaciones políticas complicadas, como los de Latinoamérica. Por su parte, en África se están produciendo algunos episodios puntuales de éxito, pero no hay un motor que ejerza de polo regional.

En los últimos años, ¿ha ganado España mayor peso en el contexto económico internacional?

La crisis nos ha hecho mucho daño y estamos, aún, recuperándonos de sus heridas. España no ha vuelto todavía al PIB per cápita anterior a 2008. Además, la inestabilidad política de los últimos años nos ha restado posiciones y, por ejemplo, todo lo que está pasando con el cambio climático afecta a una de nuestras principales industrias, que es la del automóvil. Necesitaríamos tener programas políticos que ayuden a la industria a reinventarse y acometer los cambios necesarios. El sector privado está funcionando bastante bien, pero una estabilidad política podría ayudar a darle un empujón.